Antidepresivos
Los antidepresivos son fármacos específicos para tratar los síntomas depresivos o la depresión mayor: También se prescriben para aliviar los síntomas de algunos trastornos de la conducta alimentaria, los trastornos del control de los impulsos, los trastornos de ansiedad y el dolor crónico entre otros.
Estos fármacos se dividen en diferentes grupos de acuerdo con las sustancias químicas del cerebro sobre las que ejercen su acción.
- IMAO: inhibidores de la monoaminooxidasa. No comercializados en España.
- Tricíclicos. Son más antiguos y se usan menos que los siguientes.
- ISRS: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
- ISRN: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina.
Los antidepresivos actúan sobre determinadas sustancias cerebrales relacionadas con el estado de ánimo que no funcionan correctamente, lo que produce un desajuste en el equilibrio emocional de las personas. Estos desequilibrios bioquímicos también pueden normalizarse mediante el tratamiento psicológico.
Este tratamiento es el que deben seguir las personas con trastornos del estado de ánimo graves, como el trastorno depresivo mayor severo, aunque tras la estabilización se recomienda que se añada el tratamiento cognitivo-conductual para la depresión, que ayuda a prevenir recaídas.
Debe tenerse en cuenta que la mejora de los síntomas depresivos aparece aproximadamente a partir de los primeros quince o veinte días después de haberse iniciado el tratamiento, por lo que no debe abandonarse antes, si siquiera aunque aumenten los síntomas emocionales (que suelen hacerlo).
En los trastornos depresivos leves y moderados, la gran mayoría, los beneficios terapéuticos del tratamiento con antidepresivos son significativos, pero puede ser una mejor opción el tratamiento cognitivo-conductual sin medicación.
Aunque para los desórdenes emocionales leves o moderados (trastornos de ansiedad, trastorno depresivo mayor leve o moderado) se aconsejan las técnicas psicológicas basadas en la evidencia de tipo cognitivo-conductual, el tratamiento farmacológico puede ser necesario, especialmente en el caso de personas con un carácter muy obsesivo, a las que les resulta muy difícil obtener beneficio terapéutico de la relajación o de las técnicas cognitivas. Ahora bien, en ese caso el tratamiento farmacológico aconsejado por la Guía de Práctica Clínica NICE para el tratamiento de los trastornos mentales frecuentes debería prescribir antidepresivos y no benzodiacepinas.
Los antidepresivos tardan dos o tres semanas en hacer efecto ansiolítico, pero después de este periodo reducen mejor la ansiedad que los tranquilizantes. Sin embargo, el riesgo de recaída tras el tratamiento es más alto para los antidepresivos que para las técnicas psicológicas, por lo que es aconsejable que el tratamiento farmacológico se acompañe de un entrenamiento en técnicas cognitivo-conductuales (técnicas cognitivas, técnicas de relajación de la activación fisiológica y técnicas centradas en la conducta).
El tratamiento farmacológico debe estar prescrito y revisado (cada mes, o dos meses) por un especialista en farmacología, por ejemplo, un psiquiatra. Debe evitarse la automedicación, o la auto-experimentación, o el abandono del fármaco por decisión propia; tampoco debe tomarse el fármaco en función de nuestro estado de ánimo, o decidir las cantidades a tomar según nos encontremos, etc.
Para ampliar esta información, véase la Guía de Autoayuda “¿Qué son los fármacos antidepresivos?”.