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Manejo del estrés
Existen distintos enfoques a la hora de abordar el problema de cómo manejar el estrés de una manera más eficaz o adaptativa.
Así, por ejemplo, en el campo del estrés laboral se suele usar una clasificación dicotómica que considera los siguientes tipos de abordaje: (1) entrenamiento centrado en la mejora de habilidades del individuo; y (2) intervención centrada en la organización o el ambiente. Una clasificación útil también para otros ámbitos distintos del laboral, incluida la prevención y el manejo del estrés en general.
Manejo del estrés: intervención centrada en el individuo
La intervención centrada en el individuo se basa en un modelo psicológico de aprendizaje de habilidades que permiten al individuo afrontar mejor las demandas del ambiente.
Por ejemplo, puede suceder que el individuo interprete las demandas de la situación estresante de una manera magnificada o que no pare de dar vueltas al problema, aunque no pueda hacer nada por el momento para resolverlo. Ambos fenómenos suelen ir juntos y el resultado es un agotamiento de físico y emocional como consecuencia de activar las respuestas del estrés y de la ansiedad, aunque no sean útiles para afrontar la situación.
En este caso, la psicología de la intervención centrada en el individuo ha desarrollado técnicas eficaces de reestructuración cognitiva para enseñarle a hacer una interpretación más ajustada y no rumiar permanentemente el problema.
Con ello se conseguirá un ahorro de recursos que podrán ser empleados de manera más eficiente en el afrontamiento de las demandas de la situación estresante, lo que redundará en una mejora de los resultados y en una prevención de las consecuencias negativas del estrés sobre la salud física y la salud mental.
Repasemos brevemente en qué consiste esta forma de entrenar a los individuos a manejar el estrés. La psicología científica ha desarrollado un cuerpo importante de conocimientos utilizando el método científico. La aplicación de estos conocimientos empíricamente validados al área aplicada de la psicología clínica y de la salud ha permitido el desarrollo técnicas de tratamiento eficaces, que están siendo sometidas a examen constantemente. Este cuerpo de investigación se publica fundamentalmente en las revistas científicas, que utilizan un método de control de calidad de los artículos publicados, mediante la revisión anónima de expertos.
De esta manera, durante las décadas de 1950 y 1960 se desarrollaron las primeras técnicas conductuales o de modificación de conducta. A partir de la década de 1980, este conjunto de procedimientos terapéuticos se ha enriquecido con el desarrollo de las técnicas cognitivas. Hoy en día a este grupo de tratamientos se les conoce como técnicas cognitivo-conductuales y gozan de una buena evidencia empírica como lo demuestran miles de artículos, ensayos clínicos, estudios caso-control, meta-análisis, etc.
Por lo general, el tratamiento de los problemas mentales más comunes (trastornos de ansiedad, depresión, somatizaciones) mediante técnicas cognitivo-conductuales produce mejores resultados que el tratamiento farmacológico y los resultados se mantienen mejor después del tratamiento. Gracias a la investigación científica de los últimos años, la terapia cognitivo conductual ha demostrado ser el tratamiento de elección para diferentes desórdenes, como el trastorno de ansiedad generalizado, el insomnio o el trastorno de pánico.
Además, estas técnicas son eficaces para revertir algunos problemas de salud física que genera el estrés, como los dolores musculares, dolor crónico de espalda, dolor de cabeza o cefalea. También ayudan a la solución de otros problemas psicofisiológicos, así como al modificar determinados aspectos del estilo de vida, como el abandono del tabaco, el seguimiento de una dieta saludable, el incremento de ejercicio físico o la mejora de la adherencia al tratamiento médico, entre otros.
Las técnicas cognitivas son una serie de intervenciones psicológicas en las que hay que comenzar por dar información sobre el trastorno, su curación, los modelos cognitivos que explican el desorden, etc. Algunas entrenan al individuo a interpretar situaciones de una manera menos amenazante. Otras entrenan a las personas en habilidades especiales, como la solución de problemas, la toma de decisiones, el cambio del foco de la atención, etc. Otras técnicas enseñan a identificar pensamientos negativos, errores en la interpretación de la realidad, tendencias individuales que generan ansiedad (tendencia a buscar causas que uno no puede controlar), etc., para después enseñar a cambiar estas tendencias o procesos.
Las técnicas de reducción de la actividad fisiológica enseñan a las personas a relajarse, disminuir la activación, soltar los músculos, respirar correctamente, imaginar, etc., sin necesidad de tomar tranquilizantes u otras drogas psicoactivas. Hay que practicarlas todos los días. Existen diversos tipo de técnicas de relajación: muscular progresiva, respiración, imaginación, etc.
Las técnicas centradas en la conducta resaltan la necesidad de exponerse a las situaciones temidas, acercándose a los estímulos que provocan estrés o ansiedad (bajo situación de control por el individuo), todo ello siguiendo el principio de aproximaciones sucesivas (poco a poco) y el principio del refuerzo (es importante premiarse por los éxitos, en lugar de castigarse). Además, algunas técnicas enseñan al sujeto habilidades personales o sociales para enfrentarse mejor a las situaciones estresantes (como el entrenamiento en inoculación de estrés), u otro tipo de habilidades.
Cuando una persona tiene un trastorno mental o un problema de salud física relacionado con estrés, debe acudir a especialista sanitario con experiencia en este tipo de tratamientos. Estas técnicas cognitivo-conductuales las aplican los psicólogos especialistas en psicología clínica, algunos son expertos en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. La aplicación de estas técnicas se lleva a cabo a lo largo de unos meses (entre 3 y 6 meses aproximadamente, dependiendo de los casos), al cabo de los cuales se habrá aprendido a controlar la ansiedad, a manejar mejor el estrés y habrá desaparecido el trastorno. Habremos conseguido que el estrés vuelva a sernos útil.
En algunos trastornos, los más graves, los que se padecen desde hace muchos años, o los que están acompañados de trastornos de personalidad, por ejemplo, se necesita más tiempo, con frecuencia también tratamiento farmacológico (por ejemplo, antidepresivos), y a veces no se alcanza la mejoría total; pero es que algunos de estos casos pueden ir más allá de un simple problema de estrés.
Durante este periodo de tiempo que dura el tratamiento psicológico se asiste a consulta una vez por semana, durante una hora; además, se hacen ejercicios durante el resto de la semana (por ejemplo, practicar ejercicios de exposición, rellenar autorregistros de pensamientos, o relajación todos los días durante 10-25 minutos en casa).
En los casos menos graves, la psicoeducación es útil para disminuir los síntomas y problemas que el estrés está comenzando a generar. La psicoeducación consiste en adquirir la información necesaria, y ser capaz de utilizarla, para revertir el problema de salud física y/o mental que están comenzando a producir el estrés y las emociones negativas como la ansiedad.
En cualquier caso, es muy importante la psicoeducación. Es decir, tener información acerca de qué es el estrés, qué es la ansiedad y el trastorno en concreto que uno presenta, así como información precisa acerca de la influencia que los pensamientos ejercen sobre las reacciones de ansiedad y el afrontamiento del estrés.
Esta información la suministra el psicólogo. En la página Web de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, SEAS (http:www.ansiedadyestres.org; http://www.ucm.es/info/seas/) podemos encontrar más información al respecto en el apartado “Información General sobre la Ansiedad y el Estrés”. Para complementarla se puede leer algún libro de autoayuda sobre el tema. Un buen libro sobre este tema es el de R.Z. Peurifoy. "Venza sus temores". Madrid: Editorial Robin Book.
Muchas personas con problemas de estrés siguen tratamientos alternativos que no están basados en la evidencia científica, como las hierbas medicinales, las flores de Back, los tratamientos homeostáticos, la acupuntura, el Reiki, la programación neurolingüística (PNL), las constelaciones familiares, el coaching, la curandería, el chamanismo, la videncia, etc., entre otros, porque la lista no para de crecer, como ha sucedido siempre que existe la posibilidad de hacer negocio con la salud. Las personas que siguen estos tratamientos no obtienen ni la curación de sus trastornos, ni siquiera la mejoría de sus síntomas. Es simplemente una pérdida de tiempo, de dinero y de salud.
Otros pacientes siguen tratamientos que no han demostrado hoy por hoy ser eficaces, aunque se sigan enseñando, cada vez menos, en algunas universidades, como el psicoanálisis, la terapia de la Gestalt, la terapia humanista, algunos tratamientos homeopáticos, etc. Con cierta frecuencia encontramos que muchos pacientes llevan años siguiendo alguno de estos tratamientos sin conseguir resolver su problema (en todo caso un alivio de síntomas), cuando estos problemas se resuelven en su gran mayoría en unos meses.
¿A qué se debe que haya tantas personas sufriendo estos problemas, cuando hay tratamientos eficaces? Suponemos que es un problema de falta de información por parte de los pacientes y también muchas veces por parte de profesionales de la salud. Éste es uno de los motivos por los que surgió la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), para tratar de paliar este problema. Se ha avanzado mucho en los 20 primeros años de actividad de esta sociedad científica, pero queda todavía más por hacer.
Una vez hecha esta introducción vamos a ver algunos elementos de la psicoeducación, especialmente a nivel cognitivo, que pueden ayudar a una persona con problemas de estrés, que sufre sus consecuencias negativas, a manejar mejor sus problemas.
Veremos algunos elementos útiles para llevar a cabo la reestructuración cognitiva, así como las técnicas de solución de problemas y entrenamiento en inoculación e estrés.
Desde la perspectiva centrada en el individuo, los programas destinados específicamente a la prevención y manejo del estrés se basan en transmitir un conjunto de técnicas y habilidades cognitivo-conductuales que permita a las personas afectadas conocer, detectar y controlar los síntomas o señales de estrés.
Uno de los elementos esenciales para entrenar habilidades de manejo y control del estrés es ayudar a las personas a realizar valoraciones adecuadas de la realidad y a modificar evaluaciones sesgadas o contraproducentes.
Este proceso se realiza mediante un análisis exhaustivo de la valoración que la persona realiza de las demandas y los recursos de los que dispone, con el fin de ajustar a la realidad su modo de percibir, entender y afrontar situaciones estresantes.
Por ejemplo, una persona puede sobrevalorar la amenaza real de una situación (percibirla demasiado negativa, o difícil, etc.) e infravalorar sus recursos para hacerle frente (no sentirse capaz de afrontarla).
En otras ocasiones puede darse el efecto contrario: infravalorar la situación (no percibe demasiada amenaza) y sobrevalorar sus recursos (se siente capaz).
Si este proceso de valoración no es acertado, no se ajusta a la realidad, si la persona no evalúa de forma objetiva la situación, surgirá la respuesta de estrés, que será mayor o menor en función del grado de acierto que se haya tenido en todo el proceso.
La prevención y manejo del estrés debe ir encaminada a afrontar mejor aquellas situaciones más susceptibles de provocar estrés. No obstante, a veces no es posible cambiar las características estresantes de una situación, por ello el entrenamiento de habilidades debe ir encaminado al manejo del estrés mediante el aprendizaje de tres grupos de técnicas: técnicas de desactivación psicológica, técnicas cognitivas y técnicas conductuales.
Los resultados alcanzados mediante la aplicación de este tipo de programas consiguen reducir considerablemente los niveles de estrés, ansiedad, irritabilidad y depresión, así como la mejora del rendimiento y la satisfacción.
Otra característica digna de reseñar es la disminución del número de accidentes y bajas laborales ocasionadas por problemas de salud derivados del estrés. Además de la mejora de la salud en general y el bienestar psicológico.
La ansiedad y el estrés están íntimamente ligados con los procesos cognitivos, en una doble dirección. Por un lado, existen una serie de procesos cognitivos que pueden generar ansiedad, tales como valoración de la situación, tipos de atribuciones causales, expectativas negativas, creencias irracionales, pensamientos automáticos, pensamientos deformados, autoinstrucciones, o autoeficacia percibida. Pero por otro lado, toda una serie de procesos cognitivos superiores pueden verse alterados por la ansiedad, como por ejemplo, memoria, pensamiento, categorización, evaluación de estímulos, juicios, toma de decisiones, solución de problemas, etc.
Veamos brevemente cómo algunos procesos cognitivos pueden generar ansiedad.
La valoración. Comencemos por el concepto de valoración, sabemos que cuando un individuo valora una situación como una amenaza, comienza una reacción de ansiedad, que será mayor si este individuo valora su capacidad de afrontamiento frente a dicha amenaza como insuficiente o escasa. Modificando la valoración cognitiva de la situación estresante desde una amenaza hasta un desafío, se conseguiría disminuir la percepción de amenaza, de demandas de la situación, y con ello los síntomas de ansiedad y estrés.
Las atribuciones. Está comprobado también, que todos tendemos a hacer atribuciones causales sobre los resultados de nuestras acciones. Se ha comprobado en diferentes estudios que el tipo de atribuciones que realizan las personas está relacionado con su nivel de ansiedad y estrés. Si una persona no es consciente de las consecuencias de su conducta (por ejemplo, de la relación que existe entre estilo de vida y salud, o entre estudiar y aprobar), tendrá un control más pobre sobre los acontecimientos importantes de la vida, tenderá atribuirlos a la suerte u otros factores externos, y tendrá más ansiedad y estrés. Modificando el tipo de atribuciones de causalidad (por ejemplo, de tipo externo por tipo interno) se disminuiría la ansiedad y la tensión provocada por el estrés.
Las expectativas. Las expectativas son una probabilidad subjetiva de que un suceso pueda llegar a ocurrir, de manera que las expectativas tienden a cumplirse, cuando el resultado depende del individuo. Si un individuo tiene expectativas positivas de conseguir algo es más probable que lo consiga que si mantiene expectativas negativas. Por lo general, los individuos con alta ansiedad presentan un elevado número de expectativas negativas sobre muchos resultados que son importantes para ellos, lo que hace aumentar su tensión con respecto a tales resultados. Los psicólogos intentan modificar con la reestructuración cognitiva las expectativas de resultado negativos (como por ejemplo, voy a suspender) por otras más razonables, si dicho resultado depende de nuestra conducta y nuestro esfuerzo (si estudio, puedo aprobar).
Las creencias irracionales. A veces nuestro comportamiento parece apoyarse en ciertas creencias irracionales, que a veces no son demasiado conscientes para nosotros, en el sentido de que no las verbalizamos, o discutimos, pero que suponen en el fondo fuertes convicciones que nos sirven de guía en nuestra conducta. Como la necesidad de perfección, cuando ésta no existe. Algunas técnicas cognitivas, como la terapia racional emotiva de Ellis (1975), han desarrollado procedimientos para hacer ver al individuo que se está comportando de acuerdo con esta creencia irracional (debo hacer todo perfecto) y se le ayuda a modificarlo, lo que cambiará también sus emociones (se reducirá su estrés y ansiedad) y cambiará su conducta en general ante la situación estresante.
Los pensamientos deformados. Los pensamientos deformados son razonamientos equivocados que el sujeto da por buenos, alejándose así de una correcta interpretación de la realidad, con todos los problemas que ello conlleva. Como, por ejemplo, los sujetos ansiosos tienden a exagerar la importancia de un pequeño suceso negativo (magnificación), o por el contrario se minimiza la importancia de un evento positivo.
Las autoinstrucciones. Las autoinstrucciones se refieren a la autocharla interna que mantiene el individuo consigo mismo en cualquier situación, mientras valora su conducta, resalta los aspectos positivos o negativos de su actuación, se da instrucciones a sí mismo para seguir adelante, etc. Estas autoinstrucciones están muy relacionadas con la conducta observable, de manera que una mala actuación suele estar precedida por una autocharla muy negativa. El resultado en este caso será una reacción de ansiedad y una peor ejecución de la propia conducta en dicha situación (Meichenbaum, 1987).
La autoeficacia percibida. La autoeficacia percibida se refiere al grado de control percibido que el sujeto cree poseer sobre sus emociones y sobre su conducta en una determinada situación. Está directamente relacionada con la consecución de los resultados deseados e inversamente relacionada con el nivel de ansiedad alcanzado cuando se está intentando conseguir dichos resultados.
Rumiar, focalizar la atención o sesgo de la atención. Son términos que se refieren al hecho de que cuando estamos preocupados por un problema o situación estresante solemos dedicar una gran parte de nuestro tiempo y nuestra atención a procesar la información amenazante que rodea al problema, lo cual produce ansiedad. Los psicólogos entrenan a sus pacientes en autoobservación y corrección de su foco de atención, de manera que al principio del entrenamiento el paciente dedica mucho tiempo a pensar en su problema, mientras que a medida que progresa el entrenamiento se va reduciendo paulatinamente dicho tiempo, a la vez que se va reduciendo la ansiedad.
Los terapeutas con orientación cognitiva utilizan una amplia variedad de estrategias, como las que acabamos de describir brevemente, algunas puramente cognitivas y otras más conductuales, hasta el punto de que algunos autores señalan que la efectividad de las técnicas de reestructuración cognitiva también podría explicarse en base a principios no cognitivos y sí más conductuales. A su vez, los cambios conductuales refuerzan y promueven los cambios de interpretación cognitiva.
Además de la reestructuración cognitiva, los psicólogos usan con frecuencia las técnicas de entrenamiento en solución de problemas y las de inoculación de estrés. Las veremos a continuación.
El entrenamiento en solución de problemas de D'Zurilla y Goldfried
En general, se puede afirmar que cuando nos encontramos con un problema o situación estresante que produce ansiedad con frecuencia suele haber una percepción de peligro que no es realista, sino que se suelen cometer cuatro tipos de errores o sesgos:
- sobrestimación de la probabilidad de que ocurra el problema
- sobrestimación de la severidad del problema
- infraestimación de los recursos de afrontamiento
- infraestimación de las posibilidades de ayuda de otros.
Para llevar a cabo una reestructuración de un problema muchas veces podremos aplicar las instrucciones dadas para la reestructuración de cómo interpretamos una situación.
En otras ocasiones habrá que llevar a cabo un entrenamiento específico en solución de problemas y toma de decisiones. Por ejemplo, cuando hay uno o dos tipos de problemas que se suelen repetir en diferentes ocasiones.
Para plantearse la solución de un problema que preocupa debemos contar, en primer lugar, con que se va a generar ansiedad y, en segundo lugar, con que es difícil ser concreto y objetivo en la búsqueda de una solución. Por ello, conviene ser sistemático y seguir un procedimiento reglado, con las siguientes fases:
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Definición del problema. De manera clara, específica, operativa, sin mezclar con otros problemas, etc. -
Listado de todas las posibles soluciones. -
Lista de ventajas e inconvenientes de cada una de las posibles soluciones. -
Evaluación de las ventajas e inconvenientes de cada una de las posibles soluciones. -
Selección de la alternativa menos mala. -
No volver atrás nunca en el proceso, si no se quiere caer de nuevo en la ansiedad, darle vueltas a las cosas sin llegar a decidir, etc.
La inoculación de estrés de Meichenbaum
Las técnicas de manejo de ansiedad se basan en el supuesto de que cualquier persona afrontará mejor la situación estresante y su conducta en la misma será más adaptada si se le entrena para ampliar su repertorio de habilidades y destrezas para reducir o manejar su nivel de ansiedad.
La generalización de estas técnicas de manejo de la ansiedad, adaptándolas a distintas situaciones estresantes, incluyendo otras habilidades más generales, ha dado lugar a otras técnicas de manejo de situaciones estresantes, como la “inoculación de estrés”.
El entrenamiento se puede hacer en individual o en grupo y básicamente consiste en el aprendizaje de nuevas habilidades de afrontamiento.
Se trata de entrenar primero a los participantes para que aprendan a:
- aplicar distintas estrategias y técnicas que le permitan mantener unos niveles moderados de ansiedad en la situación estresante
- prevenir las consecuencias negativas del mantenimiento de niveles altos de estrés y ansiedad
- anticipar estrategias de reducción o control de ansiedad, aún antes de que llegue a producirse la reacción, ante los indicios internos o externos anticipadores de ansiedad
- desarrollar la sensación de que pueden controlar situaciones que antes eran incontrolables
Los objetivos del adiestramiento en inoculación de estrés por lo general son:
- Enseñar la naturaleza del estrés y el afrontamiento (psicoeducación)
- Adiestrar para que autocontrolen pensamientos, imágenes, sentimientos y conductas a fin de facilitar interpretaciones adaptativas
- Adiestrar en la resolución de problemas, es decir, definición del problema, consecuencias, previsiones, toma de decisiones y evaluación de los resultados
- Modelar y reproducir las actuaciones reales, la regulación de las emociones y las habilidades de afrontamiento propias del autocontrol
- Enseñar la manera de utilizar respuestas desadaptadas como señales para poner en práctica sus repertorios de afrontamiento
- Ofrecer prácticas de ensayo “in vitro” imaginado y conductual y asignaciones graduadas “in vivo”, cada vez más exigentes, para fomentar la confianza y la utilización de sus repertorios de afrontamiento
- Ayudar a adquirir conocimientos suficientes, comprensión de sí mismos, y habilidades de afrontamiento que les faciliten mejores maneras de abordar situaciones estresante esperadas o inesperadas.
Meichenbaum propone una serie de orientaciones para la elaboración de programas de reducción y prevención del estrés:
- Analizar lo que ha de enseñarse. La intervención ha de tener múltiples niveles.
- Efectuar una evaluación cuidadosa para determinar si factores intra e interpersonales inhiben la puesta en práctica de las habilidades de afrontamiento.
- Establecer una relación de trabajo y utilizar al participante y a otras personas importantes para él como colaboradores a fin de fijar, desarrollar, poner en práctica y evaluar el programa de adiestramiento.
- Enseñar una gama de habilidades de afrontamiento que sea sensible a las diferencias individuales, culturales y de situación. Fomentar un repertorio de afrontamiento flexible.
- Ser sensible al papel de los factores cognitivos y afectivos en el afrontamiento.
- Seleccionar cuidadosamente las tareas de adiestramiento, haciendo que sean similares al criterio.
- Adiestrar para la generalización: no esperarla. El adiestramiento debe hacer explícitos la necesidad y los medios de generalización.
- Asegurar que el adiestramiento se orienta hacia el futuro, previendo e incorporando fracasos posibles y reales en el plan de adiestramiento. Incluir el adiestramiento para la prevención de recaídas.
- Adiestrar en múltiples ambientes cuando sea posible, con varios terapeutas y sobre múltiples tareas. Hacer que el participante se dedique a múltiples asignaciones graduadas en la clínica (por ejemplo, ensayo imaginado, representación de papeles) e in vivo. Utilizar la noción de graduación o inoculación como base del adiestramiento.
- Asegurar que el participante recibe y reconoce la información sobre la utilidad del adiestramiento. Hacer que se atribuyan las mejoras.
- Hacer depender la duración del adiestramiento de un criterio basado en la actuación del participante y no en el tiempo (por ejemplo, una serie fija de sesiones). Siempre que sea posible, incluir sesiones de consolidación, evaluaciones de seguimiento y programas prácticos
Para comenzar se llevaría a cabo una entrevista en la que se persiguen los siguientes objetivos:
- Obtener ejemplos de acontecimientos y reacciones estresantes, e incrementar la conciencia de los participantes acerca de su contribución a la reacción de estrés
- Evaluar las expectativas de los clientes acerca del adiestramiento
- Proporcionar un análisis cognitivo-funcional de los determinantes internos y externos de las reacciones estresantes, de modo que los participantes puedan ser conscientes de las señales de baja intensidad que indican el inicio de tales reacciones
- Examinar, de una manera colaboradora, los elementos comunes o temas presentes en las situaciones estresantes
- Considerar con los participantes el impacto que ejerce el estrés en su funcionamiento cotidiano
- Formular, con espíritu de colaboración, objetivos de tratamiento y planes de adiestramiento)
En la primera fase, la fase de “conceptualización” el principal objetivo es preparar el escenario para las intervenciones posteriores, estableciendo una relación de trabajo en colaboración entre el participante o participantes y el terapeuta. El terapeuta utiliza una variedad de medios, entre los que figura la entrevista, la memorización de imágenes, el autorregistro, las evaluaciones conductuales y los tests psicológicos, a fin de recoger información sobre la naturaleza del estrés que sufre el participante. Esta información proporciona al participante una reconceptualización de sus reacciones de estrés. El proceso de reconceptualización se complementa a veces con material bibliográfico. Este capítulo ha subrayado las directrices clínicas y el estilo del terapeuta necesarios para asegurar la colaboración y evitar la resistencia del participante, facilitando su adhesión al tratamiento.
El principal objetivo de la segunda fase del adiestramiento en inoculación de estrés, llamada de “adquisición de habilidades y ensayo”, es ayudar a los participantes a desarrollar y consolidar una variedad de habilidades de afrontamiento intra e interpersonales. Las habilidades de afrontamiento entrenadas surgen naturalmente del proceso de reconceptualización. Las técnicas de adiestramiento específicas revisadas incluyen el adiestramiento en relajación, los procedimientos de reestructuración cognitiva, la resolución de problemas y el adiestramiento en autoinstrucciones. El capítulo termina haciendo hincapié en la necesidad de adaptar individualmente las intervenciones, puesto que en algunos casos la negación puede ser una respuesta de afrontamiento más adaptativa que los enfoques cognitivos más válidos. Se han revisado las directrices clínicas necesarias para llevar a la práctica esos modos de adiestramiento.
Por último, el objetivo principal de la tercera fase del adiestramiento en inoculación de estrés, llamada de “aplicación y consolidación”, es ayudar a los participantes para que practiquen sus habilidades de afrontamiento tanto en las sesiones de adiestramiento como in vivo. Hasta aquí, hemos considerado técnicas como el ensayo imaginado y conductual, el modelamiento, la representación de papeles y la práctica graduada in vivo, y hemos revisado las orientaciones clínicas para la intervención con cada procedimiento. También hemos examinado el importante concepto de prevención de recaídas para fomentar sentimientos de eficacia y resistencia. El adiestramiento AIE puede extenderse en el futuro mediante el uso de sesiones de refuerzo e intervenciones de seguimiento y consolidación.
Intervención centrada en la organización
Además de la intervención centrada en el individuo, para prevenir y reducir el estrés existe otra alternativa, que es centrar la intervención en las demandas del ambiente. Así, por ejemplo, intervención centrada en la organización, dentro del ámbito laboral, consiste en intervenir directamente sobre el entorno laboral: sus normas, roles, demandas, estructura, funcionamiento, etc., analizando y modificando los factores de riesgo que pueden estar presentes en el trabajo, como por ejemplo:
- Cultura organizacional o "clima" de la organización.
- Demandas: sobrecarga de trabajo y exposición a riesgos físicos.
- Funciones: comprensión de funciones y expectativas de la organización.
- Factores individuales: atender a las diferencias individuales.
- Apoyo social de compañeros y superiores.
- Formación para dotar a los trabajadores de las habilidades necesarias para realizar su trabajo.
- Control: grado de influencia de los trabajadores sobre el modo de hacer u organizar su trabajo.
- Conflictos interpersonales.
Parece bastante claro que el estrés laboral puede estar producido por un estilo organizativo inadecuado, mal gestionado. No es infrecuente encontrar hábitos poco útiles para abordar las tareas, como por ejemplo, algunos procedimientos irracionalmente costosos, burocracia excesiva, normas rígidas e inflexibles, etc.
En este sentido, la colaboración de los trabajadores es fundamental para denunciar y corregir los procedimientos estresantes que deben ser modificados, así como para proponer soluciones alternativas renovadas que sustituyan los viejos hábitos.
Véase el documento del INSHT “Prevención del estrés: intervención sobre la organización”, en el siguiente enlace:
http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/401a500/ntp_438.pdf
Prevención del estrés
Si tomamos un modelo amplio de estrés y ansiedad, las labores de prevención se pueden realizar a dos niveles: (1) reducir las experiencias traumáticas o los niveles de estrés en el ambiente; (2) incrementar la resistencia al estrés, aumentando las habilidades de manejo de ansiedad, o llevar a cabo una reestructuración cognitiva para establecer una relación realista (adaptativa) entre la intensidad del estímulo estresante, su grado de peligrosidad, su probabilidad de ocurrencia, etc. y la reacción al mismo.
Las intervenciones en el nivel ambiental deberían ir dirigidas a remover los obstáculos, modificar las normas y costumbres, cambiar las actitudes culturales y los estereotipos que fomentan la ansiedad innecesaria y promueven un estilo de vida con un nivel creciente de estrés.
Las intervenciones centradas en el nivel individual pueden abordarse desde diferentes programas: (1) programas de entrenamiento en afrontamiento de situaciones; (2) inoculación de estrés; (3) programas de fomento del apoyo social; (4) reestructuración cognitiva y modificación de la valoración de situaciones.
En estas intervenciones, se informa al individuo que la ansiedad y el estrés dependen de múltiples factores, tanto situacionales como personales, por lo que son muchas las variables sobre las que se puede incidir para prevenir o reducir la ansiedad y el estrés. A nivel personal y de manera muy general, si tenemos en cuenta ambos tipos de factores (situaciones e individuos) cabría señalar algunas variables importantes sobre las que podemos incidir.
Las siguientes recomendaciones pueden ser útiles en general para usarlas en cualquier entrenamiento con cualquier individuo:
1. Solución de problemas y toma de decisiones
- En general, en muchos periodos de nuestra vida debería predominar la ausencia de grandes problemas (por ejemplo, de salud). Deberíamos aprovechar esos períodos para saber valorar lo que tenemos, nuestro estado de bienestar e incrementar nuestras fortalezas (conocimientos, curiosidad, persistencia, creatividad, amabilidad, entusiasmo, inteligencia emocional, etc.). Todo ello nos ayudará a ser más felices y a estar mejor preparados cuando vengan los problemas
- No hacer varias cosas a la vez (por ejemplo, comer y ver la televisión) porque nos activamos más y dejamos al margen cosas importantes (como descansar durante las comidas, la comunicación familiar o el control de lo que comemos)
- Cuanto tenemos muchas cosas que hacer, debemos planificar el orden de las tareas e ir ejecutándolas sin prisas, sin anticipaciones de la siguiente actividad, con pequeñas pausas entre una y otra, parándonos un momento a pensar en el plan y felicitándonos por lo que ya hemos hecho, en lugar de sentirnos mal por lo que falta por hacer
- No dejar pasar los problemas, no postergarlos ni evitarlos: afrontarlos de una manera más activa o más pasiva, pero decidiendo qué es lo mejor en cada caso. Las estrategias de evitación suelen ser malas a largo plazo
- No analizar continuamente el problema o las alternativas de solución: esto produce ansiedad. Imaginar las distintas alternativas nos activa para pensar y para poner en marcha comportamientos en pro de las acciones que anticipamos
- No añadir elementos accesorios al problema, porque no ayudan a entender lo esencial, la definición del problema
- Tomar decisiones siguiendo un proceso lógico: (1) definición o planteamiento del problema; (2) definición y análisis de las diferentes alternativas de solución (discutiendo los pros y contras de cada alternativa); (3) elección de la menos mala (recuerda que no existe una que sea perfecta, porque de lo contrario no habría problema); (4) poner en marcha la opción elegida, tratando de optimizar los pros y minimizar los contras; (5) no volver atrás en el proceso de toma de decisiones, para evitar seguir dando vueltas al problema
- Para resolver mejor los problemas es bueno mejorar nuestras habilidades de afrontamiento del estrés y de manejo de las emociones, procurando aumentar nuestros conocimientos sobre estos temas
- En muchas ocasiones tendemos a hacer una valoración cognitiva exagerada de los problemas, ya que la primera alarma nos lleva a pensar que “es mejor prevenir que curar”. Esto es adaptativo (es la esencia de las emociones negativas, que nos ayudan a adaptarnos mejor). Pero, por otro lado, no tiene sentido sufrir por la anticipación de problemas que no van a suceder, ya que la probabilidad de que ocurran es muy baja (por ejemplo, similar a la probabilidad de que nos toque la lotería, que pensamos que no nos va a tocar)
- Tampoco tiene sentido pretender estar preparado para todo, porque nos agotaríamos. Es mejor confiar en nuestra capacidad de respuesta, si surge el problema, cuando surja
2. Interpretación de situaciones y problemas
- Es bueno tener un cierto grado de estrés cotidiano, por ejemplo cierto grado de actividad. Es mejor tener que activarnos, tener que afrontar ciertos retos, que el que no suceda nunca nada relevante en nuestra vida. Es bueno, por ejemplo, ponerse objetivos de superación (para nuestra formación, para nuestros intereses, etc.). Es bueno que una persona joven prejubilada tenga objetivos de vida, pues de lo contrario envejecerá más deprisa y peor
- Los eventos vitales estresantes son acontecimientos importantes que nos cambian en mayor o menor grado la vida, pero al cabo de un tiempo hay que intentar volver a la normalidad
- Los eventos traumáticos a veces superan ampliamente nuestra capacidad de afrontamiento, pero hay que procurar que no queden secuelas importantes para el futuro. Tenemos una capacidad para aprender de los eventos traumáticos, pero ese aprendizaje no debe arruinar nuestra vida futura, sino sernos útil para afrontar situaciones similares
- El estrés que nos produce un problema o situación depende de las consecuencias que prevemos, pero a veces exageramos las consecuencias negativas: hipervaloramos la probabilidad de que ocurra algo malo, hacemos un análisis catastrofista de las consecuencias, realizamos una interpretación negativa de una situación ambigua, llevamos a cabo anticipaciones negativas y empezamos a sufrir un problema que no existe, etc.)
- A veces, infravaloramos nuestra capacidad de afrontamiento, que ya hemos demostrado frente a otros problemas que hemos sabido resolver. Esto nos puede llevar a no hacer nada, cuando podríamos hacerlo, aumentar la ansiedad e incluso bloquearnos
- En algunas ocasiones, haber afrontado un problema o situación estresante nos genera un aprendizaje emocional desadaptado, que nos lleva a tener síntomas emocionales desagradables que antes no teníamos. En este caso debemos intentar volver a la normalidad lo antes posible. Lo mejor que podemos hacer es comenzar por mejorar nuestros conocimientos sobre las emociones, el aprendizaje emocional, el manejo y la autorregulación emocional
- El apoyo social es muy útil para amortiguar el impacto de las situaciones estresantes más duras. Es bueno dejarse ayudar. Recuerda que tú te sientes mejor si ayudas a tus amigos y familiares
- Aprende a delegar en el trabajo. Si eres muy perfeccionista, te será más difícil, pero más necesario. Hazlo
- No sobreprotejas a tus hijos, aprende a delegar responsabilidades en ellos. Ellos necesitan aprender, madurar; y tú, descansar
- En los conflictos interpersonales es bueno saber defender nuestros derechos, con asertividad, con habilidades sociales, pero también es bueno tener empatía, saber ponernos en el lugar del otro e intentar ayudar a los demás, sin descuidarnos a nosotros mismos
- Si estamos nerviosos: entender que es natural, la ansiedad es tan natural como el miedo, la alegría o el enfado, y no preocuparnos aún más porque estamos activados o nerviosos. Hay personas que creen que la ansiedad es un signo de debilidad. Esto es absurdo. Tan absurdo como considerar que es una debilidad estar triste si perdemos a un ser querido
- No intentes pensar lo que pensarán los demás de ti en una situación social. No eres adivino. Eso que atribuyes al pensamiento de los otros es tu pensamiento. Puedes cambiarlo si, por ejemplo, estás siendo más exigente contigo que con los demás (los demás puede ponerse nerviosos, tú no; los demás puede decir cualquier cosa, tú no)
- Actuar con naturalidad, no evitar los problemas, no estar preocupados por lo que los otros puedan pensar de nosotros o de nuestro problema
- Es bueno saber que los demás no perciben nuestros síntomas de ansiedad con la misma intensidad que nosotros los estamos experimentando y no tener miedo a mostrarnos nerviosos (somos humanos)
- Es bueno pensar que los demás también tienen ansiedad y que cuando nosotros notamos su ansiedad no les condenamos (¿por qué tenemos que ser más severos con nosotros mismos que con otros?)
3. Atribuciones y autoestima
- Las personas que no saben prever las consecuencias de sus actos tendrán más problemas que quienes sí saben anticipar dichas consecuencias.
- Por ejemplo, el factor más importante para gozar de una buena salud es nuestro estilo de vida. Por lo tanto, si no adquirimos información sobre estilo de vida y salud, no podremos hacer una buena prevención sobre problemas de salud (un factor de estrés importante en la vida)
- Otro ejemplo, la probabilidad de encontrar trabajo, poder realizarnos a través de nuestra actividad laboral o tener mejor salud relacionada con el ámbito laboral depende de nuestra formación. Por lo tanto, cuanto más formados estemos, mejor nos irá en estos temas
- Si procuramos hacer bien las actividades más importantes de nuestra vida (estudiar, trabajar, cuidar las relaciones familiares, de pareja, de amistad, nuestro ocio, nuestros intereses, etc.), deberíamos saber integrar toda esta experiencia positiva en una buena autoestima y experimentar bienestar por todo ello
- Si hemos hecho bien una cosa, debemos saber valorarla, reconocer nuestra propia autoría y felicitarnos por ello. No ha sido la suerte, sino nuestro esfuerzo y nuestra capacidad, las que nos han permitido alcanzar este buen resultado. Y esto debería hacernos sentir bien y mejorar nuestra autoeficacia percibida para hacer bien este tipo de tareas, lo que nos dará más seguridad (menos ansiedad) a la próxima vez que nos enfrentemos con una situación similar
- Las personas que no saben experimentar bienestar por las cosas que hacen bien, a la larga experimentan una profunda insatisfacción en sus vidas, que les lleva a la depresión
- Si una persona hace bien las cosas importantes de su vida, pero tiene una baja autoestima y una baja satisfacción vital, seguramente falla en alguna parte del proceso de construcción de su autoestima. Recordemos las partes del proceso en las que puede fallar: (1) hacer muy pocas cosas; (2) hacerlas mal; (3) no saber valorarlas; (4) saber que están bien hechas, pero no hacer atribuciones internas, nos han salido bien por suerte; (5) no premiarse por haberlas hecho bien (era nuestra obligación); (6) no saber generalizar
- Si hemos hecho mal una cosa, no debemos echar balones fuera (atribuciones de causalidad externa). Es mejor reconocer que hemos actuado mal en esta ocasión (atribución interna, pero temporal, no estable, no global; lo contrario de pensar que somos tontos, atribución interna, estable y global). Pero, al mismo tiempo, debemos analizar nuestros errores y corregirlos, sin culpas, sin pensamientos negativos sobre uno mismo ("esta vez lo he hecho mal, debo corregirlo")
- Es bueno querernos y tratarnos bien, aprendiendo de nuestros errores, en lugar de castigarnos por los mismos
- Si adoptamos una actitud negativa contra nosotros mismos, criticándonos continuamente, no tendremos quién nos defienda. Sabemos mejor defendernos de ataques externos que de ataques propios. Por ello, debemos poner límites a nuestra autocrítica. Es mejor reflexionar sobre nuestros errores que enfadarnos y criticarnos cruelmente
4. Relaciones con los demás (pareja, amigos, compañeros, familia, etc.)
- Las buenas relaciones se basan en la comunicación. Habla con las personas de tu alrededor. Aprovecha las comidas para hablar con tus hijos y tu familia
- Reforzar las conductas positivas de las personas de nuestro entorno, con aprobación, halagos, sonrisas, pequeños detalles, etc.
- Corregir las conductas negativas de las personas de nuestro entorno, dándoles la información a tiempo y nuestra desaprobación, pero sin broncas, sin culpas, ni otros castigos
- No sacar continuamente los problemas del pasado, las culpas de los demás (ya los habíamos perdonado)
- Recordar siempre que una pareja en crisis intercambia muchos castigos y pocos refuerzos, justo lo contrario de una pareja sin problemas, que intercambia halagos, sonrisas, caricias, bromas, besos, etc.
- Maneja los conflictos con calma, templanza y de forma reflexiva. Si puedes, cede, pide perdón, sé empático y altruista. Si se aprovechan de ti, se asertivo, utiliza tus habilidades sociales y si es necesario y posible muestra enfado de una manera civilizada, pero seria y contundente
5. Manejo de nuestro carácter
- Podemos corregir en parte las tendencias de nuestra personalidad y debemos hacerlo, si son un riesgo para sufrir altos niveles de ansiedad y estrés, como sucede con el carácter ansioso, obsesivo, perfeccionista, rígido, controlador, etc.
- Recordemos que una persona introvertida se puede comportar como si fuese extrovertida, aunque luego volverá a su tendencia natural
- Igualmente una persona con carácter ansioso (nervioso), obsesivo (con tendencia a sufrir pensamientos intrusos, repetitivos, monotemáticos, que generan ansiedad), perfeccionista, rígido, o controlador, puede intentar ser más relajada, menos rumiativa (dedicar más tiempo al mundo social y menos a sus pensamientos obsesivos), menos perfeccionista (perdonar más los errores), más flexible, menos rígida y conformarse con un control posibilista, en lugar de buscar el control perfecto (por ejemplo, conformarse con un 95% del control porque si quiere conseguir el 100%, se va a estresar más y no lo va a conseguir)
- Si tiendes a enfadarte con mucha facilidad, debes tener en cuenta que estás estresando a las personas de tu entorno y no tienen por qué aguantar tu carácter irritable. A la larga, este problema de pasará factura: muchas personas te evitarán y otras, las que más te quieren, te sufrirán, a veces con resentimiento
6. Entrenamiento específico en técnicas de control de ansiedad y estrés
- Practicar la relajación con cierta asiduidad, a ser posible todos los días, durante al menos 3 meses, y especialmente en los momentos en los que nos encontramos peor, dedicándonos algún tiempo a nosotros mismos. Disminuye nuestra activación fisiológica y el malestar emocional. El ejercicio físico también nos puede ayudar
- Leer algún libro bueno o página Web, como ésta, de técnicas cognitivas, en formato de autoayuda, para aprender a pensar bien, eliminando algunos pensamientos erróneos, ideas irracionales, etc., que nos estresan
- Exponerse poco a poco a las situaciones que tenemos miedo o pánico
- Aprender a decir no, cuando nos cuesta mucho, pero sabemos que es mejor decir no. Ser asertivos, pero con habilidad social
- Practicar nuestras mejores habilidades sociales. Entrenarlas si no las poseemos
- Si tenemos dificultades, no sabemos poner en marcha estas actividades que nos pueden ayudar a controlar nuestro estrés, a reducir nuestra ansiedad, ponernos en manos de un buen especialista. Si seguimos sus indicaciones, nos ayudará a recuperar el bienestar y la salud
7. La dieta
- Conviene comer sano, evitando las comidas que sobrecargan a nuestro organismo con pesadas digestiones u otras consecuencias negativas a corto, medio o largo plazo (obesidad, colesterol, etc.)
- Usar el tiempo de comer como momento de descanso y ruptura con nuestras actividades profesionales
- Es bueno aprovechar la comida para hacer vida social y familiar
- No abusar del alcohol en las comidas
- Si se tiene el problema del llamado “comer emocional”, debes saber que es necesario aprender a manejar las emociones para poder controlar la dieta. En esta Web encontrarás información sobre cómo aprender a manejar ambos temas, emociones y dieta saludable
8. Descanso
- Dormir lo suficiente, en torno a ocho horas
- Tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de ocio y descanso
- Fomentar las relaciones sociales como alternativa al trabajo
- Dejar el trabajo en la oficina (tanto los papeles, como las preocupaciones)
- A algunas personas muy activas les cuesta aprender a no hacer nada, a descansar. Pero es necesario descansar para volver a estar frescos (recuperar los recursos gastados) y no agotarse
9. Ejercicio físico
- La práctica moderada de algún deporte o ejercicio físico ayuda a relajarnos
- Es necesario andar todos los días al menos treinta minutos para ejercitar una serie de funciones relacionadas con la actividad osteomuscular, cardiovascular, etc. También nos ayuda a sentirnos mejor
- Utilizar las actividades de ejercicio físico para airearnos (naturaleza), relajarnos y disipar nuestros pensamientos charlando relajadamente con las personas de nuestro entorno
10. Organización
- La organización del tiempo y de nuestras actividades, estableciendo horarios, es fundamental para poder descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos sobresaltos, olvidos importantes, etc.
- No llegar tarde a las citas, contando con los pequeños retrasos habituales para estar a tiempo
- Saber seleccionar actividades cuando no podemos hacer todo
- Crear nuevos grupos, nuevas estructuras y delegar en ellos lo que no podemos atender
Todos estos consejos sobre prevención del estrés se basan en los siguientes principios:
- lo que pensamos orienta nuestra conducta, puede generar una actitud favorable o desfavorable, aumentar o disminuir la motivación, y puede generar reacciones emocionales de distinto tipo que cambien la dinámica de nuestra conducta, nuestra activación y nuestra tendencia a actuar;
- la información que tenemos sobre la realidad y los sesgos o errores cognitivos al procesar esta información pueden llevarnos a aumentar la importancia de las demandas del ambiente (estrés) y a desarrollar emociones negativas;
- la evitación de las situaciones temidas, a la larga (tras varias repeticiones), hace aumentar el temor, mientras que la exposición repetida a las mismas, nos ayudará a disminuirlo;
- el aprendizaje emocional se regula básicamente por normas de dos tipos: unas de tipo cognitivo (sesgos o errores de tipo atencional e interpretativo, conducen a reacciones emocionales) y otras de tipo asociativo (para extinguir temores condicionados es necesario que haya cierto grado de exposición a los estímulos temidos, bajo ciertas condiciones);
- los hábitos de conducta se generan por aprendizaje, mediante la repetición progresiva de las conductas que queremos implementar;
- nuestra conducta tiene consecuencias importantes, a corto, medio y largo plazo, sobre nuestro bienestar físico, psicológico y social;
- podemos modificar nuestra conducta y la de los demás aplicando de manera adecuada contingencias de refuerzo o castigo (consecuencias) adecuadas: los premios o refuerzos que siguen a una conducta, aumentan la probabilidad de que se vuelva a repetir dicha conducta, mientras que los castigos pueden disminuir esta probabilidad;
- debemos conocer nuestro carácter y aprender manejarlo, pues las tendencias de nuestra personalidad nos llevarán una y otra vez a repetir los mismos errores, pero podríamos reconducir este tipo de conductas;
- si nos lo proponemos podemos aprender a cambiar nuestra conducta en determinadas situaciones, mejorar nuestro estilo de vida, abandonar hábitos perniciosos para la salud, desarrollar hábitos saludables, manejar nuestras emociones o avanzar en nuestro crecimiento personal;
- las emociones juegan un papel destacado sobre nuestra conducta y nuestro bienestar, por lo que es importante conocerlas y aprender a manejarlas.
En definitiva, si tenemos información sobre qué es el estrés, qué efectos produce y cómo podemos aprender a manejarlo con principios y técnicas eficaces, pode aprovechar sus consecuencias positivas y reducir sus consecuencias negativas.
Si ponemos en marcha esta información y dedicamos algún tiempo a cultivar algunas habilidades o aprendizajes que nos pueden ayudar a manejar el estrés, aprenderemos a manejar el estrés.
Para ello, es bueno aprender a relajarnos, saber hacer interpretaciones adecuadas, no centrar nuestra atención exclusivamente en los problemas, utilizar los principios de la solución de problemas o toma de decisiones, aprender a organizarnos mejor, descansar lo suficiente, hacer rupturas en la actividad que nos agota, seguir una dieta adecuada, hacer ejercicio, cultivar las relaciones sociales, abandonar los hábitos tóxicos, desarrollar conductas saludables, promover un estilo de vida saludable, etc.).
Si practicamos estas habilidades (hacer relajación, ejercicio físico, etc.) con cierta regularidad, reduciremos considerablemente el riesgo de que el estrés nos pueda afectar negativamente, a nuestro rendimiento y salud física o mental.
Deberemos estar atentos para saber cuándo el estrés nos está desbordando. Para ello, generalmente basta con ser conscientes de que estamos cada vez más nerviosos o irritables, no sonreímos, no disfrutamos del trabajo, la familia, el ocio, los amigos, etc.
Si es así, habrá que aflojar el ritmo, hacer rupturas, descansar, etc. Si respondemos al test de ansiedad, nos puede ayudar a decidir si estamos demasiado alterados y hay que comenzar a poner remedio.
¿Por dónde comenzar? Siempre hay que comenzar por la adquisición de información. Es el primer paso. Esta Web puede servirnos para este primer paso. Por lo general, es bueno repasar la información varias veces, para ir cambiando nuestra forma de pensar (de interpretar la realidad), para interiorizar o hacer “nuestra” esa información.
Después, en segundo lugar, habrá que entrenar habilidades. Para ello, debemos repetir cada día pequeños ejercicios, como la relajación, que debemos hacer diariamente, durante al menos 3 meses (deseable 6).
O desarrollar nuevos hábitos para hacer ejercicio físico o aprender a comer mejor. O exponernos progresivamente, cada vez un poquito más, a situaciones que estamos entrenando, que antes evitábamos.
También es útil resumir la información, hacernos esquemas, anotar frases importantes que deben ayudarnos a cambiar, repetir procesos (como el de solución de problemas). O repasar interpretaciones alternativas y analizar las ventajas de esta nueva forma de ver la realidad.
Si se necesita información adicional, el servicio gratuito de información y asesoramiento de la Sociedad Española para el estudio de la Ansiedad y el Estrés, SEAS (seas.cons@psi.ucm.es) puede ayudarnos a resolver cualquier duda.
Véase el documento del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) “Prevención del estrés: intervención sobre el individuo”
http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/301a400/ntp_349.pdf
Véase el documento del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) “Prevención del estrés: intervención sobre la organización”
http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/401a500/ntp_438.pdf
Véase el vídeo de Canal UNED titulado "Miedo al examen. Programa de ansiedad ante los exámenes", en el siguiente enlace:
http://www.canaluned.com/mmobj/index/id/7885
Véase el vídeo de Canal UNED titulado Estrés y ansiedad, en el siguiente enlace:
http://www.canaluned.com/mmobj/index/id/7923
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