Ansiedad y estrés
La ansiedad es una reacción emocional íntimamente relacionada con situaciones de amenaza, o ambiguas que son interpretadas como amenazantes (exámenes, hablar en público, una cita con alguien que nos gusta, etc.), y que nos lleva a activarnos a nivel cognitivo (centrar nuestra atención en posibles amenazas, pensamiento rápido, explorar alternativas, etc.), fisiológico (aumento de la activación corporal) y conductual (agilidad, inquietud, evitación, etc.), con el fin de ponernos en alerta y prepararnos ante dicha amenaza.
Se trata de una reacción emocional negativa o desagradable que se experimenta con sensaciones de malestar, anticipación de resultados negativos, preocupación, tensión, aprensión, inseguridad, temor, etc., pudiendo incluir además pensamientos negativos sobre uno mismo y su actuación, o la sensación de pérdida de control; todo ello acompañado por la percepción de fuertes reacciones fisiológicas no controlables por la voluntad y reguladas por el sistema nervioso autónomo (tasa cardiaca, sensaciones en el estómago, temperatura, sudor, cambios en la tasa respiratoria, etc.); además, con frecuencia se puede observar una conducta más ágil o inquieta.
Las emociones se producen ante un determinado tipo de situación, relevante para el individuo y generan una experiencia caracterizada por el placer o malestar que conlleva, así como por la intensidad con que se vive. En el caso de la ansiedad, esta experiencia emocional se produce por lo general como una reacción ante determinados estímulos o situaciones que son interpretados por una persona como amenazantes ante la posibilidad de obtener un resultado no deseado.
La experiencia de ansiedad se caracteriza por un cierto grado de malestar o nerviosismo producido por la sensación de falta de control, que será tanto más intenso cuanto mayor sea la percepción de cambios corporales.
Además de la experiencia ansiosa se pueden observar intensos cambios fisiológicos que indican una alta activación del sistema nervioso autónomo y del sistema nervioso motor, tales como sudoración, tensión muscular, molestias en el estómago, taquicardia, dificultades para respirar, temblor, dificultades para tragar, dolores de cabeza, etc.
Junto a la experiencia emocional y las reacciones fisiológicas, en las situaciones ansiógenas se pueden observar con frecuencia conductas motoras más ágiles, o índices de agitación, tales como inquietud motora, temblor de voz, tartamudez y otras dificultades de expresión verbal, además de algunas conductas consumatorias, tales como comer, beber o fumar en exceso, y en general conductas desajustadas o desordenadas, producidas por alta activación y falta de concentración, e incluso conductas manifiestas de evitación que pretenden reducir el malestar de la experiencia.
Un ejemplo de reacción de ansiedad lo podemos encontrar en las situaciones en las que nos sentimos evaluados por los demás, pues pueden desencadenar intensas reacciones de ansiedad, con los síntomas anteriormente descritos. De entre las situaciones ansiógenas, una situación de evaluación, “hablar en público”, es posiblemente la situación que provoca las reacciones más intensas de ansiedad. En un estudio sobre la ansiedad provocada por las veintidós situaciones que incluye el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad (ISRA), uno de los instrumentos de evaluación de la ansiedad más utilizado en España, encontramos que la más ansiógena era la situación “si tengo que hablar en público”. Esta situación puede generar reacciones de ansiedad tan intensas en algunos individuos, que les lleva a evitarla, aun cuando tal evitación pueda tener consecuencias negativas a nivel profesional, académico o social. Se calcula que alrededor de un 20% de la población muestra un miedo excesivo a hablar o actuar en público.
De acuerdo con los modelos cognitivos lo que provoca la reacción emocional no son las situaciones en sí mismas, sino la interpretación que el individuo haga de tales situaciones.
El estrés es un proceso natural de adaptación del individuo a su medio, para poder atender las demandas de cualquier situación en general (por ejemplo, las tareas académicas, laborales y domésticas) cuando no tiene recursos suficientes (tiempo, energía, alerta, concentración, apoyo social, dinero, condiciones físicas) y necesita generarlos activándose más de lo normal durante algún tiempo (trabajar más deprisa, más horas, en peores condiciones, descansar menos, mantener la temperatura interna constante bajo situaciones adversas), hasta conseguir el objetivo.
Las emociones y el estrés están íntimamente relacionados, aunque son procesos diferentes. Las emociones son reacciones puntuales a ciertas situaciones específicas, relevantes para la adaptación del individuo (como el peligro de muerte, la pérdida de un ser querido o el examen de entrada en la universidad); el estrés, es una reacción general de activación de recursos ante cualquier situación cuyas demandas debemos afrontar (como por ejemplo mantener un buen nivel de actividad durante ocho horas en nuestro puesto de trabajo) y para la que no tenemos suficientes recursos (estamos cansados pero todavía debemos mantenernos activos y además el ritmo de trabajo es rápido y exigente).
Por ejemplo, una situación que puede producir estrés es tener que atender una tarea difícil, que requiere mucha concentración, pues debemos activar nuestros procesos cognitivos. Esta misma situación puede producir o no también una reacción de ansiedad, siempre que haya un posible resultado negativo en juego que sea importante para nosotros. Pero también podría desencadenar emociones positivas, como alegría, satisfacción, orgullo, si tenemos una expectativa razonabe de conseguir un resultado positivo altamente valorado.
Con frecuencia la reacción de estrés produce emocionalidad negativa, sobre todo ansiedad, que es una reacción emocional de alerta cognitiva, de activación fisiológica, de agilización motora, ante la posibilidad de obtener un resultado negativo (que el individuo considera amenazante).
También puede producir emociones positivas, como la alegría o la euforia, cuando conseguimos un éxito, aunque la reacción de estrés suponga una sobreactivación que puede ocasionar un aumento de la actividad fisiológica.
Una persona que lleve un cierto tiempo sometida a situaciones estresantes (por ejemplo, altas demandas laborales), tenderá a estar más activada de lo normal, así como a presentar mayores niveles de ansiedad, irritabilidad e ira. Si a largo plazo no se resuelve este estado emocional, puede adquirir ciertos tintes de tristeza e incluso llegar a un estado de ánimo deprimido, por cansancio emocional.
Véase el vídeo “Estrés y Ansiedad” del grupo de investigación del profesor Sandin de la UNED.
http://canal.uned.es/mmobj/index/id/7923
Pero el estrés no sólo produce reacciones emocionales, sino que en general supone un incremento de la actividad cognitiva, fisiológica y conductual, un esfuerzo por incrementar los recursos necesarios para atender las demandas de la situación; esfuerzo que no podremos mantener indefinidamente, pues este estado de sobreactivación al final producirá cansancio e incluso agotamiento.
Para hacer el mismo trabajo con menos operarios, por ejemplo, necesitamos con frecuencia pensar más deprisa, gastar más energía, actuar más rápidamente, trabajar más horas, descansar menos, etc. Por ello, tras un cierto período de tiempo en el que estemos sometidos a este estrés, tenderemos a agotar todos esos recursos que hemos dinamizado (energía, capacidad de concentración, capacidad de respuesta) y necesitaremos descansar, dormir, comer, volver a una situación más calmada que nos exija menos demandas y nos permita recuperarnos de ese desgaste.
Las personas que están agotadas por estrés psicosocial (laboral, familiar, nuevas tecnologías, etc.) suelen estar activados por diferentes obligaciones o demandas del ambiente (reacción general de estrés), así como a su vez también por distintas amenazas (reacción de ansiedad)
Véase el vídeo de Canal UNED titulado Estrés y ansiedad, en el siguiente enlace:
http://www.canaluned.com/mmobj/index/id/7923
Vease el pdf sobre la ansiedad en el siguiente enlace
La ansiedad
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