Estrés en los cuidadores informales
Tradicionalmente en España, la familia viene desempeñando un papel muy importante el apoyo social a los miembros del grupo social con algún problema o grado de dependencia. La familia española (y dentro del grupo familiar, la mujer) no sólo cuida desde siempre a los hijos pequeños, sino a los mayores dependientes.
Actualmente, la mujer se ha incorporado al mercado de trabajo, pero continúa en muchos casos teniendo las mismas funciones de cuidadora de hijos, marido, enfermos y discapacitados. E incluso se observa que en los últimos tiempos viene aumentando la carga de estas tareas, pues sigue atendiendo a los hijos hasta edades muy avanzadas, tanto en la época reciente en la que había casi pleno empleo como en la actual con el triple de desempleo que entonces.
En muchos casos, la mujer sigue desempeñando funciones de cuidadora informal de personas con discapacidad.
La atención y cuidados que hay que prestar a una persona anciana que va desarrollando progresivamente más discapacidad, como es el caso de las demencias, se va haciendo cada vez mayor. Además, de aumentar poco a poco el tiempo dedicado, aumentan las dificultades físicas y emocionales para llevar a cabo los cuidados a una persona querida que se va transformando a peor y al mismo tiempo se está vislumbrando cada día más su pérdida.
Todo ello genera, especialmente a la mujer, problemas sobrecarga y de conciliación entre la vida laboral y familiar, que es un factor de estrés importante.
En un estudio realizado en España se encontró que la edad media de los cuidadores informales fue de 63,8 años; tres de cada cuatro (111 participantes, 72,5%) eran mujeres, el 57% tenía estudios primarios y el 37,1% tomaba psicofármacos. Más del 40% de los familiares dependientes presentó deterioro cognitivo importante y el grado de dependencia funcional total fue del 49,7%.
Un 27% de los cuidadores de este estudio presentaba deterioro de la salud mental, las familias se percibían como disfuncionales en un 31,3% y un 32,7% tenía escaso apoyo social.
Las variables asociadas al deterioro de la salud mental de los cuidadores fueron: el consumo de psicofármacos, la disfuncionalidad familiar, el escaso apoyo social y el bajo nivel educativo.
En general, se observa que la calidad de vida de vida de los cuidadores no profesionales de pacientes con Alzheimer, su nivel de estrés, ansiedad y depresión están relacionados con la gravedad y duración de la demencia.
Las investigaciones realizadas sobre intervenciones sociales de apoyo al cuidador reflejan buenos resultados y la necesidad de llevar a cabo este tipo de intervenciones. Así, se sabe que la incorporación a un programa de atención domiciliaria de personas dependientes repercute positivamente sobre su cuidador principal, mejorando su percepción sobre la asistencia recibida, reduciendo su utilización de los servicios sanitarios, disminuyendo el grado de sobrecarga y su percepción de falta de apoyo social. Sin embargo, muchas veces el cuidador informal desconoce los recursos sociales que hay en la comunidad, como los Centros de Día, o servicios de apoyo a domicilio. Y otras veces al cuidador le cuesta aceptar recibir este tipo de apoyo, porque considera que es su obligación moral atender personalmente al familiar, o por alguna otra causa, como el rechazo inicial del anciano.
Así mismo, el entrenamiento psicosocial puede reducir la ansiedad de los cuidadores y ayudarles a desarrollar estrategias de revaloración de algunas situaciones estresantes (por ejemplo, pensar que el paciente con demencia hace aposta ciertos comportamientos para fastidiar al cuidador, cuando son habituales en la demencia), así como habilidades de manejo del estrés y resolución de problemas. Estos programas de intervención psicoeducativos disminuyen el estrés percibido y la ansiedad, al tiempo que mejoran la calidad de vida y la salud percibida de los cuidadores de los pacientes con demencia.
Sin embargo, son escasas estas intervenciones psicoeducativas, dirigidas a la población de riesgo que constituyen las cuidadoras de enfermos con demencia, a pesar de ser eficaces.
En un estudio publicado en 2009 se encontró que en conjunto, los costes totales de salud mental representaron 7.019 millones de euros, cerca del 1% del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro país. Los costes asociados a cuidados informales suponen un capítulo importante en nuestra economía. En concreto, el 17,7% (con 1.245 millones de euros) del total de costes de la enfermedad mental. Por lo tanto, las cuidadoras informales realizan una labor importante, también en términos económicos, a la comunidad. Aunque sólo sea por esto, deberíamos cuidar mejor de su salud, si no queremos sumar más gastos, para cuidarlas a ellas y para sustituirlas por otro tipo de cuidadores.
Véase el siguiente vídeo de la ponencia presentada a las II Jornadas sobre “Emociones y Bienestar” por el grupo de investigación en Factores Psicosociales y Salud de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid.
“Bienestar en cuidadores de personas con demencia: Apoyo social y emoción”. Cecilia Peñacoba Puente y Andrés Losada Baltar
Descargar grabación en WMV (202 mb). 25 min.
Véase el siguiente vídeo presentado a la XVI Reunión Anual de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) por la profesora Marta Aparicio de la Universidad Complutense de Madrid.
- Estrés laboral en cuidadores. Marta Aparicio García