Consecuencias de los desórdenes emocionales
Los desórdenes emocionales son los trastornos mentales más frecuentes y si no se tratan adecuadamente, con técnicas eficaces, tienden hacia la cronicidad y la comorbilidad, lo que implica un progresivo aumento de la sintomatología, de la discapacidad y de la pérdida de calidad de vida. Veamos el panorama de nuestro país en cifras, extraídas principalmente del estudio epidemiológico europeo de los trastornos mentales (ESEMeD).
Los trastornos mentales en Atención Primaria alcanzan en España una prevalencia en los últimos doce meses que oscila entre el 30,2% (diagnosticados mediante la entrevista clínica estructurada SCID-I) y el 53,6% (medido con el PRIME-MD), dependiendo del método de diagnóstico o evaluación utilizado.
A su vez, los desórdenes emocionales (trastornos de ansiedad, del estado de ánimo, y somatomorfos) son los trastornos mentales más frecuentes en las consultas de Atención Primaria española, con un 49,2%, medido con el PRIME-MD.
Según el estudio ESEMeD, en nuestro país el 65% de las personas con un diagnóstico de trastorno mental en los últimos doce meses no ha recibido tratamiento sanitario alguno en el último año.
Aunque casi el 60% de las personas con trastorno mental visitan a su médico de Atención Primaria, el tratamiento psicológico habitualmente no se dispensa en Atención Primaria. Por ello, el tratamiento psicológico solo alcanza a un pequeño porcentaje de pacientes, que es derivado a los Servicios de Atención Especializada (Salud Mental).
En concreto, el tratamiento psicológico se aplica solo al 0,9% de los casos con un trastorno de ansiedad en los últimos doce meses, pese a ser el tratamiento de elección, de acuerdo con las Guías de Práctica Clínica NICE; un 27,1% de estos pacientes recibe tratamiento psicológico y farmacológico, mientras que un 33% recibe tratamiento exclusivamente farmacológico y el 39% no recibe ningún tratamiento.
Por otro lado, es escasa la proporción de casos diagnosticados con algún trastorno de ansiedad o del estado de ánimo en los últimos doce meses que reciben un tratamiento mínimamente adecuado a la evidencia científica. Exactamente, el 31,8% en Atención Especializada (Salud Mental) y 30,5% en Atención Primaria, los porcentajes más bajos entre los países de nuestro entorno ESEMeD.
La tasa de abandono del tratamiento después de las tres primeras visitas es alta (del orden del 20%), especialmente en Atención Primaria.
La pérdida de calidad de vida, así como los costes, la discapacidad funcional (e.g., días de trabajo perdidos) y la carga ocasionadas por los trastornos emocionales son mayores que los que generan las enfermedades físicas.
En cuanto al consumo de fármacos psicoactivos, España presenta una prevalencia en los últimos doce meses del 16%, siendo 2,3 veces superior que en Holanda. El gasto en tranquilizantes y antidepresivos en el año 2010 alcanzó casi 800 millones de euros, con receta médica oficial (69% del consumo) y un consumo anual medio de dos envases por adulto, según los datos de la Dirección General de Farmacia.
Por último, señalar que los costes económicos totales para los trastornos mentales en España suponen una gran carga, con el 1% del PIB. Véase una descripción más detallada en el artículo “Desórdenes emocionales en Atención Primaria”.
En cambio, en Inglaterra se llevó a cabo una diseminación del tratamiento psicológico basado en la evidencia científica (IAPT, Mejora del Acceso a las Terapias Psicológicas), que desde el año 2007 ha atendido ya a más de un millón de pacientes en las consultas de Atención Primaria, con excelentes resultados, lo que está cambiando el panorama de los desórdenes emocionales en este país. El tratamiento psicológico basado en la evidencia que han adoptado se basa en la psicoeducación, el aprendizaje de habilidades cognitivo-conductuales y el papel activo del paciente.
La psicoeducación, el aprendizaje de información y habilidades para manejar la emoción parece estar en la base de algunas técnicas cognitivo-conductuales, que han obtenido evidencia empírica a favor del tratamiento de diferentes desórdenes emocionales, como los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo.
Por ello, el enfoque transdiagnóstico investiga la eficacia de estas técnicas, con independencia de la patología concreta que presente el individuo, centrando su interés en la intervención sobre los procesos emocionales y de “regulación emocional” que van derivando en (o han ocasionado) los diferentes trastornos mentales o físicos. De manera que los diferentes desórdenes emocionales (e.g., distintos trastornos de ansiedad) podrían tener un origen común (fallos en la regulación emocional, basados en la falta de información, el desarrollo de sesgos cognitivos o el aprendizaje de respuestas emocionales desadaptadas) y podrían ser atendidos conjuntamente, en el mismo grupo, mediante algunas técnicas cognitivo-conductuales, que son eficaces y están basadas en principios que permiten la recuperación de una correcta regulación emocional y facilitan el ahorro de recursos y la simplificación de las tareas.
En España se está comenzando a desarrollar un “Proyecto piloto para tratar los desórdenes emocionales en Atención Primaria con técnicas psicológicas basadas en la evidencia: un ensayo controlado aleatorizado”