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Pontificia Universidad Católica
Madre y Maestra
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Estrés, emociones y familia

Para adaptarnos mejor a las exigencias del medio, los seres humanos desarrollamos importantes relaciones de apego a las personas más significativas de nuestro entorno, especialmente el familiar.

La teoría del apego conceptualiza la propensión humana para crear vínculos afectivos que sirven para dar un sentido de seguridad emocional y regular el sufrimiento durante toda la vida.

La relación de apego, por ejemplo, la establece una madre con su bebé desde el momento de la concepción, pasando por el embarazo, el parto, los primeros cuidados, etc. Algunas hormonas como la oxitocina aumentan su nivel durante este proceso, especialmente en la madre, aunque también en el padre, en menor medida. Esta hormona favorece el desarrollo de emociones y sentimientos de protección hacia el bebé, que nace desvalido y necesita de la protección de sus padres para sobrevivir. Durante la época de crianza los padres son más sensibles a las necesidades de la infancia, no sólo con sus hijos, sino en general con cualquier niño.

Así pues esta relación de apego está asociada a los cambios cognitivos, emocionales y del comportamiento que experimentan las madres y los padres ante el nacimiento y crianza de su bebé.

En general, vivir en pareja está relacionado con bienestar y mayor esperanza de vida. Existe una relación dosis-efecto entre el porcentaje de la vida que se ha vivido pareja y la esperanza de vida:

1) viven menos, las personas que nunca han tenido pareja;

2) viven más tiempo que las anteriores aquellas que la han tenido, pero la perdieron; y

3) gozan de la mayor esperanza de vida las personas que han vivido en pareja y no la han perdido.

Aunque habría que matizar que en algunos casos esta regla general no se cumplirá, como en los casos de personas que son desgraciadas en su pareja, pero mantienen la convivencia. Sin embargo, se sabe que la regla se cumple en general cuando se analizan los datos de varios cientos de miles de personas.

La explicación de estos datos hay que buscarla en el apoyo social mutuo que ambos miembros de la pareja se prestan. El apoyo social funcional está relacionado con mejor salud, bienestar, o mejor afrontamiento del estrés; mientras que la falta de apoyo social o el apoyo social disfuncional predice peor salud, lo que puede afectar a la esperanza de vida.

A su vez, cuando se analizan las causas de este aumento de la probabilidad de tener una mayor esperanza de vida cuando se vive en pareja, se encuentran motivos diferentes para hombres y mujeres.

1. El hombre que vive en pareja tiende a ganar en algo que es esencial para la salud y la esperanza de vida, que es la mejora de su estilo de vida, respecto a los hombres que no viven en pareja. Mejoran sus horarios, comidas, cuidados de salud, prevención en general, etc. Es decir, en general, aumentan las conductas saludables y disminuyen las conductas no saludables.

2. La mujer que vive en pareja tiende a ganar también en algo importante para la salud, el bienestar y la esperanza de vida, que es la seguridad emocional y socioeconómica (bienestar emocional y social). La mujer sin pareja, por lo general, cuando se analizan los datos de varios cientos de miles de personas, tiende a tener más problemas de inseguridad a nivel psicológico y a nivel económico.

En España, el grupo de personas previamente casadas y ahora separadas presenta una mayor probabilidad de sufrir un trastorno de ansiedad en el último año (7,1%) que las personas que continúa con su pareja (5%). A su vez, el primer grupo consume más fármacos psicotrópicos, 28,5% en los últimos 12 meses, que el de casadas en la actualidad (16,1%).

Pero el hecho de vivir en familia no sólo proporciona apoyo social, sino que también genera estrés en muchas ocasiones. Véase el apartado “Estrés familiar”.

Por ejemplo, el porcentaje de mujeres cuidadoras de familiares con dependencia (con mayor frecuencia, Alzheimer) que consumen fármacos psicoactivos asciende al 37,1%, frente al 16% de la población.

En una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se encontró que los problemas familiares eran la segunda causa más importante de estrés (para el 50% de los encuestados), después del estrés laboral (66%). No obstante, tienen más estrés (y sufren más sus consecuencias negativas) los desempleados y los que no tienen apoyo social familiar porque viven solos.

En la misma encuesta también se encontró que tenían más estrés las mujeres y las personas con niños pequeños o adolescentes. En las encuestas de estrés laboral se observa que las mujeres tienen más problemas de conciliación entre la vida familiar y la laboral que los hombres, ya que dedican más tiempo a la familia por diferentes motivos: limpieza, organización, educación de los hijos, cuidados de salud de todos los miembros, etc.

Así, en la encuesta de la OCU, el 28% de los hombres encuestados afirma haberse sentido estresado muchas veces, pero entre las mujeres, el porcentaje sube hasta el 39%. En el estudio ESEMeD España se encontró que, en general, la mujer tiene una probabilidad 2,8 veces mayor que el hombre de desarrollar un trastorno de ansiedad en los últimos 12 meses; y las mujeres con baja por maternidad tienen una probabilidad 3,4 veces mayor de desarrollar este tipo de trastornos.

En el año 1999 la encuesta de fecundidad del INE encontró que una de cada cuatro mujeres desearía tener más hijos, pero se lo impedían motivos económicos y laborales.

Según la encuesta de empleo del INE 2002-2003, son notables las diferencias en el tiempo dedicado por hombres y mujeres a las tareas del hogar y cuidados familiares. Así, mientras que el 92,2% de las mujeres dedican 4 horas y 45 minutos diarios por término medio a estas tareas, el 69,6% de los varones dedica tan sólo 2 horas y 4 minutos diarios. Estas diferencias se mantienen con independencia de la situación laboral.

Así pues, las madres se ocupan de más tareas de la casa, entre ellas las relacionadas con la educación y la salud. El hombre tradicionalmente se ha ocupado menos de estos temas, pero más de otros relacionados con la economía.

La educación para la salud que reciben los hijos se lleva a cabo principalmente en la familia y quien proporciona información, cuidados familiares o quien organiza la agenda de visitas al médico, vacunaciones, etc., suele ser la mujer.

Por ello, algunas guías sobre promoción de la salud están dirigidas a la familia, como las que presentamos a continuación.

Véase la guía de Fundación Mapfre, “Vivir en salud: claves para estar bien. Guía para las familias”.

Véanse las guías del Servicio Andaluz de Salud “Rehabilitación cardiaca y prevención secundaria. Todo lo que debo saber tras sufrir un infarto de miocardio o angina de pecho. Información para pacientes y familiares” y “Sana, fácil, divertida. Actividad física en familia”.

Véase también la presentación “Cómo construir una escuela saludable y segura”.