Ansiedad: situaciones
La mayoría de las personas saben lo que es la ansiedad, puesto que todos experimentamos esta reacción emocional con mucha frecuencia, en múltiples situaciones.
Por ejemplo, nos ponemos nerviosos casi siempre que tenemos que hacer un examen, sobre todo si el resultado del examen es importante para nosotros, si consideramos que podemos suspender (resultado negativo, o amenaza) y si valoramos nuestros recursos como insuficientes (tenemos poco tiempo, escasa formación, poca habilidad, o poca capacidad).
Normalmente, nos activamos cuando vamos a llegar tarde a una cita, si nos importa realmente esa cita. Tomar decisiones importantes nos provoca ansiedad, especialmente si les damos muchas vueltas a las distintas alternativas y no optamos por una de ellas. También solemos ponernos nerviosos al hablar en público, aunque depende de diversos factores, como el grado de experiencia que tengamos con esta tarea, el número de personas a las que nos dirigimos, el tipo de acto en el que intervenimos, nuestro grado de implicación con el público, las repercusiones que puede tener para nosotros, etc.
Una de las pruebas psicológicas para evaluar ansiedad que más se usan en España es el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad (ISRA). Este test psicológico mide la ansiedad ante una serie de situaciones ansiógenas que aparecen con cierta frecuencia en la vida de la mayor parte de las personas.
El ISRA incluye 22 situaciones, las cuales se agrupan en cuatro tipos: (1) situaciones en las que nos sentimos evaluados, (2) situaciones interpersonales o sociales, (3) situaciones fóbicas y (4) situaciones de la vida cotidiana. Pero podemos incluir algún otro tipo de situaciones que son infrecuentes o se han estudiado menos.
Tendríamos entonces como situaciones susceptibles de producir ansiedad, las siguientes:
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situaciones de evaluación (en las que el sujeto se siente sometido a prueba y el resultado puede arrojar un saldo positivo o negativo),
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situaciones de amenaza interpersonal o social (situaciones más cara-a-cara que las anteriores),
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situaciones en las que se encuentran elementos fóbicos (viajar en avión, inyecciones, sangre, tratamiento dental, animales inofensivos, aglomeraciones, espacios cerrados, aguas profundas, etc.),
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cualquier situación cotidiana (intentar dormirse, trabajar, estudiar, etc.) puede ser una situación ansiógena, si hemos aprendido a desarrollar estas actividades con tensión, preocupación, pensamientos negativos, anticipación de resultados no deseados, etc.
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situaciones de peligro físico (en las que peligra el bienestar, o incluso la supervivencia o la integridad del individuo),
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situaciones ambiguas o novedosas (desconocidas para el individuo, en las que no tiene experiencia), pero las interpreta como posibles amenazas
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situaciones en las que el individuo percibe su ansiedad como una amenaza (temor a la pérdida de control sobre alguna respuesta de ansiedad, sobre los resultados de la situación, sobre su conducta, sobre sus pensamientos, etc.)
Tener un cierto grado de ansiedad en todas estas situaciones y en muchas otras es algo natural y no debería preocuparnos. Sin embargo, muchas personas se preocupan en exceso por sus reacciones de ansiedad, o por alguno de sus síntomas. En parte, se debe a la falta de información sobre la ansiedad.
A veces, la ansiedad también se origina porque estamos atravesando una mala época, con mucho estrés, tenemos más obligaciones que recursos para atender tales obligaciones, estamos sometidos a muchas situaciones ansiógenas, muchos problemas, muchas preocupaciones, etc. En este momento solemos decir que estamos muy estresados y nuestras reacciones de ansiedad pueden ser muy intensas y mantenerse en el tiempo. A su vez, esta ansiedad puede producirnos preocupación (la ansiedad es valorada como una amenaza), que a su vez generará más ansiedad.