Ansiedad: diferencias individuales
Desde luego, hay diferencias individuales en las reacciones de ansiedad, que pueden ser importantes. Así, dos personas ante el mismo examen de entrada en la universidad pueden experimentar distintos grados de ansiedad. Uno puede dormir tranquilo la noche anterior y otro no, uno puede reaccionar con molestias gástricas y otro no, uno puede sudar mucho durante el examen y el otro no,... y así podríamos hacer un largo listado de síntomas de ansiedad en los que pueden diferir dos personas ante la misma situación.
Podemos encontrar que la persona que sufre más ansiedad ante la situación de examen permanece en cambio más tranquila en otra, por ejemplo en situaciones sociales, mientras que la otra persona que apenas tenía ansiedad ante el examen puede tener mucha preocupación en situaciones sociales.
Vemos, por lo tanto, que las diferencias entre dos personas en la tendencia a experimentar ansiedad están relacionadas con las situaciones.
Pero, independientemente de las situaciones, también hay una cierta tendencia que marca que las personas que son más nerviosas o ansiosas, en general, presentan niveles más altos de ansiedad en la mayor parte de las situaciones, mientras que las personas más tranquilas se activan menos en cualquier tipo de situación. Esto se puede expresar diciendo que las personas difieren en el nivel de rasgo general de ansiedad.
Hay niños muy activos desde su nacimiento, que duermen poco, comen mal, están siempre inquietos, cambian con mucha frecuencia su atención desde una tarea a otra, se distraen con facilidad, les cuesta concentrarse, derrochan energía, actividad, etc. Estos niños suelen tener más miedos que los habituales en todos los niños y, cuando llegan a adultos, son personas siempre más nerviosas que la mayor parte de las personas de su entorno.
Por lo tanto, parece claro que hay personas que son más ansiosas que otras, en general, independientemente de las situaciones.
Dentro de la psicología de la personalidad, uno de los rasgos de personalidad más estudiados es el rasgo de ansiedad, o tendencia de los individuos a reaccionar con estados emocionales de ansiedad ante diferentes situaciones. Esta característica de la personalidad (rasgo de ansiedad) puede ser evaluada con pruebas psicológicas, de manera que podemos saber si somos más o menos ansiosos. Los individuos más ansiosos puntúan más alto en los tests psicológicos que evalúan el rasgo de ansiedad, o nivel general de ansiedad.
Los individuos con una personalidad más ansiosa, o con mayores puntuaciones en el rasgo general de ansiedad, o con mayor nivel general de ansiedad, son más vulnerables a la hora de desarrollar trastornos de ansiedad u otros problemas de salud, mental o física, en los que la ansiedad juega un papel importante. Esta mayor vulnerabilidad significa que tienen una mayor probabilidad de desarrollar tales trastornos, pero no quiere decir que los vayan a desarrollar necesariamente.
El rasgo de ansiedad es una característica del individuo relativamente estable en distintas situaciones y a lo largo del tiempo. Sin embargo, el rasgo de ansiedad, o nivel general de ansiedad, puede ser modificado cuando el individuo recibe el entrenamiento adecuado en técnicas psicológicas de control y manejo de las distintas respuestas de ansiedad.
Las mujeres, como grupo, puntúan más alto en los tests de rasgo de ansiedad, o nivel general de ansiedad, que los varones.
En la mayor parte de los trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, o los ataques de pánico con agorafobia, encontramos que las mujeres padecen más estos trastornos que los varones (en una proporción de dos a tres veces más). Estos resultados se observan en todos los países de las diferentes regiones del mundo.
Cuando las diferencias entre varones y mujeres llegan a ser tan grandes, y además se mantienen constantes entre distintos países, o entre diferentes ambientes sociales (por ejemplo, medio rural frente a urbano), tenemos que pensar en diferencias de tipo biológico, probablemente a nivel hormonal. Es probable e incluso seguro que en tales diferencias influyan algunas variables de tipo social, como la mayor facilidad de las mujeres para expresar emociones negativas que los varones, pero quizás influyen más las hormonas. Las mujeres con alteraciones hormonales suelen ser más nerviosas y suelen desarrollar trastornos de ansiedad con mayor frecuencia.
Algunas mujeres muestran un acusado síndrome premenstrual, esto es, experimentan altos niveles de ansiedad e irritabilidad unos días antes del primer día del ciclo menstrual. Estas mujeres tienden a desarrollar con mayor probabilidad trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico, que además son más resistentes al tratamiento. En ellas podemos observar cambios en su nivel de ansiedad asociados a los cambios hormonales de su ciclo menstrual.
Los cambios hormonales de la menopausia también están asociados a incrementos de los niveles de ansiedad, así como incrementos en otras emociones negativas como la ira, o la tristeza-depresión.
Pero lógicamente no todas las diferencias individuales en ansiedad se explican por variables de tipo biológico, sino que también influye el ambiente. Por ejemplo, hay profesiones muy estresantes, que provocan altos niveles de ansiedad, e incluso algunos trastornos de ansiedad, en un buen número de individuos. En las profesiones que hay más demandas laborales (prisa, responsabilidad, etc.), los individuos más estresado consumen más psicofármacos que los que soportan menos demandas.
¿Qué quiere decir estresantes? Pues que exigen mucho a los individuos, de manera que las demandas de las situaciones laborales superan a los recursos con los que cuentan esos individuos para atender dichas demandas. Un trabajo será estresante cuando concurran en él uno o varios factores generadores de estrés, es decir, en general, cuanto más exija al individuo.
Son factores estresantes: la prisa, la inmediatez, la incertidumbre, la falta de control, el perfeccionismo, la sobrecarga de trabajo, la peligrosidad, la toma de decisiones, la gravedad de las consecuencias tras la comisión de errores, la probabilidad de cometer errores, el sometimiento a reglas absurdas, el trabajo no reconocido, las condiciones físicas extremas (temperatura, luz, sonido, etc.), un clima social hostil, la rotación de turnos, la ambigüedad de rol (indefinición de funciones y jerarquía), la falta de conocimientos o habilidades para manejar aparatos, nuevas tecnologías, o situaciones, etc.
Cada uno de estos factores tenderá a provocar que el individuo tenga que movilizar más recursos energéticos para atender las demandas (prisa, no cometer errores, etc.), ello provocará más activación, y en general más ansiedad, entre otros factores. Al final, una persona estresada en su trabajo será una persona nerviosa, en alerta permanente, pero ya agotada, que no rinde, que no está a gusto, que está irritable, y que puede llegar a deprimirse; pero la primera señal de peligro será el alto nivel de ansiedad que mantiene a lo largo del tiempo.
Hemos puesto el ambiente laboral como ejemplo de conjunto de situaciones estresantes, pero podríamos señalar otros ambientes que también pueden serlo, como los problemas familiares (separación, hijos menores, conflictos), los problemas de salud, los problemas económicos, la prisa o los atascos de las grandes ciudades, el aburrimiento o el empobrecimiento cultural o económico del medio rural, etc.
Cuando una persona lleva un tiempo sometida a unas condiciones de estrés importantes tiende a desarrollar niveles más altos de ansiedad y, en ocasiones, incluso trastornos de ansiedad u otros problemas de salud. Por ejemplo, algunos trastornos de ansiedad, como los ataques de pánico, surgen tras un periodo prolongado en el que una persona ha estado sometida a fuertes condiciones de estrés. Pero también influyen otras variables personales (ser mujer, síndrome premenstrual severo, fumar, alto rasgo de ansiedad, perfeccionismo, temor a las sensaciones físicas de ansiedad, sesgos cognitivos).