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Disfunciones sexuales

 

Aunque lo normal es que cualquier persona desarrolle una vida sexual sana, un porcentaje significativo de la población presenta algún problema relacionado con la actividad sexual, como la ausencia de deseo, problemas de erección o anorgasmia (imposibilidad para alcanzar el orgasmo en las relaciones sexuales).

La Encuesta Nacional sobre Salud Sexual del Ministerio de Sanidad fue realizada en 2009, encontrando que el 88% de los hombres dice sentirse muy o bastante satisfecho, así como el 84% de las mujeres, aunque a los varones les gustaría tener relaciones sexuales con más frecuencia. Entre los motivos por los que la gente mantiene relaciones sexuales, amar y ser amado es el mayoritario, en especial para las mujeres (45,5% frente al 32% de los hombres).

En cuanto a la información de la que disponen sobre sexualidad, el 72% de los hombres considera que es buena o muy buena, así como el 68% de las mujeres.

Un 25% de las mujeres y los hombres se han sentido alguna vez preocupados por su vida sexual, pero se diferencian en los motivos de preocupación. Los hombres señalan la falta de pareja y de experiencia sexual, mientras que para las mujeres son la pérdida del deseo sexual, la falta de experiencia y el miedo al embarazo.

Los dos principales motivos que preocupan a los hombres son no tener pareja sexual y la falta de experiencia con un 24,6% y un 22,8% respectivamente. En cambio para las mujeres el primer motivo de preocupación es la pérdida del deseo sexual con un 27,1% sobre todo en la franja de edad de 45 a 64 años. El siguiente motivo es como en los hombres la falta de experiencia con un 20,9%.

Según esta encuesta, un 2,3% de las mujeres y un 1,1% de los hombres refieren haber sentido dolor en las relaciones sexuales, en los últimos 12 meses.

En cuanto a si buscaron ayuda para afrontar esa preocupación sobre su vida sexual, la mayoría de las mujeres y los hombres encuestados refieren no haberlo hecho. De entre quienes si buscaron ayuda, ellas lo han hecho en mayor medida que ellos en 8,4 puntos porcentuales.  De entre los que solicitaron ayuda, ésta fue solicitada a profesionales en el 60% de los casos. Las mujeres acuden más al psicólogo y los hombres más al médico.

El 21,7% de las mujeres de 25 y más años manifiestan tener trastornos del sueño, alimentarios, depresión, ansiedad, etc. Mientras en los hombres el dato apenas supera el 11%.

De entre quienes padecen algún trastorno o enfermedad, a la pregunta de si les impide disfrutar de sus relaciones sexuales, el 17,2% de los hombres y el 20,6% de las mujeres responden que sí tienen dificultades hasta cierto punto. El 6,3% de las mujeres y el 4,5% de los hombres responden que sí les impide por completo. Por otro lado, el 25,4% de las mujeres no tienen relaciones sexuales frente a un 11,5% de hombres.

Las disfunciones sexuales se deben a un conjunto variado de factores, aunque generalmente la ausencia de causas orgánicas específicas para explicar este tipo de problemas hace que se otorgue mayor relevancia a variables de tipo psicológico.

Entre estos factores cabe incluir: falta de información o desinformación, actitudes negativas hacia el sexo, problemas de valores, aprendizaje inadecuado (abuso sexual infantil, desarrollo de desórdenes emocionales relacionados con la sexualidad, como evitaciones, elevadas reacciones emocionales, especialmente de ansiedad, vergüenza, culpa y temor), dificultades de comunicación con la pareja, o dificultades para conseguir pareja y normalizar su vida sexual.

En la Encuesta Nacional de Salud, para el 11% de los hombres y el 13% de las mujeres la información que han recibido sobre sexualidad les ha resultado poco y nada útil. Y aproximadamente para el 18% de ambos sexos “regular”. Además, un 12,3% de mujeres y un 10,5% de hombres no han recibido ninguna información sobre sexualidad.

Las disfunciones sexuales más habituales son las relacionadas con los trastornos del deseo sexual, los trastornos orgásmicos y los trastornos sexuales por dolor.

Trastornos del deseo sexual:

 

  1. Deseo sexual hipoactivo: ausencia de fantasías sexuales y de deseo de actividad sexual. Las personas que padecen este trastorno no experimentan necesidad ni deseo de mantener relaciones sexuales ni siquiera de forma imaginaria.
  2. Trastorno por aversión al sexo: evitación voluntaria de cualquier  contacto sexual. Este trastorno es parecido al anterior aunque los síntomas se experimentan de forma más aversiva.  Solo pensar o imaginar  temas relacionados con el sexo produce mucho rechazo y malestar emocional.
  3. Trastorno de excitación sexual en la mujer: incapacidad para alcanzar o mantener la lubricación vaginal. Se trata de un trastorno en el cual la mujer no consigue excitarse o aumentar el nivel de excitación si se produce.
  4. Trastorno de erección en el varón: incapacidad para obtener o mantener la erección adecuada que permita consumar la actividad sexual.

 

Trastornos del orgasmo:

 

  1. Trastorno orgásmico femenino: ausencia o retraso en obtener el  orgasmo tras una fase de excitación sexual normal.
  2. Trastorno orgásmico masculino: ausencia o retraso en obtener el orgasmo tras una fase de excitación sexual normal.
  3. Eyaculación precoz: falta de control eyaculatorio ante una estimulación sexual mínima antes, durante o unos minutos después de la penetración.

 

Trastornos sexuales por dolor:

 

  1. Dispareunia: dolor genital no debido a enfermedad médica relacionado con la relación sexual.
  2. Vaginismo: incapacidad no debido a enfermedad médica para mantener relaciones sexuales con penetración vaginal.

 

Factores psicológicos que pueden predisponer las disfunciones sexuales

No se conocen con exactitud los factores que pueden predisponer al desarrollo de una disfunción sexual, aunque se sabe que podrían estar relacionados con los siguientes aspectos:

 

  1. Aprendizajes sexuales inadecuados, insatisfactorios o traumáticos (violación, abuso sexual infantil), especialmente en las primeras experiencias sexuales.
  2. Problemas derivados de la propia relación de pareja, como ausencia de una comunicación clara, expectativas diferentes o problemas de atracción, deseo o  infidelidad.
  3. Comportamientos contraproducentes en la interacción sexual como por ejemplo, la “conducta de espectador” en la cual la participación de uno de los miembros es mínima.
  4. Actividad cognitiva inadecuada durante la relación sexual, como expectativas negativas de resultado con atribución de culpa, o mantener pensamientos negativos que creen ansiedad,
  5. Reducir la actividad sexual únicamente a la interacción genital.
  6. Presencia de un problema sexual en uno de los miembros de la pareja.
  7. Alteraciones transitorias de tipo psico-biológico como por ejemplo el embarazo y el parto.
  8. Aparición de otros trastornos como la depresión o la ansiedad.
  9. Inadecuada información sexual.
  10. Educación moral o religiosa excesivamente restrictiva.
  11. Inseguridad en el propio género o identidad sexual.
  12. Expectativas irracionales respecto a la sexualidad.
  13. Sufrir sobrecarga de trabajo y otros factores de estrés psicosocial (desempleo, separación, etc.)

 

Factores psicológicos mantenedores de las disfunciones sexuales

Los factores de mantenimiento más relacionados con las disfunciones sexuales son los siguientes:

  1. Información sexual inadecuada sobre la disfunción.

 

  1. Reducir la sexualidad al coito.
  1. Concepción estereotipada sobre los roles masculinos y femeninos a cumplir en la interacción sexual.

 

  1. Ansiedad o temor a las relaciones sexuales.
  1. Anticipación de fracaso antes de la interacción sexual.

 

  1. Sentimientos de culpabilidad por sufrir una disfunción.
  1. Evitación de la demanda de ayuda a un especialista sanitario.

 

  1. Problemas en la relación de pareja, especialmente de comunicación, de deseo y atracción.
  1. Cualquier circunstancia adversa de tipo familiar, social o laboral.

 

Además de estos factores, se sabe que determinados conceptos erróneos o ideas distorsionadas sobre la sexualidad pueden producir disfunciones sexuales. Algunas de estas ideas son las siguientes:

 

Ideas erróneas sobre la sexualidad

 

  1. El hombre no debe tener o expresar sus sentimientos.
  2. En sexo lo que vale es la ejecución (por ejemplo, tener que conseguir siempre un orgasmo y además simultáneo los dos miembros de la pareja).
  3. El hombre siempre “está preparado” para la relación sexual.
  4. Cualquier contacto físico debe acabar en una relación sexual.
  5. La relación sexual se acuerda y se ejecuta sin más preámbulos, sin necesidad de preparación.
  6. El sexo sin penetración no es sexo.
  7. La relación sexual plena debe acabar siempre en orgasmo.
  8. El sexo debe ser natural y espontáneo sino no vale.
  9. No hay mujeres “frías” sino hombres inexpertos.
  10. Para tener relaciones sexuales la erección es necesaria y obligatoria.
  11. El hombre es el responsable de la relación sexual y por lo tanto debe ser él quien la dirija y quién consiga el orgasmo de su pareja.

 

Efectos negativos de las ideas erróneas sobre la sexualidad

 

          A veces los problemas sexuales tienen su origen en este tipo de ideas. Son ideas no basadas en la realidad sino en creencias  populares sin ninguna base científica o profesional.

Por ejemplo, la predisposición o el deseo sexual responden a diferentes variaciones de la libido que pueden alterarse por el estrés, la ansiedad, el cansancio o el estilo de vida en general. Estas variables pueden afectar tanto a hombres como a  mujeres.

Otras ideas que a veces perturban a las personas y les hacen dudar de su papel en la relación de pareja o de sus sentimientos hacia el otro son por ejemplo las fantasías sexuales. Algunas personas temen o se prohíben tener fantasías sexuales, que son habituales en otras personas y enriquecen su vida sexual.

Las fantasías sexuales son perfectamente normales, no guardan ninguna relación con estar o no enamorado de la pareja. Simplemente son un elemento más de la sexualidad  humana que contribuye a mejorar la calidad de la experiencia sexual. En este sentido, no se debe confundir imaginar con activarse y con realizar, son tres niveles de realidad distintos.

Una cosa es utilizar la imaginación para enriquecer la relación sexual y obtener mayor grado de excitación. Otra es pensar en la posibilidad de cometer una infidelidad pero nunca llegar a realizarlo y otra cosa bien diferente es llevarlo a cabo y consumar la infidelidad.

Otra disfunción sexual que se ha visto seriamente influida por los mitos sexuales es la eyaculación precoz. Este trastorno se ha asociado tradicionalmente a la adolescencia, etiquetando absurdamente a los hombres que lo padecen de infantiles o inmaduros, cuando algunos estudios han demostrado que el cansancio, la ansiedad, el estrés, la depresión y otros problemas emocionales causan eyaculación precoz al menos al 30% de los hombres en algún momento de su vida. Según una encuesta europea, aproximadamente la mitad de los varones que tienen este problema lo consideran una vergüenza, la cuarta parte dice haberle hecho perder la seguridad en sí mismo y el 28% no lo considera una enfermedad o  trastorno. Como consecuencia, sólo el 10% de los afectados demanda ayuda.

Lo mismo sucede con la disfunción eréctil, un problema de ansiedad asociado popularmente a falta de virilidad y a otras creencias equivocadas e irracionales parecidas. En realidad, la mayoría de los problemas de erección se producen por temor a “fallar” y mantener la atención centrada en esta posibilidad, generando ansiedad, en lugar de atender la comunicación emocional, las sensaciones y las fantasías sexuales. La ansiedad y el temor son incompatibles con el desarrollo y mantenimiento de la erección. Además, estas emociones negativas basadas en sesgos de la atención (rumiaciones sobre expectativas negativas) e interpretativos (atribución de culpa), a veces producen también eyaculación precoz.

Si no superan estos problemas cognitivo-emocionales, el problema de erección puede persistir aunque se tomen fármacos para producir la erección. Este tipo de fármacos son eficaces para producir la erección, pero los factores cognitivo-emocionales señalados, si no se han modificado, continúan provocando el problema de manera permanente. Es como si tomamos analgésicos pero no sacamos el dedo de la trampa.

Por otro lado, no tiene sentido tomar este tipo de fármacos si se consumen sustancias tóxicas que provocan problemas de erección como tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, etc. Primero hay que eliminar los factores que generan el problema de erección.

Y así sucesivamente podríamos ir añadiendo toda una serie de ideas preconcebidas y equivocadas que pueden contribuir al aumento de las disfunciones y de los problemas sexuales.

 

Tratamiento psicológico de las disfunciones sexuales

 

El tratamiento psicológico de las disfunciones sexuales se aborda como un problema que afecta a una pareja no solo a uno de los miembros. La mayor parte de las disfunciones sexuales son aprendidas, bien por la educación, bien por las propias experiencias acumuladas o bien por la actividad cognitiva mantenida durante la relación sexual.

Padecer  una disfunción sexual es algo bastante habitual, por ello se rechaza por completo el supuesto de que tener un problema sexual pueda indicar u ocultar otro tipo de trastorno, por lo general menos frecuente.

La evaluación de los  problemas de índole sexual  se lleva a cabo de forma conjunta e individualizada,  como cualquier otro problema que pueda estar sufriendo una pareja, con el fin de disminuir la preocupación ansiosa y facilitar la libre expresión de emociones y necesidades de cada miembro de la pareja.

El tratamiento no se dirige únicamente a la persona que presenta la disfunción, sino a la pareja, dado que es la relación entre dos personas la que presenta el problema, no solo el comportamiento de uno u otro.

Se prohíbe explícitamente imponer “culpas” o responsabilizar del problema a uno de los miembros. Los trastornos de la sexualidad que se citan en este documento son las disfunciones sexuales con mayor demanda en las consultas profesionales y se considera que un elevado número de casos no demanda ayuda por vergüenza y por falta de información.

Si crees que padeces o podrías padecer un problema sexual, acude a un profesional competente. Muchas veces la sola información adecuada del problema consigue la mejora de los síntomas.

No olvides que tener un problema sexual no es algo raro, inusual o vergonzoso. La mayoría de las personas han tenido o tienen en mayor o menor medida dificultades, conflictos y  dudas relacionadas con su vida sexual. En muchas ocasiones se trata más de un problema emocional que físico y se puede aprender a manejar las emociones que generan la disfunción.

El tratamiento psicológico de las disfunciones sexuales tiene una eficacia muy elevada en la práctica clínica, a pesar de la escasez de ensayos clínicos controlados que lo demuestren. Pero problemas como el vaginismo, la eyaculación precoz o los problemas de pérdida de erección tienen un excelente  pronóstico si son tratados por un buen especialista. 

Además de solucionar la disfunción sexual, el tratamiento psicológico fortalece  otras áreas igualmente importantes de la relación de pareja, como la comunicación, la confianza,  la solución de conflictos y  el respeto mutuo.

En general, debe tenerse en cuenta que no existe una norma en cuanto a la frecuencia de las relaciones sexuales, si bien suelen ser estar más activos sexualmente los hombres que las mujeres, los jóvenes que las personas mayores y las personas que toman un papel activo frente a las personas que adoptan papeles más pasivos o sumisos.

También debe tenerse en cuenta que la función sexual tiende a mantenerse más, pese a la edad, si se practican relaciones sexuales; mientras que la sexualidad tiende a desaparecer con la edad si no se practica.

Muchas mujeres en la menopausia desarrollan un problema de sequedad vaginal que hace dolorosas las relaciones sexuales. El tratamiento médico incluye hormonas y gel lubricante.

Algunas disfunciones sexuales están producidas por consumo de medicamentos y tienen un carácter temporal, dejando de producirse cuando finaliza el tratamiento. Así, por ejemplo, los fármacos antidepresivos producen en la mayoría de los pacientes que los consumen problemas de disminución del deseo y dificultades para conseguir el orgasmo. Los antihipertensivos producen con frecuencia problemas de erección.

Si los problemas de erección no obedecen al consumo de fármacos ni a los factores psicológicos (cognitivos, emocionales y de aprendizaje) que hemos mencionado, se debe explorar la posibilidad de que haya problemas cardiovasculares no tratados.

Para la valoración de problemas de erección véase el cuestionario y las instrucciones para el Índice Internacional de la Función Eréctil, en el siguiente enlace
http://www.hvn.es/enfermeria/ficheros/indice_internacional_de_funcion_erectil.pdf

De acuerdo con este cuestionario aplicado en una amplia muestra de varones españoles, la prevalencia de disfunción sexual eréctil alcanza al 18,9% de los varones españoles (casi uno de cada cinco) y entre los principales factores de riesgo uno de los más importantes es la edad. Si bien existen otros como diabetes (odds ratio ajustada, independiente de la edad, 4), presión arterial alta (odds ratio 1,58), el colesterol alto (1.63), trastorno vascular periférica (2,63), enfermedad pulmonar (3,11), enfermedad de la próstata (2,93), problemas cardíacos (1,79), el reumatismo (2,37) y la alergia (3,08). Todos estos factores se asociaron significativamente con la disfunción eréctil. El consumo de drogas, entre los que se encontraron los llamados medicamentos para los nervios y pastillas para dormir, estuvo fuertemente asociado (odds ratio de 2,78 y 4,27, respectivamente), al igual que el consumo de tabaco (2,5) y el alcohol (1,53). Por lo tanto, el tratamiento psicológico de la disfunción eréctil debe tener en cuenta estos factores.

Los síntomas de la disfunción eréctil a menudo pueden mejorarse al hacer cambios en su estilo de vida. Se puede reducir el riesgo de disfunción eréctil a través de los siguientes cambios en el estilo de vida: perder peso si hay sobrepeso, dejar de fumar, moderar el consumo de alcohol, no tomar drogas ilegales, hacer ejercicio con regularidad y reducir el estrés.

Si los problemas de falta de deseo sexual no obedecen a las causas psicológicas señaladas, podrían tener como base un desarreglo o déficit hormonal (déficit de testosterona), que puede afectar a un importante número de personas (hasta un 30%) a partir de los 50 años.

 

Enlaces
http://www.nhs.uk/Conditions/Erectile-dysfunction/Pages/Treatment.aspx
http://www.apa.org/topics/sexuality/treatment.aspx

Enlaces de audio

¿Qué es la respuesta sexual humana?

http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/15499

¿Cuáles de estas afirmaciones respecto a la sexualidad femenina son ciertas?

http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/12773

¿Cuáles de estas afirmaciones respecto a la sexualidad masculina son ciertas?

http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/12726

¿La atracción sexual es igual en todas las culturas?

http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/15696

¿Qué es normal y anormal en el sexo?

http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/13680

 

¿Cuándo comenzó la atención científica a la sexualidad?

http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/15838

     
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