Emociones negativas
En cambio, denominamos "emociones negativas" a las que producen malestar psicológico o desagrado, es decir, valencia hedónica negativa (de ahí su nombre). De entre éstas, las más estudiadas son el miedo, la ansiedad, la ira y la tristeza. El malestar psicológico de estas reacciones va acompañado de una alta activación fisiológica, que suele ser vivida también como desagradable, pudiendo provocar una pérdida del control percibido, si se alcanza un alto nivel de activación. Estas reacciones a nivel subjetivo y fisiológico nos mueven a la acción, promueven la necesidad de poner en marcha una conducta adaptativa o eficaz, como por ejemplo, actuar de forma dinámica para evitar la amenaza de un resultado negativo, expresar enérgicamente una queja para advertir a quien nos perjudica e ignora nuestros intereses, o expresar abiertamente nuestra tristeza o desolación por una pérdida importante.
Las expresiones faciales de miedo, enfado y tristeza se consideran en buena medida universales, son reconocibles por los individuos de otros grupos sociales aunque no hablen nuestro idioma y producen unas veces evitación de los demás (por ejemplo, la cara de enfado puede ser un aviso de una agresión) y otras acercamiento (la tristeza promueve el apoyo social de los individuos del grupo social más próximos).
Existen otras emociones negativas, como el asco, que cumple la función de protegernos para no comer alimentos en mal estado, por lo tanto muy ligada a la supervivencia, y que genera también una expresión facial universal, acompañada de sensaciones aversivas (como las náuseas) y alejamiento del estímulo.
En cambio no existe una expresión facial de ansiedad, aunque sí pueden observarse una serie de signos que indican inquietud motora, tensión, nerviosismo, malestar o preocupación, propios de un estado de alerta cognitiva y alta activación fisiológica ante la amenaza de un resultado negativo para nuestros intereses. Tampoco son muy observables otras emociones negativas como la culpa, ligada a los valores del grupo y el cumplimiento de normas sociales.
El malestar psicológico y la alta activación fisiológica propios de las emociones negativas, cuando se hacen crónicos, se consideran dos factores esenciales en el desarrollo de problemas de salud de tipo emocional, lo que podríamos llamar desórdenes emocionales. Por ello, para la prevención de problemas y la promoción de la salud resulta imprescindible tener buena información y habilidades para el manejo de las emociones. Estos dos recursos son muy útiles para conseguir que los estamos emocionales negativos no lleguen a ser excesivamente intensos, frecuentes y crónicos, lo que ayuda a preservar la salud.