Trastornos adaptativos
Los acontecimientos vitales estresantes son sucesos que cambian de manera importante la vida del individuo, como un cambio de residencia o un divorcio. Dependiendo de la gravedad de la situación, la interpretación cognitiva del individuo, sus recursos personales y sociales, la utilización que haga de ellos, etc., pueden surgir reacciones de estrés y emoción más o menos intensas.
Los dos tipos de reacciones emocionales más frecuentes y predominantes en estos casos son la ansiedad y la tristeza. La ansiedad ante lo desconocido o ante la posibilidad de fracasar, así como la tristeza por lo que se ha dejado atrás, son reacciones emocionales que suelen alcanzar altos niveles de intensidad y frecuencia en periodos de readaptación tras los acontecimientos vitales estresantes.
Si se tienen que afrontar situaciones muy difíciles, si además se magnifica su importancia y no se entienden como retos sino como amenazas, si se añaden muchas repeticiones o repasos cognitivos de estas amenazas, entonces las reacciones de ansiedad serán más intensas. En tal caso, estas reacciones pueden dejar de tener carácter adaptativo y a la larga producir un desorden emocional, como el trastorno adaptativo de tipo ansioso.
Si recientemente ha sufrido algún suceso vital estresante, como el desempleo, el cambio de ciudad, o una separación, es posible que tenga altas puntuaciones en estrés percibido. Véase el apartado “Autoevaluación del estrés”. Si además tiene puntuaciones altas en ansiedad en las últimas semanas o meses y está perdiendo su autocontrol sobre esta reacción emocional, puede que sea conveniente revisar la información sobre “Trastornos adaptativos” y tal vez mejor aún comenzar a hacer ejercicios de lectura y prácticas sobre psicoeducación y prevención de los Problemas del estrés.
Cuando algunas personas sufren una pérdida importante, especialmente las personas propensas a la depresión, tienden a interpretar los hechos negativos en términos de causalidad de tipo interna (la causa depende de mí), global (independiente de las situaciones) y estable (a lo largo del tiempo); por ejemplo, “ha sido por mi culpa, como sucede con todo, desde siempre”. Esta tendencia a buscar causas internas, estables y globales a los sucesos negativos hace que el individuo tienda a experimentar tristeza y a deprimirse cuando tales sucesos negativos ocurren, dando lugar a la aparición de una hipótesis explicativa de la depresión (“depresión por desesperanza”), en estos casos, basada en este sesgo cognitivo de tipo atribucional.
Véase el apartado sobre prevención de las depresiones.