Estrés, emociones y salud mental
Aunque el estrés es un proceso normal, puede llegar a producir consecuencias patológicas. Si las demandas son excesivas, en relación a los recursos, se incrementa la intensidad de la respuesta (alta emocionalidad negativa, especialmente ansiedad). Si se mantiene demasiado tiempo una elevada respuesta a estresores y no hay recuperación de los recursos que gastamos, puede comenzar un proceso patológico, que puede afectar al rendimiento, a la salud física y a la salud mental.
Así, por ejemplo, una persona muy estresada puede llegar a ver muy disminuido su rendimiento, porque está exhausta, ha agotado sus recursos biológicos, cognitivos y conductuales, pero intenta seguir activándose para generar más recursos. En un primer momento aparecerán respuestas de elevada activación a nivel cognitivo, fisiológico y conductual, así como los síntomas (mentales y físicos) de los desórdenes menos graves, como el insomnio, las somatizaciones (dolores, molestias, alteraciones, en distintos órganos, sin que haya una causa orgánica), o los problemas de adaptación, con altos niveles de ansiedad, depresión, o ambos.
Pero la ansiedad y el estrés a la larga pueden provocar desórdenes mentales, los más frecuentes, de acuerdo con la prevalencia en los últimos doce meses, son los trastornos de ansiedad, que afectan a un 5,9% de los españoles y a un 6,4% de ciudadanos europeos, según datos del estudio ESEMeD, promovido por la Organización Mundial de la Salud. Le siguen los trastornos del estado de ánimo (depresiones).
Los problemas y trastornos de salud mental que con mayor frecuencia están asociados con altos niveles de ansiedad y estrés son:
- malestar subjetivo, sintomatología ansioso-depresiva subclínica;
- trastornos de adaptación (ansioso, depresivo, o mixto);
- trastornos de ansiedad (pánico, agorafobia, trastorno por estrés agudo, trastorno por estrés postraumático);
- trastornos del estado de ánimo (depresiones, distimia, trastornos bipolares);
- trastornos por consumo de sustancias o adicciones (ansiolíticos, tabaco, alcohol, otras sustancias);
- otros desórdenes mentales (alimentación: anorexia, bulimia; sueño: insomnio, terrores nocturnos; sexuales: deseo, excitación; control de impulsos: tricotilomanía; somatomorfos: somatización, hipocondría).
Un 5,9% de españoles mayores de 18 años han sufrido en el último año algún trastorno de ansiedad (los trastornos mentales más frecuentes), aunque sólo ha pedido ayuda profesional un tercio. La gran mayoría (dos tercios), sufre su problema en la intimidad, temiendo que los demás se den cuenta, con un gran malestar, falta de información sobre su problema, falta de recursos, y sin usar aquellos de que dispone.
Dentro de este grupo cabe destacar a aquéllas personas que sufren una crisis de ansiedad (ataque de pánico), una reacción extrema de ansiedad que suele producirse tras periodos de mucho estrés y que produce sensación de pánico, de llegar a morir, pérdida de control, volverse loco, o llegar al desvanecimiento. Esta sensaciones son tan desagradables que se aprende (por condicionamiento clásico y anticipaciones negativas) a evitar cualquier situación relacionada con el pánico, lo que produce otro trastorno añadido que se denomina agorafobia. Más de un 1% de los ciudadanos europeos padecen estos problemas de pánico y agorafobia que tanta angustia producen.
Los trastornos emocionales de los que estamos hablando normalmente se inician con pequeñas alteraciones producidas por el estrés, tales como dificultades para dormir, para concentrarse, de memoria, dolores musculares, de cabeza, malestar psicológico, nerviosismo, bajo estado de ánimo.
Estas alteraciones se suelen producir más en periodos de mayor nivel de estrés (más problemas psicosociales, de mayor importancia para el individuo), en personas con alto rasgo de ansiedad, con carácter perfeccionista, obsesivo, y especialmente en mujeres. Estos trastornos se pueden desarrollar ya en la infancia y la adolescencia e influyen factores genéticos y ambientales. Véase el vídeo de la UNED “Problemas conductuales y emocionales en los niños: causas, prevención y tratamiento”
http://www.youtube.com/watch?v=bJtzn9RKeMk
La información sobre el funcionamiento de las emociones, especialmente la ansiedad y el estrés, es esencial para aprender a manejar estos primeros síntomas, mientras que acudir a los tranquilizantes supone comenzar una carrera en la que el individuo produce sus propios síntomas como consecuencia de su estrés, su estilo de vida, sus sesgos cognitivos (magnificación de los problemas, focalización de la atención en los mismos) y otros factores que podría cambiar con un entrenamiento adecuado, pero se limita a reducir la intensidad de dichos síntomas sin atender a los factores que los producen.
A su vez, intentar reducir los síntomas mediante tranquilizantes está desaconsejado por la evidencia científica y por la Organización Mundial de la Salud, pues cada vez tendrán menos efecto y nunca le enseñarán al individuo a manejar su estrés, modificar su estilo de vida, o sus sesgos cognitivos (pensar continuamente en un problema, interpretarlo de manera exagerada, etc.). Por esta vía la batalla se perderá, pues los desórdenes emocionales, si no se tratan adecuadamente, comenzando por la información (psicoeducación), tienden a persistir (mantenerse), así como a desarrollar otros trastornos emocionales (comorbilidad) y a volverse crónicos; mientras que existen tratamientos psicológicos eficaces que enseñan al individuo (con información y entrenamiento de habilidades) a manejar correctamente sus emociones y a eliminar los síntomas e incluso los trastornos emocionales (como los trastornos de ansiedad y las depresiones).
El paciente que acude a la consulta de atención primaria, a su médico general, presenta con mucha frecuencia (aproximadamente en un 50% de los casos) malestar psicológico y síntomas emocionales, que pueden llegar a desarrollar trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, así como trastornos físicos muy variados.
Una proporción menor de estos pacientes presenta ya estos trastornos emocionales, cumpliendo los criterios diagnósticos (un 30%). Los pacientes con trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo acuden en mayor proporción (la gran mayoría) al centro de atención primaria que al centro de salud mental.
Entre un 30% y un 50% de los pacientes de ambos grupos, los que sólo tienen síntomas y los que tienen un trastorno diagnosticable, cuando acuden a la consulta de Atención Primaria consumen psicofármacos, especialmente tranquilizantes. Lo que necesitarían en primer lugar es información acerca de sus problemas y sobre cómo manejarlos, pero el médico de atención primaria mayoritariamente considera insuficiente su formación en trastornos mentales y que debería mejorarse; además, defiende que deberían asignarle menos pacientes y dotarle de más recursos para alcanzar al menos diez minutos de atención a sus pacientes (la duración de las consultas está entre 5 y 7 minutos).
El resultado de la breve consulta, en tan pocos minutos, es que el paciente no recibe información adecuada (lo que resta adherencia al tratamiento), sino sólo tratamiento farmacológico (que no suele resolver el problema); además, no siempre el más adecuado dentro del tratamiento farmacológico (por ejemplo, se tratan depresiones con tranquilizantes, en muchos casos, o se abusa del diagnóstico de las benzodiacepinas); pero además se puede observar que la mayoría de estos pacientes no están diagnosticados de problemas mentales que sí cumplen, por lo cuales están medicados.
Esta situación provoca múltiples problemas en el paciente y en nuestra sociedad: estos trastornos emocionales que podrían curarse con técnicas basadas en la evidencia científica (como son las técnicas psicológicas de tipo cognitivo-conductual) se vuelven crónicos (algunos pacientes permanecen durante varias décadas tomando fármacos, cuando su problema se puede resolver en unos meses de tratamiento psicológico).
Como es lógico, esta cronicidad evitable produce el consecuente sufrimiento para el paciente (que ve muy disminuida su calidad de vida) y la consiguiente carga para la sociedad, en forma de bajas laborales, incapacidades laborales transitorias, discapacidades, jubilaciones anticipadas, gasto farmacéutico, gasto en pruebas diagnósticas, aumento considerable de otros gastos sanitarios, masificación de la sanidad, disminución de la calidad de este servicio.
Además, el paciente sufre los efectos secundarios de los fármacos, como son la adicción a psicofármacos en el caso de tranquilizantes, o problemas sexuales (disminución del deseo, disfunción eréctil, dificultades para conseguir el orgasmo) en el caso de los antidepresivos de última generación (los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina o ISRS).
A su vez, la falta de seguimiento lleva a que el tratamiento farmacológico no cumpla las prescripciones médicas (incumplimiento terapéutico, abandono abrupto con consecuencias no deseables, automedicación del paciente).
Sin olvidar otros problemas, como la incompatibilidad del tratamiento farmacológico con embarazo, o con algunas enfermedades (por ejemplo de tipo cardiovascular), o con otros estados en los que no es conveniente esta medicación de efectos psicoactivos (como conducir u otras situaciones de peligro, por ejemplo, en el trabajo).
Ya es obligatorio el uso de pictogramas indicadores de peligro en los envases de estos fármacos, pues la evidencia científica muestra un aumento de la accidentalidad (en la conducción, en el trabajo, ancianos, etc.) en torno al 56%.
Otro problemas es el consumo abusivo de sustancias psicoactivas, que pueden ocasionar problemas de dependencia, intoxicación, síndrome de abstinencia y otros problemas derivados del consumo.
Pese a estos problemas, el 16% de la población española adulta consume algún tipo de psicofármaco, sobre todo tranquilizante, antidepresivo e hipnótico, lo que convierte a España en el segundo país europeo de mayor consumo, 2,3 veces más que Holanda, a pesar de tener las cifras más bajas de trastornos mentales.
Cuando estos pacientes con trastornos emocionales son derivados al centro de salud mental, el panorama no mejora mucho más, de manera que al final los pocos que han sido derivados habrán recibido cuatro o cinco consultas por parte del psiquiatra o del psicólogo (generalmente individuales, en lugar de grupo), una cada cinco o seis semanas (cuando lo ideal sería una por semana, en un principio; más tarde espaciada progresivamente), por lo que al cabo de unos seis meses se romperá la relación terapéutica sin que el paciente se haya curado y sin esperanza de solución. Como indica el informe europeo sobre la calidad asistencial de la salud sanitaria pública en Europa (Euro Health Consumer Index. 2008), España ocupa el décimo octavo lugar de la Unión Europea de los 31 evaluados, detrás de otros países que han entrado en la UE más tarde, debido entre otros factores a las listas de espera, que obligan a muchos pacientes a buscar una solución en la consulta privada. Para resolver este problema, es conveniente la progresiva sustitución del modelo de tratamiento puramente biológico por otro más psicosocial, que se iniciará por la psicoeducación, objetivo de esta Web.
Véase la Web de Pubmed Health en la que se pueden consultar revisiones sistemáticas, meta-análisis, ensayos clínicos y otros estudios de investigación sobre cualquier problema de salud
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmedhealth/
Véase también Medline Plus en español. Más dirigida al público general
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/
Véase también la Web de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre temas de salud http://www.who.int/topics/es/ y sobre enfermedades crónicas y promoción de la salud http://www.who.int/chp/steps/GPAQ/es/
En la página Web de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) se pueden leer algunos casos clínicos que consultan las personas que sufren estos problemas de salud física o salud mental relacionados con estrés y ansiedad, que pueden ser muy variados:
http://www.ansiedadyestres.org/content/consultas-seleccionadas; http://www.ucm.es/info/seas/casos
Véase también el blog “Cognición, Emoción y Salud” en el enlace