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Trastorno de ansiedad generalizada

La ansiedad generalizada es un trastorno de ansiedad caracterizado por una preocupación constante, excesiva e incontrolable relacionada con una amplia gama de acontecimientos o situaciones de los que se puede derivar algún resultado negativo.

Las personas con ansiedad generalizada tienen mucha dificultad para desconectar y dejar de preocuparse cuando surge un acontecimiento o situación de la vida cotidiana que podría tener una consecuencia no deseada, como por ejemplo el retraso de la vuelta a casa de un miembro de la familia o un viaje en automóvil o un requerimiento por correo certificado para subsanar un proceso administrativo.

Esta percepción permanente de amenaza y activación continua ocasiona síntomas de ansiedad muy elevados, a nivel cognitivo (preocupación), fisiológico (alta activación) y motor (inquietud), incluyendo agobio, cansancio, tensión muscular, problemas del sueño, agotamiento, así como otras emociones negativas muy desagradables, tales como irritabilidad, tristeza, etc. Véase una consulta de un caso particular sobre un posible caso de ansiedad generalizada pinchando en este enlace.

Muchas personas tienen niveles altos de ansiedad sin llegar a tener un trastorno de ansiedad generalizada o algún otro trastorno de ansiedad. Para estas personas puede ser útil la Guía de Autoayuda “Aprenda a controlar sus pensamientos ansiosos”, pinchando en este enlace.

En el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) el contenido de las preocupaciones puede abarcar todo tipo de situaciones. Desde cualquier contratiempo de cada día hasta problemas más importantes o trascendentes que podrían surgir. En cualquier caso, el problema es la magnificación de las preocupaciones, que exceden normalmente a las que presentan otras personas implicadas en el mismo tema, pero sin trastorno de ansiedad generalizada, así como la permanente actividad de atención a la preocupación (dar vueltas, rumiar, ponerse en lo peor, etc.) por dichos temas.

Por ejemplo, llegar tarde a una cita, acudir a una revisión médica, quedar atrapado en un atasco, no realizar a tiempo el pago de un impuesto o abono de una multa, contraer una enfermedad común o incurable, ser atacado, perder la vivienda, tener un accidente, que fallezca un ser querido, perder el empleo, etc.

Véase la Guía de Autoayuda “¿Cómo hacer frente a las preocupaciones?” pinchando en este enlace.

Se trata de interpretaciones negativas con anticipaciones ansiosas que abarcan todo el espectro de la vida de la persona: familia, salud, vida social, profesional, etc.

La representación mental de las preocupaciones suelen aparecer en forma de “Y si……sucediera tal o cual cosa….”

La persona vive de manera desproporcionada tanto las consecuencias negativas que pueda acarrear una situación cotidiana normal, por ejemplo, que se estropee el coche, como las consecuencias negativas de una situación imaginaria que pueda anticipar, como por ejemplo enfermar, divorciarse, tener un accidente, perder la cartera, olvidar las llaves, discutir con alguien, etc.

Aunque todas las personas podemos preocuparnos y plantearnos en muchos momentos de nuestra vida qué sucedería si tuviéramos que afrontar una situación difícil y dolorosa, como la muerte de un ser querido o la propia enfermedad, lo que diferencia este tipo de preocupaciones normales de la preocupación psicopatológica que se da en la ansiedad generalizada es la intensidad con la que se experimenta la emoción, la frecuencia de este tipo de pensamientos y la duración de la preocupación y el malestar emocional que perdura a lo largo del tiempo.

Además de la intensidad, frecuencia y duración de las preocupaciones, las personas con ansiedad generalizada suelen cometer cuatro tipos de errores que pueden aparecer también en otros problemas de ansiedad, aunque en este caso están relacionados con el contenido de sus preocupaciones:

(1) Sobrevaloran la probabilidad de que suceda lo que temen.

(2) Sobrevaloran la severidad de las consecuencias del suceso.

(3) Infravaloran los propios recursos para afrontar lo que temen.

(4) Infravaloran la posibilidad de recibir ayuda por parte de otros.


Es decir, las personas que padecen ansiedad generalizada, creen con mucha firmeza y sensación de realidad que lo que temen podría suceder en cualquier momento, aunque no haya sucedido nunca o la probabilidad estimada de que pudiese suceder, a juzgar por los resultados del pasado, fuese prácticamente nula.

Además creen que cuando suceda será tan espantoso (magnificación) que no lo podrán soportar, no serán capaces de afrontar y superar el problema (minimización de sus recursos). Además, nadie les ayudará, estarán solos, desamparados, sufriendo eternamente sin posibilidad de recuperación y de volver a la normalidad.

Este estado de preocupación constante está provocado por la importancia desmedida que conceden a sus preocupaciones por acontecimientos muy variados de la vida cotidiana y por la anticipación persistente de sucesos negativos relacionados con esos acontecimientos: accidente de automóvil, accidente laboral, posibilidad de sufrir un asalto, posibilidad de que sus niños pequeños sean secuestrados, etc.

Véase la Guía de Autoayuda “Qué es el trastorno de ansiedad generalizada” pinchando en el enlace.


Sesgos atencionales e interpretativos de las personas con ansiedad generalizada

Las personas con ansiedad generalizada dedican mucho tiempo a pensar en sus preocupaciones. Además, consideran que es bueno preocuparse, estar pendiente de si se produce el resultado negativo anticipado, por poco probable que sea. Incluso se consideran mejores personas, mejores ciudadanos, mejores madres o padres, por el hecho de preocuparse, y lamentan que otras personas no estén tan pendientes como ellos del bienestar de su familia y asuntos similares.

A menudo suelen ir cambiando de una preocupación a otra, sin llegar a alcanzar nunca un verdadero estado de tranquilidad y sosiego, pues nunca les faltan temas de preocupación, que a otros no les afectan o no les preocupan tanto.

Este trastorno puede parecer que se solapa con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), ya que al igual que en el caso de los pensamientos obsesivos, las preocupaciones ansiosas del TAG ocupan la mayor parte del tiempo de la persona. Sin embargo se trata de dos entidades diferentes.

En el caso del TOC los contenidos mentales conscientes son pensamientos intrusos, invasores, que se rechazan y se pretende eliminar o neutralizar. En cambio, en el caso del TAG se trata de preocupaciones por la posibilidad de que un suceso cotidiano (como la vuelta a casa) acabe teniendo un resultado muy negativo.

Por otro lado, los contenidos conscientes del TOC son específicos: se trata de pensamientos intrusos sobre despistes en el control (la posibilidad de haberse dejado la puerta abierta, no haber desenchufado la plancha), contaminación (haber contraído el SIDA, sin haber desarrollado conductas de riesgo), realizar conductas impulsivas de tipo agresivo contra otros (empujar a alguien cuando se acerca el tren, clavar un cuchillo por la espalda), abusar sexualmente de niños, mirar los pechos de las mujeres, las braguetas de los hombres, blasfemar a gritos, perder el control mental, etc.

En cambio, los contenidos conscientes del TAG son preocupaciones por cualquier situación de la vida cotidiana que pueda generar algún temor. No se trata de pensamientos intrusos, sino de preocupaciones por posibles desenlaces negativos de acontecimientos generales de la vida.

Por ejemplo, las personas con TOC de daño (posibilidad de hacer daño) tienen pensamientos intrusos que no pueden controlar, pero que desearían eliminar de su conciencia. Como no pueden controlar esos pensamientos, los valoran como inapropiados, les conceden mucha importancia y les producen ansiedad, tienen una gran sensación de pérdida control y creen que pueden llegar a hacer esas conductas que están en su conciencia de forma casi permanente. Al final, desarrollan el sesgo que consiste en creer que pensar es lo mismo que hacer (fusión pensamiento-acción). Es decir que si piensan “y si matara a mi hijo….?” creen que podrían hacerlo solo por el hecho de pensarlo.

Siguiendo con el mismo ejemplo, en el caso de la ansiedad generalizada (TAG), la persona experimenta un temor inmenso cuando piensa en la posibilidad de que le suceda algo malo a su hijo, por ejemplo: “y si mi hijo tuviera un accidente…..?”. Pero el accidente, en este caso, sería un desenlace negativo de un acto de la vida cotidiana (un viaje), no es un pensamiento intruso que se quiere rechazar.

Digamos por lo tanto, que la base del TOC consiste en una obsesión desatada por pensamientos intrusos, mientras que la base del TAG consiste en una preocupación desatada a partir de un acontecimiento de la vida cotidiana.

Las personas con TAG no creen que por pensarlo el resultado negativo vaya a suceder, sino que el hecho de pensarlo e imaginarlo les hace sentir unas emociones tan dolorosas e intensas, tanta ansiedad, que no pueden dejar de preocuparse por si sucediera: lo mal que lo pasarían, lo triste que resultaría, lo injusto que sería, etc.

En el TOC la atención está centrada en pensamientos intrusos. Las personas con TAG tienden a que su atención esté centrada en amenazas, peligros, desgracias, anticipaciones de resultados muy negativos de situaciones cotidianas. Puede ampliarse información sobre el TOC en esta misma Web.

El principal sesgo interpretativo del TAG es la magnificación de la probabilidad de que suceda algo inusual, así como anticipar los peores resultados posibles de cualquier suceso de la vida cotidiana. Sin olvidar, la importancia que le conceden a este tipo de pensamientos, a sus preocupaciones, que justifican, defienden y ven como positivas. Estos pensamientos que justifican y refuerzan sus preocupaciones, son pensamientos sobre sus pensamientos, se denominan metacogniciones, y deben ser analizados y modificados en diferentes trastornos de ansiedad, pero especialmente en el caso del TAG. Con frecuencia la sustitución de interpretaciones erróneas por otras más adaptadas a la realidad choca con este tipo de creencias basadas en metacogniciones. En tal caso, es conveniente atajar primero la metacognición, para poder cambiar posteriormente la cognición negativa, por ejemplo, la preocupación magnificada.

El principal sesgo atencional es estar preocupado constantemente, imaginando desenlaces fatales, finales aterradores, generando soluciones que no le tranquilizan, enlazando una preocupación con otra, etc.

Con frecuencia, la persona con TAG desarrolla algunas conductas de evitación, o supuestamente reductoras de la ansiedad, como llamar a la policía para comprobar que un familiar no ha sufrido un accidente, permanecer levantado hasta que no vuelvan los hijos de una fiesta, estar hipervigilante en el parque infantil para evitar un secuestro de sus hijos, mirar el móvil de su pareja para comprobar que no hay otra persona en su vida, tirar las latas de comida que tienen una fecha de caducidad que cumplirá en un futuro próximo, exceso de protección a los hijos, rezar muchas veces para pedir protección por muchos posibles problemas, fomentar preocupaciones innecesarios en los demás miembros de la familia, llevara los hijos continuamente al médico ante cualquier pequeño síntoma, crear grandes dramas ante cualquier incertidumbre, la automedicación de tranquilizantes a propósito de cada problema, etc. Pero, en realidad, estas conductas lo que consiguen es reforzar la importancia de las propias preocupaciones (en lugar de verlas desadaptadas), con lo que a la larga agravan el problema.

El tratamiento de la ansiedad generalizada consiste fundamentalmente en reducir la frecuencia e intensidad de las preocupaciones, así como la reducción de todos sus sesgos atencionales e interpretativos, mediante técnicas cognitivas. A su vez, la relajación permitirá disminuir el nivel de activación fisiológica que han ido elevando las preocupaciones; mientras que las técnicas conductuales se centrarán en eliminar las conductas supuestamente reductoras de ansiedad que se hayan podido asociar a las preocupaciones, como las llamadas de teléfono para comprobar que no ha habido accidentes, vigilar constantemente a sus hijos, etc.

Si no hubiese buena respuesta a este tratamiento cognitivo-conductual estaría indicado el tratamiento farmacológico con antidepresivos y no con tranquilizantes, que pueden producir adicción tras tres o cuatro semanas.

Así, pues la eliminación de los síntomas de ansiedad generalizada (a nivel cognitivo, fisiológico y conductual) se lleva a cabo a través de diferentes tipos de técnicas:


1. Técnicas de desactivación fisiológica

Se trata de técnicas de entrenamiento en relajación muscular progresiva, respiración diafragmática lenta, respiración profunda y técnicas de imaginación. Véase el apartado de esta Web “Técnicas de relajación”.

Véase la Guía de Autoayuda “Aprenda a relajarse”, en el siguiente enlace


2. Técnicas cognitivas

Se trata de técnicas que ayudan a la persona a pensar de manera más realista, más basada en datos objetivos y contrastables, menos basada en anticipaciones e interpretaciones de contenido catastrófico. La principal es la reestructuración cognitiva, con la que se aprende a observar los sesgos cognitivos o tendencias erróneas (de la atención y de la interpretación), las metacogniciones (es bueno que me preocupe, si no me preocupo yo quién se va a preocupar), los pensamientos negativos y sustituirlos por otros que no generen ansiedad: no estar todo el tiempo rumiando, no magnificar las probabilidad de ocurrencia y los resultados negativos, no justificar las preocupaciones con metacogniciones de refuerzo.

Si desea profundizar en este tipo de tratamiento véase el artículo “Intervención cognitivo-conductual en los trastornos de ansiedad: una actualización” publicado en la revista “Informació Psicolôgica”.

Existen diversas técnicas que se pueden utilizar para desviar la atención centrada en la amenaza hacia estímulos neutros o menos amenazantes.

Estas técnicas pueden ser diferentes actividades tanto mentales como físicas que la persona puede llevar a cabo para aprender a manejar su atención y redirigirla.

Véase también el apartado correspondiente de esta Web, siguiendo el menú principal “Técnicas cognitivas”.


3. Técnicas conductuales:

Consiste en que la persona se vaya exponiendo poco a poco, por aproximaciones sucesivas a todas las situaciones que teme y evita, tanto reales como imaginarias (preocupaciones), sin poner en marcha conductas de evitación o supuestamente reductoras de ansiedad (como esperar a sus hijos en el sofá, aunque vengan a las siete de la mañana), de manera que vaya adquiriendo cada vez mayor nivel de seguridad, sin realizar tales conductas (que refuerzan la importancia de la preocupación) y vayan así disminuyendo las preocupaciones, los síntomas ansiosos y las anticipaciones negativas. en los casos de trastorno de ansiedad generalizada y de trastorno obsesivo compulsivo los pacientes no pueden parar de dar vueltas a sus preocupaciones y obsesiones, respectivamente. En estos casos es útil la exposición a pensamientos con prevención de respuesta; es decir, pensar en sus preocupaciones y obsesiones sin que se disparen otras respuestas reductoras de ansiedad (e.g., comprobaciones, en ansiedad generalizada; compulsiones, para los casos obsesivos).

Así, si una madre con trastorno de ansiedad generalizada está muy preocupada porque no puede ver a su hijo en el parque, aun estando segura de que está dentro de un tobogán cerrado (porque lo vio entrar y no ha salido), que se exponga a pensar que es cierto que no le ve, pero que su hijo está seguro aunque no le vea en todo momento; y no es necesario comprobar que está dentro del tobogán (conducta reductora de ansiedad, que actúa como una evitación). Lo más adecuado es que siga charlando con las otras madres, en lugar de interrumpir la conversación e ir a hacer comprobaciones. Véase el apartado de esta Web, “Técnicas conductuales”.

Véase el artículo "Tratamiento cognitivo-conductual de un caso de trastorno de ansiedad generalizada" en el que se aplican las técnicas cognitivo-conductuales descritas al tratamiento de un caso clínico.


Cómo saber si tengo Ansiedad Generalizada

Si crees que podrías tener un trastorno de ansiedad generalizada lo primero que debes hacer es acudir a un profesional de la salud mental. El tratamiento psicológico con mayor evidencia científica es el tratamiento cognitivo-conductual.

Si estas desorientado y no sabes a quien dirigirte puedes consultar el sitio Web de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Esta sociedad científica cuenta con un Servicio de Orientación y Ayuda gratuito que puede ayudarte a aclarar tus dudas y encontrar un profesional que pueda atender tu problema. Para ello, puedes hacer una consulta personal a través de correo electrónico, que será respondida por un especialista.

Si lo deseas, antes de hacer la consulta al especialista, puedes hacer una autoevaluación de tu nivel de ansiedad, pinchando en este enlace.

Si la frecuencia de tus síntomas de ansiedad no alcanza el centil 75, es muy probable que estés libre de sufrir cualquier trastorno de ansiedad, como el TAG.

Hay una forma más directa de evaluar si se padece un posible trastorno de ansiedad generalizada, mediante el test GAD-7, que recoge los criterios diagnósticos que veremos después. Es una prueba de cribado diseñada especialmente para detectar pacientes con TAG en las consultas de Atención Primaria.

En las últimas 2 semanas, ¿con qué frecuencia se ha sentido molesto por los siguientes problemas?

Nunca Muchos días Más de la mitad de los días Casi todos los días

1. Sentirse nervioso, ansioso o tener los nervios de punta.

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2. No ser capaz de parar o controlar la inquietud.

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3. Sentirse muy inquieto por diferentes cosas.

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4. Tener problemas para relajarse.

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5. Estar tan inquieto que le resulta difícil estar sentado quieto.

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6. Enfadarse o irritarse con facilidad.

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7. Estar asustado como si fuese a pasar algo terrible.

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Si usted ha notado algún problema, ¿hasta qué punto le ha dificultado su trabajo, hacer las cosas de casa o relacionarse con otras personas?

Nada Algo Mucho Muchísimo

Una persona tendrá un posible TAG si se responde con un 2 ("más de la mitad los días“) a la primera cuestión (la 1), así como a otras tres o más de las seis preguntas numeradas restantes (de la 2 a la 7).

De manera alternativa, si se suman las puntuaciones de los 7 primeros ítems (rango 0-21), el punto de corte para diagnosticar un probable TAG sería tener 8 puntos, aunque sería más fiable una puntuación de 10. Los puntos 5, 10 y 15 indicarían las zonas de baja (<=5), media (<=10) y alta ansiedad (>15).

A continuación te indicamos los criterios diagnósticos que definen el trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Son los que usan los especialistas en salud mental para diagnosticar este trastorno. El diagnóstico debe hacerse con entrevista cara a cara, por un experto con experiencia en el psicodiagnóstico.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) para que una persona pueda ser diagnosticada de ansiedad generalizada debe cumplir los siguientes criterios.


Criterios para el diagnóstico del TAG según el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2000; Asociación Americana de Psiquiatría, 2001)

A. Ansiedad y preocupación excesivas (expectación aprensiva) sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que se prolongan más de 6 meses.

B. Al individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación.

C. La ansiedad y preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes (algunos de los cuales han persistido más de 6 meses). Nota: En los niños sólo se requiere uno de estos síntomas:

  1. inquietud o impaciencia

  2. fatigabilidad fácil

  3. dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco

  4. irritabilidad

  5. tensión muscular

  6. alteraciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sensación al despertarse de sueño no reparador)


D. El centro de la ansiedad y de la preocupación no se limita a los síntomas de un trastorno; por ejemplo, la ansiedad o preocupación no hacen referencia a la posibilidad de presentar un ataque de pánico (como en el trastorno de pánico), pasarlo mal en público (como en la fobia social), contraer una enfermedad (como en el trastorno obsesivo-compulsivo), estar lejos de casa o de los seres queridos (como en el trastorno de ansiedad por separación), engordar (como en la anorexia nerviosa), tener quejas de múltiples síntomas físicos (como en el trastorno de somatización) o padecer una enfermedad grave (como en la hipocondría), y la ansiedad y la preocupación no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno por estrés postraumático.

E. La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

F. Estas alteraciones no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo) y no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno del estado de ánimo, un trastorno psicótico o un trastorno generalizado del desarrollo.

  
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