Estrés, respuestas emocionales y síntomas físicos
El estrés es un proceso normal que nos activa para poder atender las demandas del medio, pero puede llegar a desatar consecuencias negativas (exceso de activación) cada vez más importantes, que si no se atienden suelen ir haciéndose, de manera progresiva, cada vez más disfuncionales.
Si las demandas son excesivas, en relación a los recursos, se incrementará la intensidad de la respuesta de activación (cognitiva, fisiológica y conductual) y muy probablemente aparecerá una alta emocionalidad negativa (reacciones intensas y frecuentes de ansiedad, irritabilidad, ira, etc.), caracterizada por una experiencia emocional desagradable.
Las respuestas de ansiedad que recoge el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad, versión breve (ISRA-B) a nivel fisiológico son diez signos de aumento de la activación de diferentes sistemas que el individuo puede percibir y autoevaluar según la frecuencia (entre 0, casi nunca; 1, pocas veces; 2, unas veces sí, otras veces no; 3, muchas veces y 4, casi siempre) con que las experimenta regularmente:
- Siento molestias en el estómago.
- Me sudan las manos u otra parte del cuerpo hasta en días fríos
- Me tiemblan las manos o las piernas
- Me duele la cabeza
- Mi cuerpo está en tensión
- Tengo palpitaciones, el corazón me late muy deprisa
- Me falta el aire y mi respiración es agitada
- Siento náuseas o mareo
- Se me seca la boca y tengo dificultades para tragar
- Tengo escalofríos y tirito aunque no haga mucho frío
Las personas que están sometidas a fuertes condiciones de estrés o están bajo alguna amenaza importante presentan elevadas puntuaciones en esta prueba.
Una puntuación igual o superior a 10 puntos en varones, o bien igual o superior a 13 puntos en mujeres, en estas 10 preguntas, otorga la puntuación centil de 75. Significa que deja por debajo de sí al 75% de la población. Por ello, podemos entender que se trata de una persona que está más activada que el 75% de la población, medido con una prueba de autoinforme. Esto es una primera alarma que indica que deberíamos hacer algo para cambiar el estilo de vida que estamos viviendo en los últimos meses, que nos está llevando a desarrollar y mantener una fuerte activación fisiológica, lo que supone un riesgo para nuestra salud.
Con una puntuación igual o superior a 18 puntos en varones o 22 en mujeres se alcanza el centil 95. Las personas con este centil están probablemente sufriendo ya un malestar psicológico significativo, que les puede conducir a desarrollar desórdenes emocionales, así como una muy elevada activación fisiológica que puede comenzar a producir disfunciones de tipo psicofisiológico.
Por norma general, una persona se especializa en alguna de esas 10 respuestas fisiológicas de ansiedad, que pueden constituir síntomas de activación fisiológica. Quien alcanza un centil igual o superior al 95 y las máximas puntuaciones las tiene en el ítem 1, experimentará frecuentes molestias digestivas, que si se mantienen en el tiempo (el estrés y los síntomas) pueden aumentar la probabilidad de que se desarrollen problemas relacionados con úlcera péptica, trastorno de intestino irritable, dispepsia, etc.
En iguales circunstancias (centil 95 y cronicidad), el sudor, el temblor o tiritar pueden constituir la base de un problema de ansiedad social, que aumentaría la probabilidad de desarrollar fobia social.
En iguales circunstancias (centil 95 y cronicidad), el dolor de cabeza y la tensión corporal puede aumentarla probabilidad de desarrollar las típicas disfunciones por dolor asociadas a estrés: cefalea tensional (dolor de cabeza tensional), dolores y contracturas musculares.
Los restantes síntomas, cardiovasculares (palpitaciones, taquicardia), respiratorios (falta de aliento), digestivas (náuseas), del equilibrio (mareo), o dificultades para tragar, pueden aumentar la probabilidad de desarrollar un aumento de la atención a estas sensaciones físicas, un incremento de la disfunción psicofisiológica y/o aumento del miedo a estas sensaciones que puede desembocar en ataques de pánico.
La evolución del proceso de activación fisiológica a lo largo del tiempo puede ser más o menos de la siguiente forma. En un principio surgirán los primeros síntomas de activación fisiológica y malestar psicológico, que suelen producir cansancio excesivo, insomnio primario (dificultades para dormir), tensiones musculares que pueden llegar a provocar contracturas, o dolores de cabeza, hombros, espalda, etc., así como un estado más intenso y permanente que lo habitual de ansiedad o nerviosismo y agotamiento.
Si se mantiene demasiado tiempo una elevada respuesta a estresores o situaciones estresantes, o simplemente al preocuparse en exceso y darle muchas vueltas a los nuevos síntomas que están apareciendo, puede comenzar un proceso patológico, que puede afectar al rendimiento, a la salud física y a la salud mental.
Así, una persona muy estresada, durante bastante tiempo, puede llegar a ver bastante disminuido su rendimiento, porque está agotada, ha acabado sus recursos biológicos, cognitivos y conductuales, pero intenta seguir activándose para generar más recursos. A la larga esta persona puede desarrollar problemas de salud, tanto los llamados trastornos físicos, como los psicológicos.
Si estos síntomas se van volviendo crónicos o alargando en el tiempo, pueden aparecer ya los primeros trastornos, más serios que los síntomas iniciales, como por ejemplo los desórdenes psicofisiológicos (psicosomáticos), como la hipertensión, o bien condiciones físicas crónicas, por cambio en hábitos de vida, como la obesidad, la diabetes, etc., o algunos trastornos mentales.
El estrés crónico y la alta emocionalidad negativa están asociados con el desarrollo de problemas de salud, como los llamados trastornos psicofisiológicos (psicosomáticos) y otros problemas físicos, además de los desórdenes emocionales (ansiedad, depresión, etc.).
Los trastornos psicofisiológicos son un conjunto de trastornos de tipo físico que cursan con niveles altos de ansiedad, ira, tristeza-depresión y estrés. Se trata de desórdenes de etiología múltiple, en los que el estrés, las emociones negativas, el aprendizaje emocional, la conducta, el estilo de vida, etc. juegan algún papel más o menos importante.
Cuando una persona lleva tiempo sometida a estrés psicosocial (estrés en el trabajo, falta de descanso, ruptura de pareja, amenaza de despido, irritabilidad crónica, enfados frecuentes con los hijos, etc.) aumenta la probabilidad de desarrollar activación fisiológica, cambios de conducta que implican un estilo de vida menos saludable, disfunciones psicofisiológicas (arritmias, hipertensión arterial), otros problemas de salud de tipo cardiovascular, digestivo o muscular, entre otros. Se trata de trastornos de etiología múltiple, pero el estrés intenso y crónico puede suponer el aumento de varios factores de riesgo (hiperactivación fisiológica, cambios endocrinos, cambios conductuales, activación de genes, etc.), que pueden aumentar la probabilidad de que se desarrollen estos trastornos.
A su vez, el padecimiento de estos trastornos físicos genera también ansiedad y estrés (síntomas de la enfermedad, preocupación, malestar psicológico, aumento de la activación fisiológica, exigencias de los tratamientos, etc.). Por supuesto, una vez iniciado o establecido el trastorno, un aumento del nivel de estrés suele acarrear un empeoramiento del trastorno médico.
Ejemplo de estos desórdenes son los siguientes:
- problemas musculares (dolores, contracturas, cansancio crónico),
- cardiovasculares (hipertensión, arritmias, enfermedad coronaria, infarto),
- digestivos (intestino irritable, enfermedad intestinal inflamatoria, úlcera),
- respiratorios (asma, alergias),
- dermatológicos (psoriasis, acné, eczema),
- dolor crónico (cefaleas tensionales, lumbalgias, dolor crónico de espalda),
- infertilidad, problemas ginecológicos, etc.
La DSM-IV incluye los factores psicológicos que afectan a enfermedad médica, como por ejemplo síntomas emocionales (ansiedad y depresión) que exacerban una crisis de asma, o respuesta fisiológica relacionada con estrés que afecta a úlcera digestiva.
F54 Factores psicológicos que afectan al estado físico (DSM-IV):
- Trastorno mental que afecta a una enfermedad médica
- Síntomas psicológicos (como ansiedad y estrés) que afectan a una enfermedad médica
- Rasgos de personalidad (ansioso, obsesivo, perfeccionista, rígido, irritable, etc.) o estilo de afrontamiento (evitativo, represivo) que afectan a una enfermedad médica
- Comportamientos desadaptativos (trabajar mucho, dormir poco, comer en exceso, fumar, no hacer ejercicio, rascarse un eczema, abandonar el tratamiento médico, abandonar la actividad social, etc.) que afectan a una enfermedad médica (por ejemplo, fumar y asma, rascarse y eczema, beber y fumar con úlcera, etc.)
- Respuesta fisiológica (alta activación) relacionada con el estrés que afecta a una enfermedad médica
- Otros factores psicológicos o no especificados que afectan a una enfermedad médica
La clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (CIE-10) incluye una categoría que considera este tipo de trastornos y lo denomina “Factores psicológicos y del comportamiento en trastornos o enfermedades clasificados en otro lugar”. Veamos una breve definición y ejemplos de trastornos.
F54 Factores psicológicos y del comportamiento en trastornos o enfermedades clasificados en otro lugar
Esta categoría debe utilizarse para diagnosticar la presencia de influencias psicológicas o comportamentales consideradas como importantes en la etiología de trastornos somáticos que pueden ser clasificados de acuerdo con otros capítulos de la CIE-10. Este tipo de alteraciones mentales suelen ser normalmente leves, no permiten hacer un diagnóstico clínico más específico y a menudo son muy prolongadas (tales como preocupaciones, conflictos emocionales o aprensión). Por sí mismas no satisfacen las pautas de ninguna de las categorías descritas en el resto de este tomo V (F) de la CIE-10. Debería utilizarse un código adicional para identificar el trastorno somático (en los pocos casos en que un trastorno psiquiátrico manifiesto se considere el causante de un trastorno somático, deberá utilizarse un segundo código adicional para dejar constancia de este trastorno mental).
A continuación figuran algunos ejemplos de cómo se debe utilizar esta categoría: asma (F54 + J45), dermatitis y eczema (F54 + L23- L25), úlcera gástrica (F54 + K25.-), colitis mucosa (F54 + K58.-), colitis ulcerosa (F54 + K51.-) y urticaria (F54 + L50.-).
Incluye: factores psicológicos que afectan a funciones somáticas
Excluye: cefalea de tensión por estar incluida en otro apartado (G44.2)
Adicionalmente, las personas sometidas a estrés crónico tienden a desarrollar con mayor probabilidad otros problemas de salud, los relacionados con el sistema inmune.
A largo plazo la hiperactivación crónica producida por altos niveles de estrés y ansiedad puede llevar a un cierto grado de inmunodepresión, que hace aumentar el riesgo de padecer enfermedades infecciosas, como el resfriado común, la gripe, o el herpes labial; por otro lado, las enfermedades relacionadas con el sistema inmune pueden tener una peor evolución, como en el caso de las alergias, trasplante de médula o de distintos tipos de cáncer.
E incluso, en algún caso, como el cáncer de cuello de útero, es más probable que las mujeres con mayores niveles de estrés cotidiano y emocionalidad negativa puedan desarrollar el cáncer, en presencia del virus del papiloma humano, por una mayor vulnerabilidad al virus debido a una peor función del sistema inmune. Recientemente, también se ha relacionado el padecimiento de estrés con el inicio de la metástasis, que es la mayor amenaza para el paciente con cáncer.
Algunos síntomas físicos típicos de procesos emocionales en los que se producen somatizaciones (por ejemplo, fatiga o dolores musculares) son muy frecuentes en pacientes que acuden a Atención primaria. Independientemente del motivo de la consulta, los síntomas más habituales son: fatiga (57% de los pacientes que acuden a la consulta de su médico de Atención Primaria), dolor de cabeza (40% de los pacientes) y dolor de espalda (39%). Estos síntomas son acumulativos (más de la mitad de los pacientes tiene 3 ó más somatizaciones), tienden a llegar a hacerse crónicos (2 de cada 3 personas presentan este tipo de síntomas desde hace más de 6 meses) y su acumulación está relacionada con estrés y ansiedad, así como con peor salud.
El estrés está presente en estas somatizaciones, así como en problemas físicos, tales como la hipertensión, la arritmia, las alergias, las contracturas musculares, cefaleas, migrañas, dolores múltiples, algunos problemas dermatológicos, de la fertilidad, etc. Por supuesto el estrés también está muy presente en algunos trastornos mentales como el trastorno de pánico o en el trastorno por estrés postraumático, dos problemas significativos que aumentan en la población tras un evento traumático colectivo que afecta a muchas personas; pero que también están asociados al estrés cotidiano y a las situaciones traumáticas individuales.
El estrés por sí sólo no tendría tanta repercusión si no fuera porque va interaccionando con otros factores de riesgo. Por ejemplo, el estrés no sólo genera hiperactivación fisiológica, sino que a la larga modifica el comportamiento y el estilo de vida de manera que se abandonan conductas saludables y se adoptan otras no saludables.