Trastornos digestivos
Las personas que sufren trastornos del sistema digestivo es más probable que sufran un trastorno mental que las personas que no lo sufren. Así, en un estudio con 7940 pacientes de AP, evaluados con el Primary Care Evaluation of Mental Disorders (PRIME-MD), la tasa de prevalencia de trastornos mentales fue significativamente mayor en pacientes con enfermedades somáticas (56,8%) en comparación con los sujetos físicamente saludables (48,9%; OR: 1,37). Además, se encontró que era un 82% más probable encontrar algún trastorno mental en los pacientes con trastornos gastrointestinales crónicos: OR=1.82 (1.61–2.07). La asociación seguramente es aún mayor para el trastorno de pánico una OR=2,0 entre trastornos mentales (incluido el trastorno de pánico) y trastornos gastrointestinales; por otro lado, el 14,5% de los pacientes con estos problemas físicos cumplieron los criterios de trastorno de pánico.
1. Úlcera péptica
Es un desgaste del revestimiento del estómago o la primera parte del intestino delgado, un área llamada duodeno. Una úlcera péptica en el estómago se llama gástrica. Una úlcera en el duodeno se denomina duodenal.
La falta de protección de ese revestimiento ocasiona problemas con los ácidos gástricos que atacan las paredes del estómago o del duodeno, produciéndose malestar físico y sangrado. El problema de la falta de protección está relacionado con la proliferación excesiva de la bacteria Helicobácter pylori, que parece ser independiente del estrés.
Las emociones negativas y el estrés pueden producir alteraciones en la acidez del estómago o del duodeno. En algunas personas con problemas de revestimiento del tejido digestivo, la alta emocionalidad negativa puede estar relacionada con problemas de gastritis e incluso úlcera péptica. Los aumentos del estrés y de la emocionalidad negativa empeoran los síntomas digestivos en pacientes crónicos, si bien la medicación resuelve estos problemas.
En un estudio con más de 43 mil personas se encontró que los trastornos del estado de ánimo / trastornos de ansiedad se asocian con úlcera péptica crónica. El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) (OR= 3,43) estuvo más fuertemente asociado con la úlcera péptica, seguido por el trastorno de pánico (OR = 3,11), la distimia (OR = 3,59), y el trastorno bipolar (OR = 2,91). Las relaciones entre la mayoría de trastornos del estado de ánimo / ansiedad y úlcera péptica fueron sustancialmente atenuadas después de ajustar (reducir el posible efecto) por la nicotina y la dependencia del alcohol.
Parece pues, que a la tendencia individual que sufren algunas personas a la pérdida de revestimiento, así como a la hiperacidez, si se suman los efectos de las emociones negativas (altos niveles de ansiedad y tristeza-depresión), la confluencia de estos factores podrían estar en la base de un aumento de la hiperacidez, así como cambios conductuales no saludables, como fumar y beber alcohol. Si se desarrolla este proceso, bajo estas condiciones, sería más probable que algunas personas desarrollaran desórdenes emocionales (trastorno de ansiedad y del estado de ánimo), así como problemas digestivos (gastritis, úlcera péptica).
Véase el vídeo sobre úlceras de Medline Plus en español.
En un estudio que recoge datos de 17 países sobre las encuestas epidemiológicas de salud mental en el mundo, promovidas por la OMS, se encontró que todas las condiciones físicas (obesidad, diabetes, asma, hipertensión, artritis, úlcera, trastornos cardiovasculares, dolores de cuello-espalda, dolor de cabeza y múltiples dolores) se asociaron significativamente con depresión y/o trastornos de ansiedad, no habiendo variación importante entre ambos desórdenes emocionales en la fuerza de asociación, pero sí entre las condiciones físicas (OR 1.2 – 4.5); además, la comorbilidad del trastorno depresivo y de ansiedad estuvo más altamente asociada con varias de estas condiciones físicas que cada uno de estos trastornos mentales por separado. Para la úlcera, la probabilidad de asociación con un trastorno depresivo era un 80% mayor (OR=1,8), para algún trastorno de ansiedad del 90% (OR=1,9) y para un trastorno comórbido de ansiedad y depresión del 170% (OR=2,7).
2. Enfermedad inflamatoria intestinal
La enfermedad inflamatoria intestinal es una condición en la que el revestimiento interno del tracto gastrointestinal se inflama produciendo úlceras y sangrado. Esta inflamación se produce a menudo en el colon.
Los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal presentan síntomas que incluyen diarrea, dolor abdominal, infecciones y sangrado.
La enfermedad inflamatoria intestinal se clasifica bajo dos nombres principales: la enfermedad de Crohn, que involucra el tracto gastrointestinal completo y colitis ulcerosa, que involucra sólo el colon.
El tratamiento primario de la enfermedad inflamatoria intestinal se realiza con medicamentos, como esteroides, que pueden disminuir la inflamación y eliminar los síntomas.
Véase la presentación enfermedad inflamatoria intestinal de Medline Plus en español.
La enfermedad de Crohn causa inflamación en cualquier parte del sistema digestivo. Aunque se desconoce su causa, puede deberse a una reacción anormal del sistema inmune, lo que explicaría el empeoramiento de síntomas que se produce en épocas en las que el paciente tiene más estrés.
Los síntomas más comunes son dolor en el abdomen y diarrea. Otros síntomas incluyen: sangrado rectal, pérdida de peso y fiebre.
Véase el tutorial interactivo sobre la enfermedad de Crohn de Medline Plus en español.
La colitis ulcerosa es una enfermedad que causa úlceras en la membrana que recubre el recto y el colon. Los síntomas más comunes son dolor abdominal y diarrea con sangre. Otros síntomas pueden incluir anemia, cansancio severo, pérdida de peso o pérdida del apetito.
Véase el tutorial interactivo sobre colitis ulcerosa de Medline Plus en español.
Véase el tríptico sobre Enfermedad Inflamatoria Intestinal de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) y el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
La enfermedad inflamatoria intestinal produce cambios significativos en las emociones, la conducta y la calidad de vida:
1) visitas a médicos: son frecuentes las visitas médicas, pruebas diagnósticas molestas y, en ocasiones, intervenciones quirúrgicas.
2) emociones negativas: sentimientos de abatimiento, con ansiedad, depresión, miedo, preocupación, rabia, vergüenza ante la enfermedad, atención continua a los síntomas, anticipación de dificultades con los baños, etc.
3) cambios en nuestros comportamientos: dejar de salir por cansancio, dejar de hacer cosas saludables (deporte, viajar, ocio, etc.), contar las veces que se va al baño, evitar lugares si no hay baño cerca, etc.
4) cambios en las relaciones: la familia también sufre la enfermedad, nos aislamos de las amistades, se tienen ausencias escolares, frecuentes bajas laborales o pérdida del trabajo, con consecuentes problemas económicos.
3. Síndrome de intestino irritable
El síndrome de intestino irritable, o colon irritable es una afección intestinal muy común. Casi el 15% del total de la población adulta padece los síntomas. Es un problema intestinal que puede causar dolor o provocar cambios en la defecación. No presenta complicaciones graves para la salud, pero sí perjudica de forma importante la calidad de vida.
Entre los síntomas comunes de síndrome del intestino irritable se incluyen: los cólicos abdominales, la hinchazón, los gases y la diarrea. En cambio no se incluyen: presencia de sangre en las heces, pérdida de peso, fiebre ni dolor continuo.
Algunos tipos de comidas pueden causar también los síntomas del síndrome de intestino irritable. Entre estos se incluyen: los productos lácteos, las comidas grasosas, el chocolate, la cafeína o el alcohol.
Algunas personas están tan excesivamente pendientes y preocupadas por sus síntomas digestivos que desarrollan síntomas emocionales similares a los de un trastorno de agorafobia sin trastorno de pánico o una fobia social. Así se desarrollan altos niveles de ansiedad y algunas evitaciones; además, estos cambios cognitivo-emocionales modifican los síntomas del trastorno de intestino irritable, pues si no salen de casa tienen que ir menos al baño que si acuden a su centro escolar o laboral (lo que, a su vez refuerza las evitaciones, produciéndose un círculo vicioso, como sucede en el pánico).
En estos casos, la intervención psicológica para aprender a manejar las anticipaciones, preocupaciones, atención excesiva a los síntomas y la ansiedad debe acompañar al tratamiento médico.
Véase el tutorial interactivo sobre síndrome de intestino irritable de Medline Plus en español.
4. Dispepsia funcional
La dispepsia funcional es una disfunción sin causa orgánica identificable caracterizada por la presencia de dolor abdominal superior o malestar epigástrico recurrente o persistente, frecuentemente asociado a síntomas tales como saciedad temprana, náuseas o vómito.
De acuerdo con los criterios de Roma II, la dispepsia funcional se diagnostica cuando los síntomas están presentes durante al menos doce semanas, no necesariamente consecutivas, y dentro de los doce meses precedentes. De manera específica, el diagnóstico de se basa en los siguientes criterios:
(1) debe haber dolor y malestar centrado en el abdomen superior, de forma persistente y recurrente;
(2) los síntomas deben darse en ausencia de una enfermedad orgánica que probablemente explique los síntomas (incluye evaluación endoscópica);
(3) no debe haber evidencia de que los síntomas se alivien exclusivamente con la defecación o se asocien a cambios en la frecuencia o consistencia de las deposiciones; y
(4) no deben haber síntomas predominantes de reflujo gastro-esofágico.
Existe alguna evidencia de su asociación con diversos factores psicosociales, tales como el estrés psicosocial, el estrés infantil crónico (abuso infantil), la ansiedad, la depresión y la somatización.
Además, existe alguna evidencia de la eficacia de la terapia psicológica en esta condición médica.
Véase el artículo “La dispepsia funcional: Aspectos biopsicosociales, evaluación y terapia psicológica”.
|