Ira: situaciones
Podríamos decir que es necesario enfadarse en algunas ocasiones, pues las personas que tienen dificultades para enfadarse o para expresar su enfado, corren el riesgo de no ser tenidas en cuenta o de sufrir ciertos abusos por parte de otros.
Por ejemplo, las personas poco asertivas son aquellas que no saben o no se atreven a expresar sus pensamientos, sentimientos o defender sus derechos, generalmente por temor a ponerse nerviosas o a expresar su ira de una manera socialmente aceptable.
Una persona poco asertiva corre el riesgo de sufrir algunos abusos por parte de otras personas que no temen hablar, ir por delante en la defensa de sus intereses, o expresar sus pensamientos y emociones abiertamente. Por otro lado, es más probable que sus superiores les asignen tareas poco gratas con mayor frecuencia que a otros compañeros que sí muestra queja. Además, es más probable que sufran peticiones poco razonables, como por ejemplo, avalar con su vivienda un préstamo para un amigo.
En España existe un refrán que resume esta realidad en los siguientes términos: “más vale ponerse una vez rojo que ciento amarillo”. Se refiere a que en ocasiones, la ansiedad, la vergüenza, el rubor o la ira nos llevan a ser incapaces de decir lo que estamos pensando que deberíamos decir. Por ejemplo, “NO” ante una petición poco razonable. Sin embargo, no poder decir “no” a tiempo (por evitar ponerse rojo), puede acarrear muchas situaciones de ira (de ponerse amarillo por la bilis).
Estas personas con problemas de asertividad tienen que recurrir al entrenamiento psicológico para poder aprender a decir “no”, a defender sus derechos o sus ideas, o para conseguir legítimamente sus intereses. En este entrenamiento se les enseña también a mostrar ira, cuando sea necesario, y siempre de una forma socialmente aceptable, pues existen normas sociales de expresión de la ira.
Las personas que sufren acoso escolar o laboral, o incluso las que sufren más delitos con violencia, tienen algunas características comunes que dibujan un cierto perfil caracterizado por la “falta de carácter”. Se suele denominar coloquialmente así a aquellas personas que muestran pocas veces su ira hacia otro, aunque le estén provocando. Además suelen ser personas aisladas, por lo que resulta más probable que el abuso no tengas consecuencias negativas para el agresor.
Las situaciones que tienden a provocar ira suelen estar relacionadas con la frustración de expectativas o metas, aunque la interpretación subjetiva tiene un peso importante sobre el proceso de reacción de ira.
Algunas situaciones aversivas, como el dolor crónico, el estrés, el ruido, o cualquier condición que favorezca un aumento de activación fisiológica o de otras emociones negativas, como la ansiedad, pueden favorecen el desarrollo de una reacción de ira.
En general, la ira surgirá en cualquier situación en la que el individuo considere que se ha lesionado sus derechos, se ha violado una norma, o se ha obstaculizado la consecución de una meta. En todos estos casos, la ira intentará dar una respuesta rápida y enérgica, de autodefensa, con el fin de modificar la conducta de otros, restaurar los objetivos o las metas que se han bloqueado, o que se puedan recuperar o paliar los derechos lesionados.
Véase el vídeo de la UNED titulado "La ira: ¿pecado capital o privilegio divino?", en el siguiente enlace:
La ira: ¿pecado capital o privilegio divino?
Vease el pdf sobre la ira en el siguiente enlace