Trastornos del control de impulsos
Una característica común de todos estos trastornos es la sensación de tensión o activación interior previa, para pasar tras la consumación de la conducta impulsiva (por ejemplo, volver a jugar el dinero que ya no tiene) al placer, gratificación o liberación, seguido de arrepentimiento, autorreproches y sentimientos de culpa. Este proceso se vuelve cíclico y crónico llegando a constituir un grave problema de dependencia.
Parece que existen ciertos factores psicológicos que pueden predisponer al desarrollo de un trastorno del control de los impulsos. Por ejemplo algunas variables de personalidad, como la impulsividad, la necesidad de búsqueda de sensaciones nuevas, baja autoestima, baja tolerancia a estados emocionales negativos y un estilo de afrontamiento poco adaptativo de los problemas y las dificultades de la vida.
También se sabe que hay otros factores relacionados con la vulnerabilidad emocional, por ejemplo tener un estado de ánimo depresivo, ausencia de afecto, cohesión familiar desestructurada y déficit o ausencia de relaciones sociales gratificantes.
En paralelo a estos factores emocionales se encuentran otros de tipo cognitivo, como la magnificación de los errores de interpretación (“hoy es mi día de suerte”, “si vuelvo a hacerlo todo cambiará esta vez”), así como la atención sostenida a este tipo de errores que generan la activación fisiológica, que resulta placentera, aunque a la larga ocasiona problemas y malestar.
En el apartado del capítulo de desórdenes emocionales dedicado a otros problemas del control de impulsos, encontrará más información sobre este tema, así como sobre su tratamiento.