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Emociones
y salud mental
En
general, altos niveles de emocionalidad negativa, especialmente altos niveles
de ansiedad, están relacionados con elevada activación fisiológica, fuerte
malestar subjetivo y amplia sintomatología ansiosa (preocupaciones, sensación
de descontrol) que a la larga puede ser también depresiva (tristeza, bajo
estado de ánimo). Todo esto viene a suceder en un proceso que tiende a
desarrollarse progresivamente a lo largo del tiempo, aumentando la intensidad
de la activación fisiológica y el malestar, la variedad de síntomas
emocionales, la cronificación y el desarrollo de nuevas patologías, entre las
que cabe incluir los trastornos mentales más frecuentes, principalmente los
siguientes: trastornos de adaptación (de tipo ansioso, depresivo, mixto), trastornos
de ansiedad (pánico, agorafobia, trastorno estrés agudo, trastorno por estrés postraumático,
fobia social, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno
obsesivo-compulsivo, trastorno de ansiedad por consumo de sustancias, etc.), trastornos
del estado de ánimo (depresiones, distimia), trastornos por consumo de
sustancias (adicciones a ansiolíticos, tabaco, alcohol, otras sustancias),
trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia), trastornos del sueño (insomnio,
terrores nocturnos), disfunciones sexuales (deseo, excitación), trastornos del
control de impulsos (ludopatía, tricotilomanía), o trastornos somatomorfos (somatización,
hipocondría).
En
todos estos trastornos mentales encontramos niveles de ansiedad muy elevados
que el paciente no sabe manejar, si bien suele haber también otros problemas
emocionales; es decir mal manejo de otras emociones negativas, como por ejemplo
la ira en las relaciones interpersonales o la tristeza-depresión ante sucesos
negativos. Cuando el paciente pasa por periodos de mayor emocionalidad negativa
(por ejemplo, exámenes finales en la universidad), se suele producir un aumento
de la sintomatología del trastorno mental (por ejemplo, aumenta la frecuencia
de los atracones en los casos de bulimia). Mientras que en periodos más
tranquilos se produce una mejoría de estos trastornos mentales. Parece pues que
en general hay una relación dosis-efecto entre niveles de ansiedad (o
emocionalidad negativa) y sintomatología del trastorno mental.
Además,
la ansiedad suele ser previa al desarrollo del trastorno mental y parece haber
un aprendizaje emocional desadaptado en la base de muchos de estos problemas.
Por ejemplo, suele haber un progresivo desarrollo de sesgos cognitivos que dan
lugar a un aumento de los niveles de ansiedad, así como de otras emociones
negativas. Con frecuencia, se observa que ante un aumento descontrolado de las
reacciones emocionales negativas, el paciente ha intentado autorregular sus
emociones con estrategias equivocadas que provocan un aumento en lugar de una
disminución de dichas reacciones. Por ejemplo, al aumentar la frecuencia e
intensidad de algunas respuestas emocionales, como las sensaciones físicas de
ansiedad, algunas personas desarrollan estrategias de evitación de las
situaciones que provocan el aumento de la activación fisiológica, en lugar de
llevar a cabo una estrategia de revaloración cognitiva (restar importancia)
sobre dichas sensaciones. La evitación tiende a desarrollar el problema
(aumenta la importancia que se da a la situación y sus consecuencias
emocionales), mientras que revaloración cognitiva puede ayudar a disminuir
dicha importancia y las respuestas de ansiedad.
Este
aprendizaje es reversible, de manera que las personas que han desarrollado un
desorden emocional pueden aprender de nuevo, con las técnicas adecuadas, a
desarrollar reacciones emocionales normales, como lo hacían antes del desorden.
Así, con una técnica de reestructuración cognitiva centrada en la reducción de
sesgos cognitivos, o con el aprendizaje de las estrategias adecuadas de
autorregulación emocional, el paciente puede disminuir sus síntomas y eliminar
el trastorno mental que había desarrollado.
Sin
embargo, en torno a un 40% de estos pacientes no está recibiendo ningún tipo de
tratamiento, ni farmacológico ni psicológico; lo que en buena parte es debido a
la ausencia de demanda tratamiento, así como al retraso de una media de unos
seis años hasta que se produce la primera demanda, probablemente por falta de
información en muchos casos. Por otro lado, dos de cada tres pacientes con
estos trastornos mentales comunes es atendido por su médico de Atención
Primaria, casi exclusivamente con psicofármacos, que reducen la intensidad de
los síntomas, pero el paciente no aprende a dejar de producirlos, sino que mantiene
los mismos sesgos cognitivos, las mismas estrategias erróneas de
autorregulación emocional, y con ellos la sintomatología emocional elevada
(principalmente altos niveles de ansiedad) y crónica que se pretendía reducir y
que caracteriza a estos trastornos.
En
su origen, muchos de estos trastornos mentales están íntimamente relacionados
con el surgimiento de factores psicosociales, como por ejemplo, condiciones
laborales adversas (estrés laboral), desempleo, divorcio, o falta de apoyo
social que provocan reacciones emocionales negativas como la ansiedad, las
cuáles junto con el estrés, activan al individuo para afrontar los problemas y
suelen producir emocionalidad negativa, especialmente altos niveles de
ansiedad, irritabilidad y tristeza-depresión. Cuando persisten las condiciones
negativas, se puede iniciar un proceso que podría llegar a generar una
disfunción e incluso diversas patologías a lo largo del tiempo.
Si
estos factores psicosociales y su interpretación psicológica no son atendidos
adecuadamente y continúan actuando, es muy probable que los mismos sigan
produciendo sintomatología emocional durante mucho tiempo, a pesar del
tratamiento farmacológico (que la reduce), y una cronificación de los
problemas; mientras que una intervención temprana de tipo psicológico, con
técnicas basadas en la evidencia científica, ya sea una intervención preventiva
de tipo psicoeducativa, o incluso una intervención psicológica tras años de
consumo de psicofármacos, en las que se enseña a las personas a manejar sus emociones,
pueden ser más eficaces y eficientes que el tratamiento tradicional que se
sigue en Atención Primaria, que básicamente es de tipo farmacológico.
Cuando
una persona sufre una situación traumática (como catástrofe natural, atentado o
violación) sus emociones se disparan, aumentando los niveles de ansiedad, de
activación fisiológica (algunas respuestas fisiológicas quedan asociadas con
los estímulos presentes en el suceso traumático), malestar, culpa, depresión,
etc., acompañados de síntomas de reexperimentación del suceso traumático (con
fuertes sesgos cognitivos), evitaciones, embotamiento, insomnio, etc. Pero está
demostrado que lo mejor no es tratar estos síntomas emocionales con
tranquilizantes, que reducen la activación durante unas horas, pero el consumo
de tranquilizantes se vuelve crónico, el paciente en muchos casos termina
desarrollando un trastorno por estrés postraumático, con tendencia a
evolucionar hacia la cronicidad y comorbilidad, con el desarrollo de un
trastorno depresivo mayor e incluso trastornos por consumo de sustancias. En
este sentido ya se ha pronunciado la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomendando a los servicios de Atención Primaria que
en lugar de tranquilizantes se facilite información sobre el proceso emocional
que está sufriendo el paciente y se le entrene para manejar sus reacciones
emocionales.
De manera similar, cuando
una persona sufre la pérdida de un ser querido experimenta un proceso emocional
de duelo caracterizado por un incremento notable de la emocionalidad negativa,
especialmente la tristeza, que tampoco debe ser tratada con psicofármacos, sino
que la persona debe elaborar su duelo por sí misma. Para ello puede ser útil
algún tipo de orientación sobre las emociones que acontecen en ese doloroso momento.
Si el proceso se complica y comienza a desarrollarse una depresión,
inicialmente se intensificaría la psicoeducación y se llevaría a cabo un
entrenamiento en manejo de emociones, de acuerdo con la evidencia científica.
De nuevo la OMS ha hecho suya esta recomendación y así la ha transmitido a los
médicos de Atención Primaria.
Véase el vídeo de Canal UNED titulado Estrés y pánico, en el siguiente enlace:
http://www.canaluned.com/mmobj/index/id/10630
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