| 
 Trastorno  obsesivo-compulsivo 
Las  obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes de carácter  recurrente y persistente que se experimentan como intrusos e  inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos. Las  compulsiones son acciones mentales o conductas repetitivas,  realizadas con el fin de neutralizar la ansiedad producida por la  aparición de las obsesiones. 
En  las obsesiones el tipo de pensamientos, imágenes y preocupaciones  abarcan un amplio espectro de  temores que pueden ser de contenido  tanto real como imaginario. Por ejemplo temor a contaminarse, dejar  la puerta abierta, hacer daño a alguien,  o sufrir un accidente si  se pisan las rayas del suelo, etc. Recuérdese en la película “Mejor  imposible” el personaje principal (Melvin) interpretado por Jack  Nicholson. Las clasificaciones de tipos de obsesiones hablan de 6  clases: 1) agresivos; 2) sexuales, religiosos, repugnantes,  existenciales, y conductas socialmente inadecuadas; 3) simetría y  orden; 4) dudas y comprobación; 5) limpieza y contaminación; y 6)  superstición. Véase la Web de la Asociación de Trastorno Obsesivo  Compulsivo y Asociados (TOCAS) pinchando en este enlace. 
Muchas  veces la persona puede reconocer que estas preocupaciones obsesivas  son exageradas o absurdas. Sin embargo, eso no evita que se mantenga  el problema, pues una característica de las personas con carácter  obsesivo es que dan más importancia a lo que ellos piensan que a la  realidad, sobre todo si lo que piensan les produce emoción. Por  ello, aunque en algún momento puedan reconocer que pisar una raya no  guarda relación alguna con tener un accidente, prefieren seguir  pensando y actuando de acuerdo a su obsesión, ignorando por completo  el razonamiento lógico y objetivo de la situación e intentando  poner en marcha conductas reductoras de su ansiedad. 
Con  el fin de ponerse a salvo de sus preocupaciones generadas por  pensamientos intrusos y manejar la ansiedad y el malestar  psicológico, las personas obsesivas suelen desarrollar una amplia  gama de comportamientos dirigidos a evitar que sucedan sus temores (a  reducir su ansiedad), se trata de comportamientos de tipo repetitivo,  estereotipado y compulsivo. También se conocen como rituales o  conductas compulsivas. 
Las  compulsiones o rituales son comportamientos (p. ej., lavado de manos,  puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej.,  rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter  repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a  una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir  estrictamente. 
Por  ejemplo, si creen que podrían matar a alguien, no quedarse a solas  con la posible víctima. Si creen contaminarse, lavarse las manos  muchas veces al día. Si creen que se han dejado el coche abierto,  comprobar varias veces o de forma compulsiva si han cerrado bien. Si  creen que pasar cerca de un hospital es aviso de que algo malo va a  suceder, rezar de manera repetitiva, santiguarse o realizar  determinadas operaciones mentales, como cálculos matemáticos, uso  de frases estereotipadas, repetir u ordenar determinadas palabras,  etc. 
El  objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la  reducción del malestar y la prevención de que dichos acontecimiento  sucedan; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales no  están conectados de forma realista con aquello que pretenden  neutralizar o prevenir. Y, por supuesto, no atienden a la verdadera  raíz del problema: dar mucha importancia a un pensamiento. Más bien  al contrario, refuerzan la importancia del pensamiento obsesivo o  intruso. 
De  manera que las compulsiones o rituales funcionan de manera similar a  como lo hacen las evitaciones en las fobias u otros trastornos de  ansiedad. En las fobias, las evitaciones intentan reducir la ansiedad  que produce un estímulo temido alejándose del estímulo que está  asociado con la ansiedad (produce la ansiedad). En el trastorno  obsesivo-compulsivo (TOC) los rituales intentan reducir la ansiedad  que produce un pensamiento realizando una acción con la que se  pretende reducir la “realidad” (el supuesto efecto) del  pensamiento que está asociado con la ansiedad. 
Existen  dos tipos de evitaciones, la evitación cognitiva y la evitación  conductual. 
Evitación  cognitiva: se  trata de evitar o suprimir directamente los pensamientos, por  ejemplo, si la obsesión es temor a blasfemar, la compulsión podría  ser rezar. Otra forma de evitación cognitiva es la neutralización.  Se trata de evitar los pensamientos obsesivos intentando sustituirlos  por otro tipo de contenidos. Se  trata de estrategias erróneas de autorregulación de la emoción,  pues los intentos de supresión de pensamientos producen un aumento  de la frecuencia de los pensamientos intrusos (sesgo atencional), lo  que a su vez conduce a darles más importancia (sesgo interpretativo)  y a producir más ansiedad. 
Evitación  conductual: consiste en evitar situaciones, momentos o determinadas  personas que están relacionados con los pensamientos obsesivos. Por  ejemplo no entrar en hospitales, cerrar los ojos al ver pasar un  coche funerario, o no quedarse a solas con la persona a la que creen  que podrían hacer daño, así como otras conductas de comprobación,  lavado, etc., con las que se pretende reducir la ansiedad: comprobar  puertas, ventanas, llave del gas, lavarse las manos, etc.  
Todas  estas conductas compulsivas de neutralización, de comprobación, de  evitación, etc., ayudan a la persona a manejar a corto plazo su  malestar, su preocupación, su ansiedad. Pero a la larga se está  reforzando la importancia de los pensamientos intrusos y se está  magnificando su “grado de realidad” (confundiendo pensamientos  con realidad). La persona aprende a manejar sus emociones negativas,  sus obsesiones, mediante estos rituales que le producen alivio  temporal, porque al comprobar de forma repetitiva que se ha cerrado  el gas, o se ha eliminado la posibilidad de contraer una enfermedad  infecciosa, lavándose muchas veces, con un jabón o un producto  especial, etc., la persona cree que se ha librado de un peligro, o se  ha reducido su amenaza, lo cual le calma un poco, le proporciona  cierto control temporal.  
Pero,  por el contrario, aumenta la importancia y la credibilidad de estos  pensamientos, que van a seguir estando omnipresentes, cada vez más,  y van a producir mucha ansiedad y malestar, que irán en aumento. 
De  manera que poco a poco va entrando en una espiral de difícil salida  pues llega un momento en que la persona tiene cada vez más temor a  sus pensamientos, ya no es capaz de atreverse a comprobar que  sucedería si no hiciera todas estas conductas, todos estos rituales,  y se van incrementando la frecuencia y variabilidad de los mismos.   En un estudio longitudinal con niños españoles de 8 a 12 años se  comprobó que el TOC se caracteriza por un inicio en edades tempranas  (prevalencia 1,8%), un curso crónico y una comorbilidad  significativa. Véase un resumen  del artículo pinchando en este enlace. 
Además  de los rituales o conductas reductoras de ansiedad, otros dos  elementos esenciales para entender el mantenimiento de este trastorno  son los sesgos cognitivos: el sesgo atencional y el sesgo  interpretativo. 
 
 
Sesgos  atencionales e interpretativos de las personas obsesivas 
Las  personas obsesivas dedican mucho tiempo a pensar y a dar vueltas y  vueltas a las cosas, en especial a sus pensamientos intrusos.  Se  trata de personas con baja tolerancia a la incertidumbre, carácter  rígido e inflexible, necesidad excesiva de controlarlo todo de  manera perfeccionista y una tendencia natural a ser más rumiativas.  
Estas  personas desarrollan con frecuencia sesgos de tipo atencional (o  tendencias a centrar su atención en su principal amenaza), porque  muchas veces están dando vueltas y rumiando pensamientos intrusos, a  los que dan mucha importancia, pues consideran que son amenazas,  peligros, o posibles desgracias. Así pues, pasan mucho tiempo con la  atención centrada en sus pensamientos intrusos, intentando  suprimirlos o neutralizarlos (estrategias erróneas de  autorregulación que producen el efecto contrario) o realizando  conductas de evitación, reductoras de ansiedad (otra estrategia  errónea) o anticipando cuando tendrán que hacerlas. Al final, todo  este exceso de atención dedicada a los pensamientos intrusos y su  posible control, generan un gran nivel de ansiedad, lo que a su vez  hace aumentar el sesgo atencional, es decir, que dediquen un  porcentaje cada vez más alto de su tiempo a atender estos  pensamientos intrusos y toda la actividad cognitiva relacionada con  ellos. Este efecto en espiral explicaría en parte la tendencia del  TOC a evolucionar hacia una agravación de los síntomas. 
Además  poco a poco van desarrollando un sesgo interpretativo, porque lo  magnifican todo, especialmente le dan mucha importancia a cualquier  pensamiento intruso en el que se ha especializado cada paciente. Como  es sabido, todo este exceso en las valoraciones cognitivas de amenaza  genera mucha ansiedad, es decir, alta activación psicofisiológica,  intenso malestar psicológico y tendencia a actuar de manera ansiosa,  en este caso compulsiva (rituales, conductas reductoras de ansiedad).  De nuevo, al aumentar la ansiedad, aumenta progresivamente este sesgo  cognitivo (en este caso, interpretativo); es decir, la importancia y  credibilidad que se concede a los pensamientos intrusos (sesgo  interpretativo). Otro efecto en espiral que también puede ayudar a  explicar la tendencia a la cronicidad del TOC el desarrollo de  comorbilidad, que puede complicarse con algunos otros problemas de  salud, como la depresión. 
En  definitiva, las personas con trastorno obsesivo-compulsivo presentan  más sesgos centrados en sus  cogniciones, en sus propios pensamientos,  de manera que dedican más tiempo que las personas sin TOC a  pensamientos intrusos (que quieren suprimir o controlar) e  interpretan erróneamente la actividad de pensar en esas intrusiones  (y su falta de control), lo que termina produciéndoles gran  ansiedad. De manera que estos dos sesgos cognitivos y el desarrollo  de rituales son factores que mantienen y aumentan progresivamente los  síntomas de ansiedad y la discapacidad, pues cada vez les resulta  más difícil concentrarse o realizar otras actividades que no sean  las relacionadas con su trastorno. 
Por  ejemplo, hay personas con un trastorno obsesivo-compulsivo que  consideran igual de grave el pensar algo contra alguien (como una  agresión o un abuso sexual) que hacerlo. Ello les produce ansiedad e  intentan suprimir esos pensamientos (de daño a otros), como no  pueden conseguirlo, pasan mucho tiempo pensando en lo que no quieren  pensar, tratando de evitar quedarse a solas con esas personas,  anticipando todo ello y generando mucha ansiedad. Las personas sin  TOC pueden tener ocasionalmente los mismos pensamientos, pero para  estas personas no se convierten en intrusos porque no dan importancia  al hecho de haberlos pensado. En cambio, las personas con TOC dan  mucha importancia a este hecho, van aumentando cada vez más la  importancia a medida que fracasan en los intentos fallidos de  supresión. Para ellos, no poder controlar los pensamientos y tener  cada vez más ansiedad implicaría que podrían llegar a hacerlo,  aunque no lo quieren ni son capaces. Así es que llega un momento en  que es tan malo “pensar” como “hacer” (es el sesgo llamado  “fusión pensamiento-acción”), tiene el mismo valor moral  negativo haber pensado en hacer daño que hacerlo. 
Este  trastorno puede parecer que se solapa con el trastorno obsesivo  compulsivo (TOC), ya que al igual que en el caso de los pensamientos  obsesivos, las preocupaciones ansiosas del TAG ocupan la mayor parte  del tiempo de la persona. Sin embargo se trata de dos entidades  diferentes.  
En  el caso del TOC los contenidos mentales conscientes son pensamientos  intrusos, invasores, que se rechazan y se pretende eliminar o  neutralizar. En cambio, en el caso del TAG se trata de preocupaciones  por la posibilidad de que un suceso cotidiano (como la vuelta a casa)  acabe teniendo un resultado muy negativo. 
Por  otro lado, los contenidos conscientes del TOC son específicos: se  trata de pensamientos intrusos sobre despistes en el control (la  posibilidad de haberse dejado la puerta abierta, no haber  desenchufado la plancha), contaminación (haber contraído el SIDA,  sin haber desarrollado conductas de riesgo), realizar conductas  impulsivas de tipo agresivo contra otros (empujar a alguien cuando se  acerca el tren, clavar un cuchillo por la espalda), abusar  sexualmente de niños, mirar los pechos de las mujeres, las braguetas  de los hombres, blasfemar a gritos, perder el control mental, etc. 
En  cambio, los contenidos conscientes del TAG son preocupaciones por  cualquier situación de la vida cotidiana que pueda generar algún  temor. No se trata de pensamientos intrusos, sino de preocupaciones  por posibles desenlaces negativos de acontecimientos generales de la  vida. 
Por  ejemplo, las personas con TOC de daño (posibilidad de hacer daño)  tienen pensamientos intrusos que no pueden controlar, pero que  desearían eliminar de su conciencia. Como no pueden controlar esos  pensamientos, los valoran como inapropiados, les conceden mucha  importancia y les producen ansiedad, tienen una gran sensación de  pérdida control y creen que pueden llegar a hacer esas conductas que  están en su conciencia de forma casi permanente. Al final,  desarrollan el sesgo que consiste en creer que pensar es lo mismo que  hacer (fusión pensamiento-acción). Es decir que si piensan “y si  matara a mi hijo….?” creen que podrían hacerlo solo por el hecho  de pensarlo. 
Siguiendo  con el mismo ejemplo, en el caso de la ansiedad generalizada (TAG),  la persona experimenta un temor inmenso cuando piensa en la  posibilidad de que le suceda algo malo a su hijo, por ejemplo: “y  si mi hijo tuviera un accidente…..?”. Pero el accidente, en este  caso, sería un desenlace negativo de un acto de la vida cotidiana  (un viaje), no es un pensamiento intruso que se quiere rechazar.  
Digamos  por lo tanto, que la base del TOC consiste en una obsesión desatada  por pensamientos intrusos (con frecuencia considerados excesivos, no  deseados y que se intentan suprimir), mientras que la base del TAG  consiste en una preocupación desatada a partir de un acontecimiento  de la vida cotidiana, por lo que tal preocupación se considera  justificada. 
 Las  personas con TAG no creen que por pensar en su preocupación, el  resultado negativo vaya a suceder, sino que el hecho de pensarlo e  imaginarlo les hace sentir unas emociones tan dolorosas e intensas,  tanta ansiedad, que no pueden dejar de preocuparse por si sucediera:  lo mal que lo pasarían, lo triste que resultaría, lo injusto que  sería, etc. 
En  el TOC la atención está centrada en pensamientos intrusos. Las  personas con TAG tienden a que su atención esté centrada en  amenazas, peligros, desgracias, anticipaciones de resultados muy  negativos de situaciones cotidianas. 
El  tratamiento de las obsesiones consiste principalmente en reducir la  frecuencia e intensidad de las obsesiones, reduciendo el sesgo  atencional e interpretativo, además de la exposición controlada y  jerarquizada a todas aquellas situaciones que teme. 
A  continuación explicamos brevemente como se pueden reducir los  pensamientos y temores obsesivos. 
 
 
Cómo  reducir la frecuencia de los pensamientos obsesivos 
Como  se ha comentado las personas obsesivas se caracterizan por una  tendencia a ser más rumiativas, a darle mil vueltas a las cosas, a  tolerar malamente la incertidumbre, a querer ejercer un control  absoluto sobre todo, etc.  Pero una característica idiosincrásica  de las personas obsesivas es sin ninguna duda, su  tendencia a “dar  mayor credibilidad a lo que ellos piensan que a la propia realidad”,  aunque tengan datos absolutamente objetivos en contra de su creencia.  
Como  ya hemos visto, en el TOC de tipo “daño a los demás”, otra  segunda característica igualmente significativa es la tendencia a  creer que “pensar es lo  mismo que hacer”. Este  fenómeno propio de las personas obsesivas se conoce como fusión  pensamiento-acción.  
Es  decir, que si por ejemplo un día se les pasa por la cabeza pensar  algo parecido a  “Y si yo fuera  capaz de tirarme por la ventana, o de ahogar a mi bebé mientras le  baño, o de matar a mi madre, etc.”  inmediatamente interpretan que tener ese tipo de pensamientos es una  señal o una prueba de que serían capaces de hacerlo ya que en caso  contrario no lo habrían pensado.  
Esta  interpretación tan fuera de la realidad, que ellos creen firmemente  y que les produce un sufrimiento espantoso, es un sesgo  interpretativo clásico y muy habitual en el trastorno obsesivo. 
Las  personas con este tipo de TOC cometen el error de creer que estas  ideas, pensamientos o planteamientos de tipo “Que  pasaría si…,” “y si yo fuera capaz de matar a….”, son  ideas que no se les pasa a nadie por la cabeza y que por tanto si se  les ha pasado a ellos, probablemente se deba a que podrían ser  psicópatas, o están volviéndose locos, uno de sus grandes temores. 
Para  reducir la sintomatología ansiosa hay que disminuir la importancia  que se conceden a estos pensamientos, observar los sesgos de tipo  interpretativo e intentar ser conscientes de que se trata sólo de  pensamientos y razonamientos erróneos. Aunque produzcan ansiedad, no  tienen nada que ver con la realidad, sino que producen ansiedad por  la importancia que se les concede y por intentar suprimirlos.  
Algunos  ejercicios pueden ayudar a reducir este sesgo interpretativo. Por  ejemplo, escribir qué tipo de pensamientos no se puede permitir una  persona y buscar otros, también alejados de la realidad, que sí  puede pensar sin obsesionarse y sin que surja ansiedad.  
Si  se logra reducir el sesgo interpretativo, se irá reduciendo poco a  poco el sesgo atencional, pero no olvidemos que la persona con TOC se  aísla socialmente, lo que le permite dar más vueltas a sus  obsesiones, mientras que lo que necesita es actividad social para  reducir el sesgo atencional. 
 
 
Enfoque  cognitivo-conductual del TOC 
Tradicionalmente  se pensaba que el principal elemento para explicar y comprender el  mantenimiento de este trastorno, era el refuerzo negativo producido  por las conductas de evitación (compulsiones y rituales). Es decir,  por el alivio que experimenta la persona cuando recurre a estos  comportamientos para evitar sus preocupaciones, controlar sus  anticipaciones ansiosas y eliminar posible peligros.  Por ejemplo, no  bañar a su bebé si temen hacerle daño, o comprobar el gas muchas  veces para evitar un incendio. 
Por  ello, el tratamiento conductual tradicional del TOC ha sido la  exposición con prevención de respuesta. Por ejemplo, exponerse a la  posibilidad de tener las manos sucias y no lavarse las manos, o  quedarse a solas con la persona a la que se teme hacer daño. 
A  día de hoy sabemos que en la génesis y el mantenimiento de este  trastorno, existen dos elementos mucho más importantes que los  rituales y que son previos. Se trata de los sesgos cognitivos de tipo  atencional y de tipo interpretativo, aunque el papel de la evitación  es sin duda notable.  
Por  ello, el tratamiento mediante reestructuración cognitiva se  considera hoy esencial y previo a la exposición. Además, en  términos de evidencia empírica y eficacia del tratamiento la  terapia centrada en la reducción de los sesgos cognitivos está  obteniendo buenos resultados.  
Véase  la presentación “Trastorno_obsesivo_compulsivo.pdf”  en esta misma Web. 
En  este ámbito es importante la incorporación de una técnica  cognitiva reciente, de reestructuración cognitiva centrada en la  eliminación de los sesgos atencionales e interpretativos, así como  dar a conocer  un nuevo marco de tratamiento basado en modelos  cognitivos como la Teoría de los Cuatro Factores de la Ansiedad  (Eysenck, 1997), según la cual la experiencia de la ansiedad depende  de cuatro fuentes de información: (1) la estimulación ambiental o  estímulo concreto, (2) la actividad fisiológica, (3) la conducta y  (4) las cogniciones. La influencia de cada una de estas fuentes de  información sobre la ansiedad que experimentamos es modificada por  dos sesgos cognitivos; el sesgo atencional (dedicar mucho tiempo a  pensar en el problema o prestar mucha atención a la fuente de  información) y el sesgo interpretativo (tendencia a interpretar la  información ambigua de manera amenazante).  
En  el caso del TOC, los sujetos presentarán más sesgos centrados en  sus cogniciones, de manera que dedicarán más tiempo a pensamientos  que producen ansiedad e interpretarán erróneamente la actividad de  pensar en ciertas ideas intrusas. Por ejemplo, hay pacientes con un  trastorno obsesivo-compulsivo que consideran igual de grave pensar  algo contra alguien que hacerlo. Ello les produce ansiedad e intentan  suprimir esos pensamientos intrusos, como no pueden conseguirlo,  pasan mucho tiempo pensando en lo que no quieren pensar (lo que hace  aumentar la obsesión) e intentan hacer algo (compulsión) que les  ayude a controlar su obsesión. Todo este proceso genera cada vez más  ansiedad, que interfiere de manera significativa en su calidad de  vida y puede afectar negativamente a diferentes áreas de su vida, a  veces de manera grave. 
Además  de la terapia cognitivo-conductual (incluyendo exposición con  prevención de respuesta), la guía  NICE recomienda los antidepresivos, las intervenciones combinadas  y manejo de casos, así como grupos de auto-ayuda.  
La  forma de llevar a cabo la exposición a pensamientos intrusos con  prevención de la respuesta de evitación se lleva a cabo de la  siguiente forma. 
 Por  ejemplo, si una madre con un trastorno obsesivo no es capaz de  quedarse a solas con su bebé porque suele tener pensamientos  intrusos sobre la posibilidad de hacerle daño, debe aprender a no  evitar quedarse a solas con su hijo, ya que su hijo no está en  riesgo (simplemente por tener pensamientos intrusos de daño). Estos  pensamientos se potencian al intentar suprimirlos de su conciencia y  adquieren aún más importancia si la madre evita a toda costa  quedarse a solas con el bebé (e.g., exigiendo al padre que vuelva  antes, para no quedarse a solas). 
Véase  el artículo publicado en la revista Ansiedad y Estrés, "Tratamiento  del trastorno obsesivo-compulsivo desde las nuevas perspectivas  cognitivas: estudio de un caso" 
http://www.ansiedadyestres.org/Tratamiento_cognitivo-conductual_caso_trastorno_obsesivo_compulsivo.pdf 
Resumen  del problema en este caso: D. es un joven de 27 años, soltero,  licenciado en farmacia y de nivel socioeconómico medio.  Recientemente se ha independizado y está trabajando en una farmacia  dispensando medicamentos. Su problema radica en que está obsesionado  con la posibilidad de equivocarse al despachar las recetas,  realizando una valoración catastrófica de las consecuencias que ese  error podría tener. Esta preocupación le ocupa la mayor parte del  día, no siendo capaz de pensar en otra cosa, distraerse o desviar su  atención hacia otras cuestiones. Además de pensar continuamente en  la posibilidad de equivocarse (obsesión), dedica mucho tiempo a  comprobar una y otra vez si ha cometido algún error (compulsión),  permaneciendo en un estado constante de alerta (ansiedad) y malestar  muy elevados. Otra de sus obsesiones es si habrá entendido bien lo  que se está diciendo en una conversación, para lo cual realiza  comprobaciones mentales continuas que le aseguren que ha prestado la  debida atención y ha entendido bien lo que se está diciendo.  Refiere que su madre siempre ha sido una persona “muy nerviosa que  siempre está preocupada por todo” y cree que su problema se basa  en que tiene “ciertos hábitos que le cuesta cambiar” atribuyendo  éstos a la falta de voluntad y al modelo que ha tenido en su casa.  En el inicio de esta intervención está recibiendo tratamiento  farmacológico (300 mg. de clorimipramina y 60 mg. de mirtazapina al  día), que no ha se ha mostrado eficaz para acabar con el problema. 
 
 
En  el artículo se describe el tratamiento psicológico que se aplicó  en este caso y las evaluaciones pre y postratamiento que demuestran  que dicho tratamiento fue eficaz. 
 
 
Manejo  del trastorno obsesivo compulsivo (TOC) 
A  continuación indicamos algunas pautas y técnicas que pueden ayudar  a mejorar el trastorno obsesivo-compulsivo. Sin embargo, se debe  tener presente que dichas recomendaciones no garantizan la  eliminación y superación del problema, que debería ser tratado por  un especialista. 
Las  personas que creen que podrían tener un TOC es importante que  intenten buscar ayuda de un profesional debidamente cualificado.  Al  final de este documento se presenta información detallada  relacionada con el diagnóstico de este trastorno. 
Como  en cualquier problema de salud, pero especialmente en los desórdenes  emocionales, será esencial tomar un papel activo en el proceso de  tratamiento, comenzando por la adquisición de información sobre el  problema. Véase la Web de la Asociación de Trastorno Obsesivo Compulsivo y Asociados  (TOCAS).  
La  terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser el tratamiento más  eficaz para este tipo de trastornos. La prestigiosa guía  NICE para el tratamiento de los desórdenes emocionales, en el  caso del TOC recomienda: terapia cognitivo-conductual (incluyendo  exposición con prevención de respuesta), los antidepresivos, las  intervenciones combinadas y manejo de casos, así como grupos de  auto-ayuda.  
 
 
Veamos  a continuación qué se puede hacer para manejar este trastorno de  ansiedad y reducir la gravedad de sus síntomas. 
Existen  diferentes técnicas para el tratamiento del TOC. Entre las más  eficaces se encuentra la reestructuración cognitiva que será  diferente para cada tipo de obsesiones (limpieza, orden, miedo a  hacer daño, etc.), aunque la estructura de la intervención es  similar en todos los casos. Véase el apartado de esta Web, siguiendo  el menú principal “Técnicas de tratamiento eficaces,  Psicológicas, Técnicas cognitivas”. 
Si  desea profundizar en este tipo de tratamiento véase el artículo “Intervención  cognitivo-conductual en los trastornos de ansiedad: una  actualización” publicado en la revista “Informació  Psicolôgica” pinchando en este enlace. 
Para   disminuir la tensión, la activación y la ansiedad producida por  las obsesiones y mejorar el estado de ánimo, es necesario disminuir  la frecuencia de los pensamientos obsesivos, lo que implica una  reducción de los sesgos atencionales e interpretativos. Además,  sería de gran ayuda practicar la relajación todos los días. Se  trata de técnicas de entrenamiento en relajación muscular  progresiva, respiración diafragmática lenta, respiración profunda  y técnicas de imaginación. Véase el apartado de esta Web,  siguiendo el menú principal “Técnicas de tratamiento eficaces,  Psicológicas, Técnicas de relajación”. 
Véase  la Guía de Autoayuda “Aprenda  a relajarse”, pinchando en este enlace. 
Las  personas con TOC suelen tener dificultades para beneficiarse de la  relajación, sobre todo cuando les resulta difícil centrar su  atención en estímulos relajantes, como sensaciones musculares de  relajación, sensaciones físicas producidas por la respiración  lenta y profunda, o estímulos imaginarios relajantes (como un paseo  por la playa). En tal caso, hay distintas opciones que no son  excluyentes: (1) seguir intentando la relajación en sesiones más  cortas, sin preocuparse por no conseguirlo, haciendo sólo los  ejercicios que más le ayudan a relajarse, como por ejemplo los de  respiración; (2) hacer ejercicio físico; y (3) en los casos más  graves, considerar la posibilidad de seguir un tratamiento con  antidepresivos durante al menos 6 meses, que al cabo de unas tres  semanas le ayudaría a disminuir la activación fisiológica. 
El  ejercicio físico también puede ayudar a disminuir la activación  fisiológica, sobre todo si se practica sin desarrollar los sesgos  cognitivos ya mencionados. Además, le puede ayudar a mejorar su  estado de ánimo. Véase la Guía de Autoayuda “Mejore  su estado de ánimo con la actividad física” pinchando en este  enlace. 
Si  se consigue disminuir el tiempo que se dedica a prestar atención a  las obsesiones, para lo que será necesario reinterpretar de una  manera más realista los pensamientos intrusos, será un poco más  fácil disminuir la ansiedad y manejar mejor cada día los  pensamientos obsesivos.  
Véase  la presentación “Trastorno_obsesivo_compulsivo.pdf” 
 
 
Cómo  disminuir el sesgo atencional y el sesgo interpretativo 
Por  lo general las personas obsesivas tienden a ser poco sociables, pues  prefieren pasar largo tiempo a solas pensando y rumiando sus  preocupaciones y pensamientos intrusos a compartir tiempo con otras  personas conversando o realizando actividades. 
Sin  embargo, esta tendencia al aislamiento lejos de producir calma,  sosiego, emociones positivas, etc., lo que genera es un aumento de la  ansiedad, que a su vez repercute en un incremento de las obsesiones y  de sesgos tanto atencionales como interpretativos. 
De  modo que aunque la persona con TOC prefiera quedarse a solas, es  esencial que comprenda que estando aislada es más difícil disminuir  los pensamientos intrusos, la ansiedad, el sesgo atencional y el  interpretativo. Buena prueba de ello, es que si su trabajo le impide  darle vueltas a sus obsesiones, la jornada laboral disminuye todos  esos parámetros del problema. Por ello es esencial que salga de esa  dinámica destructiva y se esfuerce por salir de casa y fomentar las  relaciones sociales. 
Sin  duda, es muy probable que argumente en contra de salir y fomentar la  actividad social, como si le resultase mucho más cómodo quedarse en  casa rumiando y rumiando. Es lógico, porque la ansiedad nos lleva a  centrar la atención en la amenaza y no resulta fácil dejar de  pensar en ella. Pero aislándose del mundo solo se conseguirá  generar cada vez más ansiedad, más obsesiones, más preocupaciones,  más emociones negativas, más síntomas depresivos, más problemas  de salud mental. 
De  manera que una de las principales tareas que se debe empezar a  realizar es salir de casa y relacionarse con los demás. Estar en  contacto con otras personas, realizar actividades gratificantes que  sean incompatibles con estar horas y horas pensando en problemas, son  actividades que ayudarán a reducir cada vez más la ansiedad, así  como el número de rituales.  
Por  otra parte se debe entender que la necesidad de realizar las  compulsiones para evitar los temores provocados por los pensamientos  intrusos no tiene ningún sentido, ya que no se está dando la  oportunidad de comprobar que si no se hiciesen todas esas  compulsiones, al mismo tiempo que se restase importancia a dichos  pensamientos, no sucedería absolutamente nada, no se produciría la  amenaza. Es decir, no se enfermaría, no se contaminaría, la vida no  correría peligro, no se le haría daño a nadie, etc. Al igual que  no le pasa nada al resto del mundo, que también tiene pensamientos  absurdos, pero al no darles importancia, vive libre de estas  obsesiones y no necesita utilizar rituales para estar a salvo y  evitar peligros. 
 
 
Como  eliminar la tendencia a creer más en los pensamientos que en la  realidad 
Como  ya hemos comentado una característica muy común en las personas  obsesivas es priorizar la importancia de sus pensamientos e imágenes  o sus sensaciones frente a la realidad objetiva. Una persona  obsesiva, con alta sugestionabilidad y una gran capacidad para  visualizar imágenes emocionales con nitidez, tiende a cerrar los  ojos en el cine (afrontamiento evitativo) para no ver una escena  emocional, cuando sabe que se trata de una ficción (la  reinterpretación cognitiva es mejor estrategia de autorregulación  emocional que la evitación). Es decir, esta persona obsesiva tiene  más en cuenta sus representaciones mentales (la música de terror,  la frase emocional o el grito desgarrador que oye, o la imagen del  asesinato que ve en la pantalla del cine), que la propia realidad  (está viendo una escena violenta en el cine, que es pura ficción).  
Bien,  pues a la persona con TOC le sucede algo muy similar, pero más  importante: lo que piensa sobre sus propios pensamientos intrusos  (pensar en la posibilidad de hacer daño, por ejemplo) es más  importante que la realidad (yo no soy un asesino, ni quiero hacer  daño a nadie y menos aún a un ser querido).  
Se  trata de algo parecido a lo que nos sucede cuando vemos una película  en la que existen fantasmas o seres imaginarios que entran en las  casas de madrugada para hacer daño. Algunas personas muy  sugestionables pueden pasar varios días comportándose como si esos  seres imaginarios que aparecían en la película existieran de  verdad. Su actividad cognitiva (percepción de un sonido que se ha  podido producir por la dilatación de los materiales de construcción  de la casa, interpretación de acuerdo con la memoria de la película,  atribución de realidad a sus pensamientos), les lleva a experimentar  las emociones que produjo la película en el cine. De modo que pueden  sentir mucho miedo, irse a dormir a casa de un familiar, o dormir con  la luz encendida, o rezar, etc.  
Este  comportamiento es más propio en los niños, que no distinguen  fácilmente entre sus pesadillas (actividad cognitiva durante el  sueño) y la realidad, pero mucho menos esperable en un adulto.  
Sin  embargo, el adulto con TOC confunde varios niveles de realidad:  
  (1)  El pensamiento o la imagen. Como por ejemplo: “imagino que le clavo  el cuchillo a mi madre por la espalda”. 
  (2)  La reacción emocional que puede producir el pensamiento o la imagen  (ansiedad: malestar, activación, etc.). 
  (3)  La conducta. Hacer daño realmente. 
  (4)  Las consecuencias. Asesinato, cárcel, destrucción de la familia. 
 
 
 
Una  persona sin TOC puede tener el mismo pensamiento intruso del  cuchillo, pero al no darle importancia, ni siquiera surge la emoción.  La persona con TOC sí desarrolla la emoción, experimenta  sensaciones de ansiedad, porque le da importancia. La experiencia de  ansiedad le produce sensación de pérdida de control. No es capaz de  controlar sus pensamientos y está tan nerviosa que cree que tal vez  pueda hacerlo, en contra de su voluntad.  
Pero  además, tras años de entrenamiento repitiendo una y mil veces la  espiral que hace aumentar el problema, llega a confundir esos cuatro  niveles de realidad: si tiene el pensamiento intruso e imagina la  conducta y las consecuencias, es como si ya estuviera sucediendo en  la realidad. Es una asesina. 
¿Qué  sentido tendría eliminar todos los cuchillos de casa? ¿No quedarse  nunca a solas con su madre? Estas conductas de evitación aumentan el  problema. 
Y  si estamos sensibilizados por la última película que hemos visto en  el cine, ¿debemos poner rejas a las ventanas, mirar debajo de la  cama, comprobar las puertas, dormir con una linterna debajo de la  almohada, etc.?  ¿Es que ha aumentado la probabilidad de que nos  suceda algo realmente malo desde que hemos visto la película? ¿O es  que tenemos más miedo? 
¿Debemos  permitir que nuestros hijos duerman toda la vida con la luz encendida  por si se aparece el monstruo que vieron una vez, cuando eran niños,  en una película? Esto sería ignorar la evidencia absoluta de que  los monstruos no existen y comportarse de acuerdo a un pensamiento  absurdo: “Y si viene el  monstruo…” Es decir, esto es  ignorar la realidad y hacer solo caso a lo que se piensa. 
Como  se puede observar las personas obsesivas prefieren hacer caso a lo  que ellas piensan, ignorando por completo la realidad. Es como si  prestar atención a la realidad, les supusiese tener que hacer el  gran esfuerzo de parar por un momento la obsesión, para prestar  atención a otra cosa (la realidad) y dejar de rumiar y rumiar los  pensamientos que les producen ansiedad.  
Al  igual que no tiene ningún sentido creer que los personajes  imaginarios de una película pueden venir a atacarnos mientras  dormimos, ¿qué sentido tiene creer que si pasamos cerca de un  hospital vamos a enfermar? ¿Y la manera de evitarlo es realizando  cálculos matemáticos o caminando de acuerdo a ciertas reglas (sin  pisar cruces), o simplemente evitando pasar cerca? ¿Es realmente así  el proceso de contagio infeccioso? 
Y  ¿qué sentido tiene lavarse las manos 100 veces al día para no  contaminarse? Esto es otra prueba de dar la espalda a la realidad,  pues nuestro sistema inmune ya tiene en cuenta que estamos expuestos  a determinadas amenazas como bacterias o virus y conoce cuáles son  nuestros enemigos y cuáles no. Por ejemplo, para nuestro sistema  inmune es importante el virus de la gripe o del herpes, pero no es  tan importante la suciedad normal que podamos acumular en las manos  antes de comer, por ello con lavarse una sola vez será suficiente.  
Por  otra parte, lavarse 20 veces las manos antes de comer destruye la  protección natural de la piel. De hecho, en los casos más graves de  TOC, las personas no solo se lavan 20 o 30 veces las manos en una  mañana sino que luego se lavan con lejía, lo que da como resultado  una piel enferma,  en carne viva.  Es decir, se han cargado la dermis  y la epidermis, un sistema natural de protección de nuestra piel.  
Sin  embargo estas personas no son capaces de renunciar a seguir lavándose  con productos abrasivos como el amoniaco. Prefieren seguir prestando  atención a sus pensamientos y dar la espalda a la realidad. Es obvio  que unas manos en ese estado no están más limpias, están más  enfermas y corren más riesgo de sufrir una infección. 
Es  obvio también que estamos en contacto con la suciedad, con las  bacterias, con los virus, pero cierto contacto es necesario para  mantener el equilibrio natural y debemos saber respetar ese  equilibrio saludable. Hoy en día, se maneja la hipótesis de que el  aumento espectacular de casos de alergia podría deberse a un exceso  de higiene.  
Por  ejemplo, una mujer obsesionada con la limpieza de su vagina que se  lava 20 veces todos los días, está destruyendo la flora natural de  bacterias que son consustanciales con las funciones que debe cumplir  esa zona femenina. 
De  hecho, cuando una madre da a luz un hijo no por el canal vaginal sino  por cesárea,  el  parto es más aséptico porque el feto no se  expone a las bacterias vaginales. Sin embargo es mucho más probable  que el bebé tenga dermatitis atópica, una enfermedad propia en  niños que han nacido por cesárea y no por el canal vaginal. En el  parto natural el contacto con las bacterias vaginales sirve para  inmunizar al niño de la enfermedad. 
Entonces  una persona con TOC, con sesgos atencionales e interpretativos  relacionados con la posibilidad de contaminarse y contraer una  enfermedad rompe el equilibrio natural con sus rituales de limpieza y  no consigue mejorar su salud, sino que muchas veces la empeora. Pues  además de padecer un trastorno obsesivo compulsivo puede comprometer  su salud al destruir parte de su protección natural. 
Del  mismo modo que un animal como un rinoceronte necesita ciertas aves  para que le despiojen, nosotros necesitamos ciertas bacterias por  ejemplo, para realizar la digestión. Luego, tener miedo a algo que  está en nuestro cuerpo cuando estamos sanos (como esos millones de  bacterias que están en nuestro interior) no es muy lógico. 
No  estamos más adaptados o más protegidos tomando medidas  profilácticas que están fuera de la realidad y pueden agravar la  situación. 
 
 
Como  eliminar la fusión pensamiento-acción. 
Ya  hemos señalado que una característica esencial de las personas  obsesivas es su tendencia a creer que “pensar es exactamente igual  que hacer”. Por lo tanto, si piensan “y  si matara a mi pareja.”, creen  que pueden terminar haciéndolo.  
Todas  estas cuestiones y temas parecidos como fantasear sexualmente con  alguien diferente a la pareja, o pensar en la posibilidad de hacer  daño, les produce mucha ansiedad porque cometen tres tipos de  errores:  
  (1)  Creer que solo por pensar hay  riesgo de hacer. 
  (2)  Creer que pensar tiene la  misma importancia que hacer. 
  (3)  Creer que nadie piensa las  mismas cosas que piensan ellos. 
 
 
 
Es  decir, que si en algún momento encuentran atractivo o atractiva a  una persona diferente a su pareja, pensarán que están siendo  infieles, que son inmorales, que han traicionado a su pareja, que no  la aman como deberían, etc. Además, estarán convencidos de que  este hecho es insólito ya que creerán que pensar algo así teniendo  pareja es  algo inmoral y muy raro. 
De  la misma manera si se les pasa por la cabeza pensamientos o ideas  relacionadas con la posibilidad de si serian capaces de hacer tal o  cual cosa de contenido peligroso como por ejemplo, matar o incluso  suicidarse, creerán que el hecho de haberlo pensado es una prueba de  que pueden acabar haciéndolo. 
Si  al igual que en estos ejemplos, alguien tiene este tipo de creencias  y tiende a pensar que solo imaginar o solo pensar determinadas  situaciones, o sucesos, es lo mismo que hacerlas, tiene un sesgo  interpretativo, ya que todas las personas pensamos con mayor o menor  frecuencia este tipo de cuestiones, pero sin confundirlas con la  realidad. La diferencia entre las personas que se obsesionan y las  que no radica en la importancia que las primeras dan a sus  pensamientos. 
Las  personas que no llegan a obsesionarse con estas cuestiones no dan  ninguna importancia a pensar este tipo de cosas. Las olvidan al  instante. No ven ninguna relación entre pensar y hacer. No se  sienten inmorales por encontrar atractivo a alguien, ni dudan de sus  sentimientos hacia su pareja. 
A  este tipo de pensamientos debemos darle la mima importancia que le  otorgamos a pensar o imaginar en  convertirnos en un personaje  famoso, hacernos millonarios, dar la vuelta al mundo, comprar una  casa en una isla exótica, ganar un premio, o cometer un acto heroico  y salir en la tele, etc. 
Todos  ellos son pensamientos frecuentes en la mayoría de las personas, sin  embargo, nadie desarrolla problemas emocionales a causa de ellos,  probablemente porque en este caso son pensamientos de contenido muy  positivo, sin embargo la probabilidad de que sucedan por haberlo  pensado o imaginado es la misma que sin pensarlo. 
Por  otra parte, la realidad tiene tres niveles bien diferenciados:  pensar, imaginar y hacer. Es decir que una cosa es pensar “qué  atractivo es mi amigo”, otra cosa es “fantasear o imaginar” una  relación sexual con él y otra, bien diferente, consumar la fantasía  y mantener relaciones sexuales.  
En  el caso del temor a hacer daño a alguien, las personas obsesivas no  fantasean con la acción de matar, sino que tienen imágenes en  contra de su voluntad que vienen a su mente de forma intrusa y que  quieren apartar pero no pueden. Por ejemplo, si temen hacer daño a  su hijo, su mente les envía imágenes matando a su hijo. Pero no hay  ninguna intención ni deseo real de hacerle daño. Por esta confusión  entre representación mental y realidad lo pasan tan mal. 
 
 
Exposición   a situaciones productoras de ansiedad 
La  exposición jerarquizada consiste en ir exponiéndose poco a poco,  por aproximaciones sucesivas a todas aquellas situaciones, lugares,  momentos, personas, etc., que se temen.  
Una  forma sencilla de llevarlo a cabo es elaborando un listado de todas  las situaciones que se temen, enumerándolas de mayor a menor nivel  de ansiedad. Una vez se haya elaborado el listado, se debe intentar  ir exponiéndose poco a poco a cada una de las situaciones, empezando  por la que menor nivel de ansiedad o temor produzca.  
Al  exponerse, se debe recordar el papel de los sesgos cognitivos  (atencional e interpretativo). Se debe procurar permanecer en la  situación con un nivel de ansiedad de moderado a bajo. Si se centra  la atención en amenazas, en pensamientos catastróficos, en  preocupaciones etc., la ansiedad aumentará. Si por el contrario se  intenta pensar en otras cosas, como lo que se va a hacer al llegar a  casa, o con quien se ha hablado a lo largo del día, etc.,  será  mucho más fácil mantenerse tranquilo y se podrá comprobar cómo  poco a poco se irá manejando cada vez mejor todos los sesgos y se  podrán superar todos los temores.  
Si  una persona con TOC no es capaz de quedarse a solas con alguien  porque suele tener pensamientos intrusos sobre la posibilidad de  hacerle daño a esa persona, debe aprender a no evitar. Debe aprender  a quedarse a solas con dicha persona, ya que no está en riesgo, a  pesar de tener pensamientos intrusos de daño. Estos pensamientos se  potencian y adquieren aún más importancia si la persona con TOC  evita a toda costa quedarse a solas con alguien. 
A  continuación te mostramos un ejemplo de exposición jerarquizada: 
  
    | Situaciones | 
    Nivel de ansiedad  | 
   
  
    1  | 
    Estar con la persona que temo hacer daño | 
    10  | 
   
  
    2  | 
    Entrar en un hospital | 
    9  | 
   
  
    3  | 
    Tocar perros y gatos | 
    8  | 
   
  
    4  | 
    Comprobar el gas | 
    6  | 
   
  
    5  | 
    Pisar suciedad en la calle | 
    5  | 
   
  
    6  | 
    Que me besen al saludarme | 
    4  | 
   
  
    7  | 
    Saludar dando la mano | 
    3  | 
   
  
    8  | 
    Entrar en un aseo público | 
    2  | 
   
  
    9  | 
    Pasar por debajo de balcones | 
    1  | 
   
  
    10  | 
    Comer productos envasados | 
    0  | 
   
 
 
Como  puede verse en el ejemplo, para esta persona consumir alimentos  envasados no le produce ninguna ansiedad, por tanto debería empezar  con la siguiente situación, “Pasar por debajo de balcones”. En  este caso la exposición consistiría en ir dando pequeños paseos  por lugares donde haya balcones y poco a poco ir aumentando el tiempo  de exposición, hasta que pasear por debajo de edificios con balcones  no le produzca ninguna ansiedad. Una vez superada esta situación  debería pasar a la siguiente, “Entrar en un aseo público” y  proceder de la misma manera, hasta acabar con todo el listado. 
Véase  el artículo publicado en la revista Ansiedad y Estrés, "Tratamiento  del trastorno obsesivo-compulsivo desde las nuevas perspectivas  cognitivas: estudio de un caso" 
 
 
Cómo  saber si tengo un trastorno obsesivo compulsivo 
Si  alguien cree que podría tener un trastorno obsesivo compulsivo lo  primero que debe hacer es acudir a un profesional de la salud mental.  El tratamiento psicológico con mayor evidencia científica es el  tratamiento cognitivo-conductual.  
Si  está desorientado y no sabe a quién dirigirse se puede consultar el  sitio Web de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y  el Estrés (SEAS). Esta  sociedad científica cuenta con un Servicio de Orientación y Ayuda  gratuito que puede ayudar a aclarar dudas y encontrar un profesional  que pueda atender el problema. Para ello, se puedes hacer una  consulta personal a través de correo  electrónico, que será respondida por un especialista.  
Si  se desea, antes de hacer la consulta al especialista, se puede hacer  una autoevaluación de nuestro nivel de ansiedad, pinchando en el enlace anterior o en Autoevaluación  de la ansiedad.  
Si  la frecuencia de los síntomas de ansiedad no alcanza el centil 75,  es muy probable que se esté libre de sufrir cualquier trastorno de  ansiedad, como el TOC. 
Véase  más información, por ejemplo cuestionarios específicos de TOC, en  la Web de la Asociación de Trastorno Obsesivo Compulsivo y Asociados (TOCAS),  pinchando en el enlace. 
A  continuación se indican los criterios diagnósticos que definen el  trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Son los que usan los  especialistas en salud mental para diagnosticar este trastorno. El  diagnóstico debe hacerse con entrevista cara a cara, por un experto  con experiencia en el psicodiagnóstico. 
Según  el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales   (DSM-IV) para que una persona pueda ser diagnosticada de trastorno  obsesivo compulsivo debe cumplir los siguientes criterios. 
 
 
Criterios  para el diagnóstico del TOC según el DSM-IV-TR (American  Psychiatric Association, 2000; Asociación Americana de Psiquiatría,  2001) 
  - 
    
Se  	cumple para las obsesiones y las compulsiones: 
  
Las  obsesiones se definen por 1, 2, 3 y 4: 
  - 
    
pensamientos,  	impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan  	en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados, y  	causan ansiedad o malestar significativos 
   - 
    
los  	pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples  	preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real 
   - 
    
la  	persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o  	imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos  	o actos 
   - 
    
la  	persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes  	obsesivos son el producto de su mente (y no vienen impuestos como en  	la inserción del pensamiento) 
  
Las  compulsiones se definen por 1 y 2: 
  - 
    
comportamientos  	(p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos,  	comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir  	palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo se  	ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a  	ciertas reglas que debe seguir estrictamente 
   - 
    
el  	objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la  	prevención o reducción del malestar o la prevención de algún  	acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos  	comportamientos u operaciones mentales o bien no están conectados  	de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o  	bien resultan claramente excesivos 
  
 
 
  - 
    
En  	algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que  	estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales.  	Nota: Este punto no es aplicable en los niños. 
   - 
    
Las  	obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico  	significativo, representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1  	hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del  	individuo, sus relaciones laborales (o académicas) o su vida  	social. 
   - 
    
Si  	hay otro trastorno, el contenido de las obsesiones o compulsiones no  	se limita a él (p. ej., preocupaciones por la comida en un  	trastorno alimentario, arranque de cabellos en la tricotilomanía,  	inquietud por la propia apariencia en el trastorno dismórfico  	corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por consumo  	de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave  	enfermedad en la hipocondría, preocupación por las necesidades o  	fantasías sexuales en una parafilia o sentimientos repetitivos de  	culpabilidad en el trastorno depresivo mayor). 
   - 
    
El  	trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una  	sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica. 
  
 
 
Especificar  si: 
  - 
    
Con  	poca conciencia de enfermedad: si, durante la mayor parte del tiempo  	del episodio actual, el individuo no reconoce que las obsesiones o  	compulsiones son excesivas o irracionales. 
  
 
 
  
  
 |