Prevención de los desórdenes emocionales
Puesto que muchos desórdenes emocionales aparecen tras un periodo prolongado de estrés psicosocial, la prevención de estos desórdenes pasa necesariamente por aprender a prevenir y manejar el estrés. Véanse estos apartados pinchando en los enlaces o siguiendo el menú Inicio / Emociones y estrés / Estrés / Manejo y prevención.
La alta activación fisiológica y elevados niveles de malestar subjetivo producidos por las emociones negativas, especialmente la ansiedad, pero también la tristeza, o en menor grado la ira, si se mantienen mucho tiempo, son también factores de riesgo para el desarrollo de los desórdenes emocionales. Por lo tanto, para prevenir el desarrollo de estos desórdenes debemos aprender a prevenir y manejar estas emociones negativas. Véanse estos apartados siguiendo el menú
- Inicio / Emociones y estrés / Ansiedad / Manejo y prevención / Manejo de la ansiedad
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Véanse también los distintos apartados que se encuentran en Inicio / Emociones y estrés / Emociones / El manejo emocional.
Leer información siempre puede ser útil para prevenir, pero de hecho no siempre lo es, sino que se requieren una serie de exigencias adicionales. Por ejemplo, la información puede ayudar a prevenir si:
(1) es adecuada,
(2) está basada en la evidencia,
(3) se comprende,
(4) nos enseña cuál es el proceso que hay que seguir para alcanzar el objetivo,
(5) nos motiva a aprender y desarrollar ese proceso,
(6) se interioriza (la hacemos nuestra, la aceptamos, la manejamos, la tenemos presente, etc.),
(7) nos sirve para mejorar nuestra capacidad de anticipar riesgos y sortearlos o minimizarlos,
(8) la usamos para adquirir compromisos de cambio de hábitos,
(9) la aprovechamos para adquirir nuevas habilidades que no poseíamos,
(10) la utilizamos para modificar viejos hábitos perniciosos, por otros saludables,
Una forma de tomar un papel activo en la prevención es seguir un plan de entrenamiento similar al que se tendría que hacer si ya se estuviese padeciendo una fuerte sintomatología, propia del algún desorden emocional.
Para beneficiarse de la información de esta Web sobre bienestar emocional y desarrollar habilidades de manejo emocional, con fines de prevención, cada persona debe leer el primer apartado (Emociones), el segundo (Estrés), trabajar el apartado de “Prevención del estrés” (releer, subrayar, poner en práctica en su vida cotidiana), observar sus síntomas emocionales preponderantes, autoevaluarse en las emociones que muestra síntomas más intensos (ansiedad, tristeza, ira) y debe elaborar un plan específico de trabajo que debe desarrollar durante al menos 3 meses.
Para elaborar y seguir este plan, le aconsejamos que adopte los siguientes pasos:
(1) elaboración del plan de trabajo: debe anotar los grandes apartados que debe explorar, los que considera que están más relacionados con su objetivo de prevención, de acuerdo con el esquema que acabamos de ver (emociones, estrés, tipo de emoción predominante, autoevaluación, otras emociones presentes, autoevaluación, técnicas de entrenamiento psicológico con las que puede aprender a desarrollar habilidades de manejo y prevención);
(2) seguir un plan sistemático de acción: como mínimo debe leer cada día, durante al menos 15 minutos, las páginas y apartados que ha anotado en su plan de trabajo;
(3) adoptar un papel activo en este aprendizaje: además de ir leyendo, debe trabajar la lectura y ejercicios que se proponen, subrayando, haciendo esquemas, volviendo a releer los textos que mejor se adaptan a su caso; hacer otros ejercicios, como la autoevaluación, que en ocasiones puede repetir (por ejemplo, evaluación de estados emocionales) una vez al mes; así como ver y analizar los vídeos o cualquier otra actividad que vaya encontrando en el plan de trabajo (por ejemplo, profundizar en alguna información con algunos enlaces, como las Guías de Autoayuda, Guías de Técnicas de Entrenamiento);
(4) intentar analizar los problemas de cada día, utilizando las técnicas cognitivas: mediante la lectura de algún texto sobre las técnicas cognitivas, especialmente la reestructuración cognitiva; repetir cada día ejercicios para restar importancia a las amenazas (por ejemplo valorar la amenaza de 0 a 100, así como los factores de los que depende: probabilidad de que suceda, etc.), prestarles menos atención, disminuir el hábito de rumiar los problemas, reducir el tiempo que le dedicamos, disminuir la frecuencia de anticipaciones de sucesos poco probables; realizar ejercicios de solución de problemas cuando hay que tomar una decisión; modificar las estrategias de autorregulación erróneas por otras más funcionales (un factor esencial para la prevención de desórdenes emocionales);
(5) hacer los ejercicios de relajación todos los días: dedicar diariamente unos 20-25 minutos a escuchar la grabación de las técnicas de relajación, realzando los ejercicios que propone de tensión y distensión muscular, recorriendo todas las zonas, mezclando con los ejercicios de respiración e imaginación que se están oyendo; esta práctica diaria disminuirá su estado general de activación fisiológica; al cabo de unos 3 meses estará más relajado, se sentirá mejor, lo que le ayudará a pensar mejor y disminuir aún más su malestar y activación, así como a prevenir desórdenes emocionales (una disminución de nuestro nivel de activación fisiológica es un factor muy importante para la prevención de estos desórdenes);
(6) esforzarse por ir cambiando comportamientos: poco a poco, a medida que vaya teniendo más confianza, vaya haciendo pequeños cambios en su vida cotidiana (por ejemplo, afrontar situaciones que le cuesta afrontar, introducir nuevas conductas que había dejado de hacer, desarrollar actividades que le motivan poco pero debe realizar, llevar a cabo acciones que le resultan difíciles); tras el intento de modificar su conducta, debe premiarse pensando algo positivo de su intento, aunque no haya obtenido un gran resultado, pues los premios consolidan los intentos, y los pequeños logros consiguen a la larga los objetivos propuestos;
(7) no se preocupe si algún día hay una recaída en su nivel de ansiedad o en su estado de ánimo: acepte el reto de considerar que esto es normal, que incluso las recaídas son una prueba, una piedra en el camino, para aprender más, y siga adelante con su plan; si no abandona, conseguirá mejores resultados que si se desanima, piensa que no ha conseguido nada, y deja de seguir su plan de trabajo; continúe hasta conseguir los objetivos de bienestar y prevención que busca;
(8) intente ampliar su plan de trabajo: en esta Web hay mucha más información que la que seleccionó al elaborar su plan de trabajo en el primer punto; cuando vea que domina la información seleccionada inicialmente, amplíe a otros apartados; cuando tenga dudas o se le queden escasos los textos, busque más información; haga todos los ejercicios propuestos e irá adquiriendo más habilidades que las que se obtienen por la simple adquisición de información;
(9) si no es capaz de seguir este plan de trabajo o no le ha dado los resultados deseados, busque orientación y ayuda profesional: por ejemplo, comience por utilizar el servicio gratuito de orientación y ayuda de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) que está atendido por profesionales especializados en estos problemas.
Si se toma esta Web como un libro interactivo que se puede leer y trabajar de muchas formas, ganará en información e irá poco a poco desarrollando habilidades de manejo de las emociones, de autorregulación emocional, de prevención del estrés, de control de factores de riesgo, lo que sin duda será una gran inversión en bienestar.
Algunos programas online de entrenamiento en manejo de las emociones pueden ser útiles para prevenir el desarrollo de desórdenes emocionales, como el programa “Venciendo la ansiedad”.
Por último, terminaremos este apartado argumentando la necesidad de hacer prevención no sólo a nivel individual, sino también social.
Los desórdenes emocionales y la salud están asociados también con factores socieconómicos, de manera que las personas más desfavorecidas, que viven por debajo del umbral de la pobreza, tienen mayor probabilidad de sufrir trastornos mentales, así como obesidad, que a su vez es un factor de riesgo para otros problemas crónicos de salud, como las enfermedades cardiovasculares o la diabetes. Véase por ejemplo el artículo divulgativo “Salud mental y pobreza”.
Comer sano y controlar el peso no tiene por qué ser más caro que comer mal y tener obesidad. Pero la clave para romper esta predisposición negativa podría estar en la información, que podría cambiar la mayor tendencia de las personas pobres a la obesidad.
La información puede ayudar a paliar el efecto negativo de la pobreza sobre los desórdenes emocionales y sobre la salud. Aprender a pensar bien y educarse en el manejo de las emociones para prevenir desórdenes emocionales, usando las nuevas tecnologías, no tiene por qué ser más caro que transmitir otro tipo de información, que es la que predomina hoy en Internet y en las redes sociales. Cuando se inició el boom de Internet se decía que sería el vehículo perfecto para difundir la información científica, especialmente sobre la salud y el bienestar, a grandes capas de la población. Sin embargo, la mayor parte de la información que se transmite hoy a través de este medio no es precisamente información científica o saludable.
Si los sistemas sanitarios apuestan por la difundir la información y potencial el papel activo de cada persona sobre su propia salud, se ahorrarán muchos costes.
Por ejemplo, los pacientes con trastorno de pánico suponen el 7% de las personas que acuden a Atención Primara, mientras que en la población general la prevalencia es del 0,6%. Este trastorno suele cursar con otros trastornos mentales en el 70% de los casos, a los que precede, lo que suele deteriorar la calidad de vida de estos pacientes y favorecer una gran carga en pérdida de productividad, costes laborales, sociales, etc. A pesar de ser el trastorno de ansiedad que genera mayor discapacidad e hiperfrecuentación de los servicios médicos, no se diagnostica correctamente en la mitad de los casos y pocas veces recibe un tratamiento mínimamente adecuado, basado en la evidencia, lo que a la larga produce más abandonos y recaídas de los tratamientos habituales, que son en su mayoría de tipo farmacológico. Véase el artículo “El trastorno de pánico en Atención Primaria”.
Es evidente que se requieren esfuerzos por diseminar los tratamientos y los programas de prevención basados en la evidencia científica, que han demostrado ser más eficaces y eficientes que la práctica habitual. Con las técnicas psicológicas cognitivo-conductuales basadas en la evidencia el trastorno de pánico se cura en unos meses. Pero además se puede y se debe hacer prevención.
Si nos retrotraemos al comienzo del proceso del desarrollo del pánico, antes de que aparezca el trastorno de pánico, luego la agorafobia, más tarde depresión, y en la edad madura trastornos de salud física crónicos, como trastornos cardiovasculares. Al comienzo del proceso nos encontramos con un probable perfil de mujer muy joven, nerviosa, estresada, perfeccionista, que fuma, con poca información sobre las emociones y el pánico, que cuando comienza a tener sus primeros ataques de pánico con frecuencia cree que puede tratarse de un infarto. ¿Por qué piensa que puede estar teniendo un infarto, si esto sucede en personas mayores, con obesidad, colesterol, hipertensión, diabetes, etc. Nada que ver entre un perfil y otro, ni entre un infarto fulminante y un ataque de pánico que suele tardar bastantes minutos en alcanzar su punto máximo de activación fisiológica. Pero, sin embargo, esta falta de información que subrayamos es un factor de riesgo para comenzar a desarrollar el ataque de pánico, que iniciará el proceso descrito. Mientras que con información adecuada, no se llega a desarrollar el siguiente escalón del proceso, el trastorno de pánico. Por el contrario, ahí se detiene ese proceso que de otro modo acarrearía tantos costes y tanta pérdida de calidad de vida.
Pero aunque la información sobre emociones y desórdenes emocionales puede ser un factor importante que podemos usar para la prevención del pánico, existen otros factores que debemos tener también en cuenta en la prevención de este trastorno, como es por ejemplo el tabaco. Sabemos que fumar multiplica por 4 la probabilidad de desarrollar ataques de pánico y por 13 la probabilidad de desarrollar trastorno de pánico. Sin embargo, las jóvenes españolas presentan una alta tasa de consumo de tabaco, lo que supone un retroceso en nuestro país, pues sus abuelas no fumaban y apoyan actualmente una larga esperanza de vida, de las más altas del mundo. Sus madres se han incorporado a la vida laboral y han comenzado el consumo del tabaco, que está acarreando a su vez aumento de la prevalencia del pánico o del cáncer de pulmón; pero las hijas fuman mucho más y están superando a los chicos españoles de su edad y a la gran mayoría de las chicas de otros países de la OCDE. Entretanto, la gran mayoría de estas jóvenes fumadoras ignoran que su consumo está multiplicando por 13 la probabilidad de desarrollar un trastorno de pánico, con lo que volvemos de nuevo a la importancia de la información para hacer prevención, aunque no sea más que una condición necesaria, pero no suficiente para prevenir.
Al igual que sucede con el pánico, otros desórdenes emocionales, como por ejemplo el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), suponen un proceso de desarrollo de síntomas y trastornos emocionales que se va embrollando y tiende a la cronicidad, así como a la comorbilidad, por lo que acarrea una gran carga y unos elevados costes. En el caso, TAG, véase en la siguiente Figura la diferencia entre los costes que generan los pacientes del grupo que tienen este trastorno y otro grupo control de pacientes sin trastornos mentales. Como puede verse, mientras que el grupo control tiene un gasto medio de 2.609 euros por paciente, el grupo de TAG alcanza los 7.739 euros. Una gran diferencia.
Obsérvese además en la Figura de los resultados de este artículo cómo el gasto de este grupo está relacionado linealmente con el nivel de gravedad de los síntomas de ansiedad, de manera que los más ansiosos producen mayor gasto.
El coste sanitario entra dentro de los costes directos, que sólo representan el 29% de los costes totales en el caso de la depresión, pues el 71% se debe a costes indirectos (discapacidad, pérdida de productividad, etc.). Así, a pesar del alto coste farmacéutico en antidepresivos, que aumenta incesantemente, sabemos que éste supone sólo el 9% del total del coste de la depresión en España hoy en día, que asciende a 5.005 millones de euros al año (Valladares, Dilla, & Sacristán, 2008). Según este estudio, el coste total de la depresión en Europa se ha estimado en 118 billones de euros, y la mayor parte de esta cifra (61%) se debe a los costes indirectos referidos a bajas por enfermedad y pérdidas de productividad. El coste de la depresión en España cuesta 5.005€.
Por lo tanto, debemos tener claro que prevenir el pánico, el TAG o la depresión, o los desórdenes emocionales en general, podría ser muy rentable, también en términos económicos.
Con datos administrativos del Sistema Nacional de Salud y otras fuentes, un estudio (Oliva-Moreno, Lopez-Bastida, Montejo-González, Osuna-Guerrero, & Duque-González, 2009) determinó que, en conjunto, los trastornos mentales generaron un coste económico de 7.019 millones de euros, de los cuales los costes médicos directos supusieron el 36,9% (con 2.777 millones de euros), los costes asociados a cuidados informales el 17,7% (con 1.245 millones de euros) y los costes por baja laboral el 42,7% (con 2.997 millones de euros). En conjunto, los costes totales representaron cerca del 1% del Producto Interior Bruto (PIB) del país.
En todos estos cálculos quizás no se tiene en cuenta suficientemente el carácter circular de las relaciones entre pobreza y salud mental; es decir, que no sólo los problemas de salud mental, como los desórdenes emocionales, están asociados a pobreza, sino que además sucede a la inversa, pues los trastornos mentales que no se tratan adecuadamente y no se previenen conducen a la pobreza. Así, los problemas psicológicos no resueltos pueden interferir con la formación, el nivel educativo y/o laboral que una persona puede llegar a alcanzar, ya que una enfermedad mental no tratada supone, en muchos casos, un grado de dificultad añadido en este sentido. Y estos problemas emocionales tienden a crecer y a la comorbilidad, lo que aumentará más la discapacidad con el paso del tiempo.
Los desórdenes emocionales con el tratamiento convencional presentan una alta tasa de abandono y de recaídas, tienden a la cronicidad, al abuso de psicofármacos, dando lugar a una elevada comorbilidad con otras enfermedades mentales y/o condiciones físicas crónicas, suelen favorecer la hiperfrecuentación en las consultas de AP, producen mayor discapacidad que las enfermedades físicas, y generan altos costes económicos, sociales y psicológicos. En cambio, los desórdenes emocionales tratados con técnicas psicológicas basadas en la evidencia científica, aplicadas en Atención Primaria, aumentan la eficacia y la eficiencia. Además, la prevención se puede promover con sencillas herramientas como esta Web sobre bienestar emocional.
Recursos:
Véase la Web “Cuentos para prevenir: cuentos infantiles sobre educación emocional dirigida a la prevención del consumo de drogas”
Véase la Web del “Proyecto Ambezar”, Recursos para la Atención a la Diversidad, que pretende ayudar al profesorado en general, y a los profesionales de la orientación en particular, a familiarizarse con nuevos conceptos e instrumentos de ayuda la diversidad.